La manicura japonesa ha sido la GRAN tendencia beauty del desfile de Victoria’s Secret 2024 (y nos encanta)

La manicura japonesa ha sido la GRAN tendencia beauty del desfile de Victoria’s Secret

El retorno del desfile de Victoria’s Secret en 2024 ha causado expectación, interés, ciertas inquietudes –hace diez años era un gran acontecimiento mediático y su vuelta por la puerta grande era una incógnita– y hasta un documental en Amazon. Documental en el que la directora Margot Bowman reflexionaba sobre cómo veía esta vuelta “como una oportunidad para crear un nuevo imaginario en el que más gente se pueda ver representada”.

La esencia beauty de este desfile que hoy inunda las redes sociales ha sido bastante parecida a la de años atrás: súpermelenas con ondas y mucho brillo; el encanto del rosa en la palestra (pijamas de VS mediante); pieles inmaculadas; la idea de que se puede debutar en una pasarela así a los 50 (Kate Moss dixit) y… manicuras japonesas por doquier. En una desfile como este, hace diez años hubiéramos esperado uñas más sofisticadas, llamativas y convertidas en reflejo de las tendencias imperantes en la calle. No en vano, la manicura es en 2024 una oportunidad real para explorar y jugar con tendencias incluso entre todas aquellas que abogan por el minimalismo. Solo hay que ver el crecimiento imparable de los centros low cost para comprobarlo y la democratización del nail art. Pero en 2024 la protagonista del desfile de Victoria’s Secret ha sido una manicura japonesa o, lo que es lo mismo, uñas cortas, cuidadas, pulidas y sin pintar que, amén de su poder estético basado en el minimalismo imperante, parece lanzar otro mensaje necesario: es otra manera de abrazar unos códigos de belleza más natural, menos impostada y más accesible. Sin cánones, porque precisamente en 2024 el canon de belleza es que no existe ese canon.

La manicura japonesa ha sido la GRAN tendencia beauty del desfile de Victoria's Secret 2024

Hunter Abrams

El mensaje (y las bondades) de esta manicura

Más allá de esta reflexión, no podemos olvidar las bondades que tiene esta tendencia, en la que las uñas se deshacen de versiones postizas, geles, acrílicos y lacas de colores fantasía para realzar su brillo natural. Sin duda, una alternativa más sana –en la que no se usan esmaltes, tan solo un taco pulidor y una base fortalecedora– que está empezando a calar en los salones de manicura. Ya nos lo explicaron los expertos de ORLY cuando hablamos de esta tendencia. “Se trata de lograr unas uñas hidratadas y nutridas pero con un aspecto natural. Se basa en su cuidado gracias a productos naturales para lograr un aspecto saludable. Al finalizar las uñas adquieren un tono rosado natural y un brillo muy especial”, explica la manicurista en referencia a un protocolo que aporta mucho brillo a la uña y un aspecto muy healthy gracias a la técnica de pulido”. Vamos, el claro ejemplo de que el mejor color de uñas no es un esmalte, sino una uña cuidada a la que, como mucho, se le ha aplicado una base tratante a modo de BB cream. De hecho, en salones de Madrid como My Little Momó es una de las versiones que más se piden ahora porque permite recuperar las uñas después de muchos esmaltados. Y lo mejor de todo, lanza un mensaje holístico en cuanto al cuidado de las uñas. Todo suma.

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Farándula y Moda

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