Sienna exhibió también su músculo creativo (ambas codirigieron la marca londinense Twenty8Twelve en los años noventa) cuando acudió a la boda de su hermana en diciembre de 2022. Encargó a Savannah que le confeccionara una versión en terciopelo azul hielo del vestido de novia Cerise de Savannah Miller: un modelo con cuello drapeado, tirantes espagueti, espalda escotada y elegante cola. En lugar de un largo vaporoso, Sienna pidió que fuese corto para ceñir aún más la silueta: “Es desenfadado, sexy, muy años 90… todo lo mejor», desveló Savannah para Vogue, 48 horas antes de casarse en Petersham Nurseries, cuando Sienna aún no había volado desde Nueva York para probarse su minivestido a medida. En el atelier no había preocupación alguna: «Hay muy pocas personas que puedan sacar adelante este tipo de look, y Sienna es una de ellas».
En el mundo de Savannah, el vestuario nupcial “deberían reflejar directamente a la persona”. No debería haber normas especiales ni cambios radicales de estilo solo porque hay alguien de blanco que se juega mucho ese día. Y si hacen falta más pruebas de que repetir look es absolutamente moderno, véase el vestido lencero de de Galvan que Sienna eligió para su baby shower en noviembre que ya llevó en un evento en el palacio de Kensington en 2021 –y que habría encajado igual de bien en la boda en Venecia de este fin de semana–. Y es que un slip dress, como bien dijo Savannah, es «todo lo mejor».
De hecho, el proceso de diseño del look para su hermana pequeña allá en 2018 fue de lo más fácil: “Sienna es una entre un millón y el vestido dorado es una extensión perfecta del espíritu luminoso que es ella”. No todas las invitadas de boda llevan vestidos lenceros ni reciben piropos a mansalva, pero sí tienen derecho el mismo derecho que Sienna a sentirse ellas mismas.
Este artículo se publicó originalmente en Vogue.com
