Fibra, cortisol y fibermaxxing
Vivimos en la era de ponerle a las cosas nombres con vocación viral. Y eso, en materia de nutrición y salud, puede tener sus inconvenientes. Lo que en un principio podría ser positivo, en exceso y sin control, acaba no siéndolo. Es el caso del fibermaxxing y ese fenómeno viral que apuesta por incrementar el consumo de fibra diario que empezó, según The New York Times, por obra y gracia de una creadora de contenido, Pamela Corral. En uno de sus vídeos afirmaba que la fibra es “súper cool” y contaba que iba a intentar aumentar su ingesta diaria para acercarse a la cantidad de 25 gramos que aconsejan en Estados Unidos. A partir de ese momento, los vídeos de sus desayunos cargados de fibra han impulsado el fenómeno y la tendencia de incrementar el consumo de fibra ya es viral, como lo son otras tantas que empoderan el prefijo ‘maxi’ en 2025 (véase el sleepmaxxing, por ejemplo).
La fibra es saludable por muchos motivos, pero como afirma a esta cabecera la experta en nutrición Cristina Barrous, “el problema es dar a tu cuerpo más de la que necesita. No se trata de tomar la fibra que dice Google, por eso no me gusta hablar de cantidades diarias recomendadas porque todo depende de cada persona”. Y más si tenemos en cuenta que en ciertos casos como sufrir algún tipo de disbiosis (SIBO, por ejemplo) o enfermedades de crohn se debe controlar (y a veces hasta evitar) su consumo.
La relación entre el consuno de fibra y la salud mental
La fibra tiene muchas bondades, pero una de las más interesantes (y la más desconocida quizá para la mayoría de los mortales) es su relación con la salud mental. “La fibra ayuda a alimentar a los microorganismos de nuestro organismo. Los de nuestro intestino comen fibra, y gracias a ella pueden producir posbióticos, que son sustancias necesarias para regular la microbiota, el sistema inmunitario, nuestra glucosa en sangre… Y todo esto está relacionado con la salud mental por el control de ansiedad y los niveles de serotonina, dopamina y cortisol. El consumo de fibra está muy relacionado con el sistema nervioso y un mayor consumo puede mejorar la salud mental”, explica Barrous en relación a ese eje intestino-cerebro que vincula tanto la salud intestinal con la mental como una carretera de doble sentido en la que uno y otro se relacionan de forma recíproca.
Otros beneficios de la fibra
Además de su vinculación con el bienestar emocional, hay otros tantos beneficios mucho más conocidos como su capacidad para regular la tensión arterial, la prevención de diabetes tipo II, favorecer la pérdida de peso… De hecho, aunque es de sobra conocida la capacidad de la fibra soluble para mejorar el tránsito intestinal, Barrous recala en otro punto interesante de la fibra soluble: al ralentizar la digestión, aumenta la saciedad pero también la saciación, que ocurre cuando la saciedad se prolonga en el tiempo y no se tiene sensación de hambre al poco de comer porque el cuerpo está todavía haciendo la digestión.
La necesidad de ir poco a poco
A pesar de todas las bondades que tiene la fibra y del hecho real, según nos explica Barrous, de que por norma general consumimos entre un 30-40% menos de fibra de la que se debería, la experta insiste en la necesidad de valorar la cantidad de fibra a tomar de forma individual. Y en el caso de querer incrementar su consumo, siempre debe hacerse poco a poco, sin pasar de 0 a 100. Si tomas poca fibra debe hacerse un aumento progresivo, no puedes pasar de no tomar legumbres ni cereales integrales…. a empezar una dieta súper alta en fibra. El intestino no puede asimilar esa cantidad de fibra lo que termina en hinchazón y otros problemas porque los microorganismos de nuestra microbiota no pueden asimilar todo esa fibra«.