La falda satinada, la prenda elegida por Katie Holmes para salir por Nueva York.
Katie Holmes, una de las actrices estadounidenses que mejor visten, ha sido fotografiada por los paparazzi en un periodo de tiempo de escasas horas con looks muy similares, pero que compartían una prenda fetiche: la falda satinada. Primero, durante la noche; a su llegada al teatro de Broadway, en donde protagoniza Our Town junto a actores como Jim Parsons o Zoey Deutch. Después, a la mañana siguiente, con un estilismo aparentemente distinto, pero con otra nota en común: el café tamaño venti de Starbucks.
Jose Perez/Bauer-Griffin
A su llegada al Ethel Barrymore, pudimos verla con una falda satinada en un tono berenjena. El diseño, de largo ‘midi’, era sin duda el protagonista del estilismo, que podría parecer despreocupado pero que sin duda no lo era. Todo estaba muy bien pensado, a pesar de apostarlo todo a ese look effortless al estilo estadounidense que Holmes domina.
¿Pero cómo llevar una prenda que funciona como un fondo de armario sin caer en la desidia? Lo mejor es optar por unas bailarinas que compartan con ella el protagonismo, como estas de terciopelo que firma Aeyde. Y combinarlas con otras teñidas de colores complementarios, pero que rompan con el estilo predominante. A saber: un bolso rojo de cuero de estilo tote y una cazadora vaquera gris azulada, más informal que el resto del look. Como parte de arriba, dos prendas que no desentonan, pero que tampoco buscan llamar demasiado la atención: un jersey muy fino y con un tono muy similar a la pieza estrella y una camiseta interior negra.
Horas después, otra propuesta: esta vez, variando los complementos, pero apostando por la misma fórmula. Una falda satinada de color esmeralda y, en vez de bailarinas, venecianas; un tipo de calzado hermanado con el anterior y que la actriz también lleva sin calcetines. Porque casi siempre queda mejor así, a no ser que se opte por unos gorditos. Y a Holmes no parecen importarle las bajas temperaturas de la Gran Manzana, así que no ha tenido que pensárselo demasiado para salir a la calle.
