Ha llegado sin hacer mucho ruido a Prime Video, pero En fin es ya la gran sorpresa de 2024 gracias a un humor salvaje y una propuesta arriesgada que funciona como un reloj suizo. En tan solo seis capítulos, despliega una narración sobre qué pasaría si todo lo que nos han contado que sucedería nunca llegara a materializarse. Una indómita producción que rompe con todo lo anterior visto en el streaming.
¿Qué?
El caos se apodera del mundo cuando el gobierno revela que un misterioso planeta salido de la nada se dirige hacia la Tierra y que la colisión entre ambos provocará el fin del mundo al cabo de nueve meses. Cuando –por razones desconocidas– el planeta se desvía y la colisión no se produce, todos aquellos que se han dedicado a hacer chaladuras creyendo que no habría ninguna consecuencia deben tratar de redimirse. Esto le sirve a sus creadores, David Sainz y Enrique Lojo, como excusa para examinar una civilización (la nuestra) que parece caminar con paso firme hacia el colapso sin más preocupaciones que las de seguir dándole vueltas a algo absurdo con lo que marear la perdiz.
¿Quién?
Con un reparto encabezado por el divertidísimo dueto que forman Malena Alterio y José Manuel Poga, y la ayuda de secundarios de lujo como Raúl Cimas. Poga acapara el protagonismo al principio en su papel de miserable que deja tirados a su mujer y a su hija para dedicarse a hacer el idiota hasta que llegue el final. Cuando éste no se produce, se ve obligado a volver sobre sus pasos, esperando que su familia le perdone. Por supuesto, la misión se complicará hasta extremos insospechados, en una road movie con poco kilometraje, pero muchas paradas.
¿Cómo?
La excusa del fin del mundo ha servido a infinidad de series a lo largo de los últimos lustros para dibujar docenas de parábolas sobre la auténtica naturaleza del ser humano y sus infinitas contradicciones. En fin escarba en las emociones usando un humor arriesgado, tremendamente osado y que sorprende por su capacidad para encontrar oro en situaciones aparentemente cotidianas. Además, bebe de diálogos ágiles y una mala leche que echábamos de menos en las comedias españolas, que –normalmente– se mueven en parámetros muchos menos atrevidos
¿Cuándo?
En el momento justo, cuando el panorama patrio parece inundado por series obsesionadas por trascender, personajes con grandes tormentos interiores que nunca logran verbalizar o mujeres fatales que parecen escritas para no molestar a nadie. En fin es una de las cosas más potentes que veremos este año: una serie que abraza sin complejos el despiporre y a la que no le preocupa en absoluto estar pisando charcos sin tregua, capítulo tras capítulo.
