El acto principal se celebró en el Palazzo Zeno, donde los invitados disfrutaron de una ceremonia a última hora de la tarde, seguida de cena y baile. Mezclando tradiciones persas con toques personales, Sophie y Taymoor ofrecieron una emotiva ceremonia que celebraba su amor y su herencia: «Llegué al altar con nuestro hijo de nueve meses», cuenta Sophie. «Fue un momento muy especial, aunque un poco abrumador». Un amigo cercano ofició la ceremonia, mientras otros sostenían sobre sus cabezas el tooreh ghand, un paño de azúcar tradicional iraní. La lectura de textos de Nora Ephron y Peggy Guggenheim («la gran dama de Venecia», según Sophie) dio un toque literario al acto, que concluyó con un intercambio de miel, símbolo de la dulzura del matrimonio. Taymoor reflexionó sobre el significado cultural: «Celebrar una ceremonia iraní en Venecia, una ciudad que históricamente ha tendido puentes entre Oriente y Occidente, me pareció súper oportuno».
En cuanto al vestuario nupcial, los looks de Sophie partieron de un slip dress de Khaite: «Encontré mi vestido para la ceremonia civil en Londres en un viaje a Nueva York unos meses antes de la primera boda», cuenta. “Sabía que quería algo ceñido y sencillo y había visto el vestido Nirva de Khaite en Instagram, así que fue increíble la suerte que tuve cuando me topé con el último en las rebajas de Saks Fifth Avenue. Por suerte, me quedaba perfecto, así que decidí apostar por él. Fue el único vestido que me probé”. Para la ceremonia civil, Sophie lució el vestido de Khaite combinado con un blazer color crema de Toteme y zapatos de tacón de Chanel.
Mientras se preparaba para su boda en Venecia, Sophie luchó por encontrar algo que pudiera replicar la perfecta sencillez de ese vestido de Khaite: «¡Me probé más de 20 vestidos de novia! Y entonces me di cuenta de que nada me gustaba tanto como el vestido que ya tenía de Khaite», recuerda. Una amiga le sugirió que volviera a ponérselo y le añadiera una capa de gasa para darle un giro moderno a la idea de velo. Armada como inspiración con una foto de un look nupcial de alta costura 2004 de Chanel llevado por Alek Wek en la pasarela, Sophie compró varios metros de gasa en Joel & Sons y llevó la idea a un sastre de confianza. Por último le añadió una cinta de seda de VV Rouleaux, que una querida amiga cosió a la capa justo antes de que empezara la ceremonia: «Fue el toque final perfecto», dice. Para completar su look de novia, se volvió a poner sus tacones Chanel y se adornó con un pequeño collar de perlas que Taymoor le había regalado tras el nacimiento de su hijo, su anillo de compromiso vintage de Cartier y un reloj de fiesta también antiguo de Rolex que perteneció a su abuela. Taymor, por su parte, llevó dos trajes a medida de Charlie Casely-Hayford.
Después de la ceremonia, los invitados se mezclaron en el patio del palacio y degustaron cicchetti venecianos antes de pasar al piano nobile para cenar: «La mesa, decorada con velas y diseñada por la florista Evelina, era opulenta a la par que íntima», recuerda Sophie. La velada continuó con cócteles, un tiramisú gigante y música en directo bajo las estrellas. Y como era de esperar, cada parte de la boda contó con programas, menús y recuerdos meticulosamente diseñados por la pareja con Papier.
“Ahora es como un recuerdo bonito y lejano”, reflexiona Sophie, ya que la pareja no tardó en volver a la realidad de la crianza tras la celebración. Sin embargo, ambos siguen atesorando la alegría de aquel fin de semana. «El mejor consejo que me dieron fue que simplemente lo disfrutara», dice Taymoor. «Y me alegro de haberlo hecho: fueron los dos días más memorables y entrañables de mi vida».
Este artículo se publicó originalmente en Vogue.com