¿Era necesario, por ejemplo, el bolso Loom de Loro Piana (más de 4.000 euros) para visitar la escuela de percusión de la playa de La Boquilla? Tal vez no, pero al igual que sus zapatos destalonados de Chanel (unos 1000 euros) y su pulsera Evil Eye de Lorraine Schwartz (más de 18.000 euros), forma parte de la coraza personal de Markle. Sabe por su círculo íntimo (es decir, Jamie Mizrahi y Misha Nonoo) que Loro Piana es un básico para el uno por ciento de privilegiados del mundo. Ni siquiera sumarle una camisa lisa de Mango de 40 euros podía eclipsar las piezas de inversión que llevaba encima, ni la estética depurada propia de una magnate de los medios de comunicación en ciernes.
A juzgar por las fotografías en las que una Meghan radiante visita el Foro Afro Women and Power y el Festival de Música Petronio, su visita a Colombia fue una declaración de intenciones acerca de su nuevo estilo de vida ejecutivo. Puede que aún estemos esperando a que su mermelada de fresa llegue a las estanterías virtuales del American Riviera Orchard, pero el propósito de esta mujer de negocios de Santa Bárbara de vender artículos de lujo para el hogar queda claro solo con ver lo que lleva puesto. Es una mujer Veronica Beard, una devota de St Agni Separates, una discípula de Carolina Herrera y una incondicional de los trajes de Altuzarra; también está germinando su interés por The Row (quizá lo esté posponiendo para no coincidir demasiado con Kendall Jenner). Todas estas marcas simbolizan el éxito, y Markle es consciente de ello. A diferencia de su cuñada, la Princesa de Gales, Megan no parece salida de un catálogo de Zara. Y ahora que se ha quitado de encima las obligaciones diplomáticas de la familia, no tiene por qué serlo. ¿Han merecido la pena el número de ceros de su guardarropa colombiano? A juzgar por su bolso tote Loom, la trayectoria profesional de la emprendedora Meghan va a dar mucho que hablar.
