La nueva vida de Sarah Burton en Givenchy: “Si intentas contar la historia de otra persona, pierde su autenticidad”

Acércate un segundo al espejo, por favor”. En el glorioso estudio de Givenchy en París, Sarah Burton afronta de pie un afanoso día de fittings para su primera colección de primavera-verano en el cargo de directora creativa de la casa. La modelo de pruebas, Hana Grizelj, avanza unos pasos con un vestido de calicó y organza drapeada. Aún lleva anotaciones en lápiz azul en cada copa del sujetador: gauche/droite. Muy cerca, pálidos diseños con crinolinas y estructuradas chaquetas negras cuelgan de sus perchas como lucidos por fantasmas. Burton va vestida con lo que llama “su uniforme”: vaqueros, zapatillas Converse blancas y una camisa sin cuello de algodón blanco, una de las muchas piezas que le ha confeccionado Judy Halil, patronista que lleva 23 años a su lado.

Mientras que otros colegas dibujan unos cuantos bocetos y, muy de vez en cuando, echan un ojo al resultado final, Burton es conocida por construir las prendas ella misma, en vivo, sobre el cuerpo de la modelo. Se mueve ágilmente entre múltiples dimensiones, cortando aquí, prendiendo allí con alfileres, decidiendo el tejido o la forma del hombro que definirá la temporada (“Lo puedes probar sobre un maniquí, pero sobre el cuerpo se ve muy diferente”, argumenta). Sus compañeros en Givenchy gastan siempre la misma broma a quien va de visita: “No cuelgues el abrigo en el perchero, porque igual te lo corta”.

“Quizá un forro de crepé de seda, para suavizarlo”, sugiere Burton al equipo de diseño. Se pone junto a Hana, mira al espejo y entrecierra los ojos. “¿Hace falta que el corsé sea así de largo?”, lo sube unos cuantos centímetros. “Debería ir un poco más corto”. Con un solo movimiento rápido, poda una cascada de organza de la espalda de la modelo, se arrodilla en el suelo con un alfiletero en la muñeca y ataca el dobladillo con las tijeras. “Sigue girando, Hana”. Habla pausadamente y procede con el pulso de un cirujano. La acompañan varias personas en la sala, como Matteo Russo, jefe de moda femenina; la parisina Tatiana Ondet, jefa del atelier; y James Nolan, encargado de drapear una fase inicial del diseño antes de que Burton llegue desde Londres. En definitiva, una combinación de compañeros nuevos que ya estaban en Givenchy y colaboradores leales traídos de Alexander McQueen, donde estuvo desde 1996 hasta 2023. Son las enfermeras que asisten en la operación: solo falta que Burton les pida el escalpelo.

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Aquí y más abajo, basckstage del desfile debut de Sarah Burton para Givenchy, en París en marzo de 2025. Fotografía: Ruby Pluhar

Aunque sigue viviendo en la capital inglesa, ha viajado dos veces a París y una a Los Ángeles en la última semana. En el momento de esta entrevista, además de la colección en marcha y de los looks que está creando para la alfombra roja de Cannes, solo quedan seis días para la Met Gala de Nueva York –una planta más abajo, varias costureras están bordando a mano los detalles de pedrería del extraordinario vestido de Cynthia Erivo–. Sin embargo, nada en la actitud de la diseñadora revela falta de sueño ni los malabares que hay que hacer para criar a tres niñas pequeñas mientras se dirige una histórica casa de moda. Mira a Hana desde el suelo y con voz tenue le pide que camine.

En una industria de egos inflados que claman insistentemente su talento único, Sarah Burton, de 50 años, ha fundamentado su carrera en su fe en los demás. Modesta por naturaleza, tan cercana que sientes que la conoces de siempre, se ha ganado a cambio una devoción generalizada. “Lo de ‘sé amable’ se ha convertido casi en el eslogan de una camiseta”, le dedica Cate Blanchett; “pero cuando das con alguien que realmente lleva eso inscrito en sus moléculas, como es el caso de Sarah, saca lo mejor de ti. Para mí está reinventando el carácter del genio”.

Burton trabajó estrechamente con Lee Alexander McQueen desde su último año en la escuela de moda hasta la trágica muerte por suicidio del diseñador, 14 años después. Aunque siguió creando bajo el nombre de su mentor con elegancia y compromiso férreo, fue poco a poco consolidando su propia contribución a la moda hasta que abandonó McQueen en 2023 y asumió, al siguiente año, el mando de Givenchy. Delphine Arnault, CEO y presidenta de Christian Dior y directora de LVMH, quien fuera clave en la contratación de Burton, habla así de ella: “Siempre he seguido lo que hacía, porque tiene muchísimo talento. Es muy precisa técnicamente en la construcción, ya sea de un traje o de un vestido de noche, es casi alta costura (de hecho, Burton planea añadir una línea de costura el próximo año). Trino Verkade, primero en ficharla para McQueen y amigo íntimo, habla de la complementariedad de ambos diseñadores. Si bien Lee nunca se preguntaba por la comodidad de la prenda, sino que más bien le preocupaba “que al entrar en la sala todo el mundo se quedara mirando, Sarah buscaba que pudiese llevarse toda la noche”.

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Farándula y Moda

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Jue Jul 10 , 2025
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