En breve se cumplirán cuatro años desde que La hija oscura, la primera película de Maggie Gyllenhaal como directora, tuviera su estreno mundial en el Festival de Venecia. Un filme que se rodó con todas las complicaciones asociadas a las restricciones que provocó la pandemia de Covid, pero que situaba a la neoyorquina en el firmamento de las directoras más a tener en cuenta hace casi un lustro, en plena revolución en el mundo del cine. Un filme oscuro y dramático que adaptaba una de las novelas de la siempre misteriosa Elena Ferrante y que estuvo presente en todos los grandes premios de su año de estreno, incluidos los Oscar. Conseguía nominaciones para su protagonista, Olivia Colman, para la actriz de reparto Jessie Buckley y en la categoría de guion adaptado.
A medida que avanza el metraje, la historia atrapa y el calor de las chicharras de este pueblo de una isla griega se hace más y más palpable. Leda Caruso, el papel que interpreta Olivia Colman, es una profesora universitaria en sus 50 que decide pasar allí sus vacaciones, sola y sin más plan que leer libros y corregir trabajos de sus alumnos. Construirá desde su hamaca una enfermiza relación con una familia de italianos que parecen solo querer perturbar su tranquilidad y que son, a todas luces, gente peligrosa. Entre ellos se encuentran Nina, a quien da vida Dakota Johnson, y su hija. Y en esa relación maternofilial verá Leda todo lo que pudo ser su propia vida y nunca fue.
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