La España de las dos Aitanas – jenesaispop.com

Aitana Ocaña y Aitana Bonmatí no tienen, en principio, nada en común salvo el nombre, la nacionalidad (ambas son catalans), su año de nacimiento -finales de los 90- y la cualidad de ser excelentes en lo suyo. Pero el azar ha querido que ambas se conviertan en referentes de una generación -Bonmatí en el fútbol, Ocaña en la música- llevando el mismo nombre en el DNI. Un nombre que, sin apellidos, basta por sí solo para identificarlas. “Aitana” es, hoy, mucho más que un nombre propio, es casi una marca de éxito generacional.

Aunque Bonmatí dio sus primeros pasos en el fútbol antes de que Ocaña debutara en la música, sus trayectorias hacia el estrellato comenzaron a converger en un año clave: 2017. Ese fue el año en que Bonmatí se estrenó en la Selección Española, y también el año en que Ocaña se dio a conocer en Operación Triunfo. Hoy, Bonmatí es campeona del mundo y acaba de marcar un gol decisivo que ha llevado a España a la final de la Eurocopa Femenina, que se disputa este domingo. Por su parte, Ocaña vive su mejor momento profesional: acaba de ofrecer su primer concierto de estadios en Barcelona y le quedan otros dos en Madrid.

Tanto el fútbol femenino como Operación Triunfo han cambiado profundamente en los últimos cinco a diez años. El fútbol femenino ha pasado de ser un fenómeno minoritario a gozar de una enorme popularidad. Ya era hora. De repente es posible reconocer en los medios a figuras como las de Aitana Bonmatí o Alexia Putellas, que incluso protagonizan portadas, editoriales y/o anuncios publicitarios, de la misma manera que identificamos desde hace décadas a sus homólogos masculinos, algo impensable no hace tanto tiempo.

Y desde exactamente 2017 Operación Triunfo ha cambiado radicalmente, influido por nuevas sensibilidades estéticas, sexuales y emocionales. El programa se ha transformado en un espejo de los debates actuales en torno a la identidad, la ruptura de géneros y, particularmente en el caso de Aitana, la salud mental. Aunque Aitana representa el caso excepcional de artista salido de la Academia que logra un éxito masivo e internacional, Ocaña es también símbolo de una sociedad a la que ya no le interesan los límites entre lo comercial y alternativo. Curiosamente, ni siquiera ganó su edición, sino que lo hizo otra pionera: Amaia.

Comparar a cualquier persona por razones absurdas es un hábito que, en mayor o menor medida, hemos dejado atrás (aunque, personalmente, creo que comparar no es lo mismo que equiparar; todo se puede comparar, pero no igualar). Sin embargo, es difícil pasar por alto la coincidencia de que estas dos Aitanas estén brillando tanto, al mismo tiempo, en ámbitos tan distintos. No creo ser el único al que le confunde, por un momento, leer un titular con ese nombre sin saber si se refiere a la del balón o a la del micrófono.

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Farándula y Moda

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