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En 1971, la aún en producción película de ‘El Padrino’ estaba en problemas. Basada en el bestseller homónimo de Mario Puzo, el tema del guion era sobradamente conocido por todos. La historia y las tragedias de la familia Corleone, una de las cinco familias dentro de la mafia de Nueva York, que estaba lidiando con la vuelta a la guerra abierta tras un período de tregua.
En un movimiento muy criticado en su día, a apenas diez días del rodaje el productor Al Rudy tuvo una reunión con Liga Italoestadounidense de Derechos Civiles (IACRL). Este grupo era el encargado de militar políticamente en favor de los derechos del pueblo italoamericano y en contra de expandir sus estereotipos, pero todos sabían por aquel entonces que era una suerte de tapadera de la mafia neoyorquina, que intentaba eliminar cualquier rastro de ella en los medios.


Aquel fue el primero y el último problema que la mafia pudo tener con la película. La reunión fue fructífera y terminó con un trato: la palabra «mafia» había sido eliminada del guion, la producción donaría un millón de dólares a la Liga, dejaría de vender juegos de mesa de ‘El padrino’ y prometían tener una premiere en Nueva York.
En cuanto Paramount se enteró de su temeraria reunión Al Rudy fue despedido, pero pronto fue evidente que había sido la decisión correcta. La producción continuó con normalidad y alguien en las calles había dado la orden de que grupos organizados dejasen de vandalizar el set. A petición de Coppola, Rudy volvió al equipo y la película terminó su rodaje, se montó y se estrenó, convirtiéndose en un hito instantáneo en taquilla. Fue la película más taquillera de 1972 y la primera en Hollywood en alcanzar 101 millones en solo 18 semanas.
La película influenció a la mafia italoamericana
Entre los muchísimos fans resulta que se encontraba la propia mafia. La tragedia Corleone no caló tan fuerte como el sentimiento de admiración, con miembros de la organización admitiendo incluso que vieron la película en su juventud y les sirvió de inspiración, a la vez que los más adultos la veían no una, sino varias veces, quedando conquistados con la elegancia, la música y los personajes.
Hay reportes incluso de que la película cambió la forma en la que los mafiosos se comportaban, que pasaron del extremo secretismo a no importarles ganar notoriedad. Algunas bodas dentro de las familias empezaron incluso a usar la banda sonora sin un ápice de ironía, y los jefazos se sentían cómodos imitando los manerismos de Brando y el resto del reparto.


Es un ejemplo muy claro del impacto que llega a tener la ficción en aquellos que la experimentan, y también cómo nadie puede escapar a las expectativas de la romantización de Hollywood. A lo largo de la historia la cinta de Coppola ha sido una ventana a un mundo fascinante y desconocido para la mayoría, pero para muchos dedicados al mundo criminal, la película sirvió como validación de su estilo de vida.