La soledad de los directivos
“Vivo del pan que como, igual que vosotros; siento necesidades, saboreo el dolor y necesito amigos”. Estas palabras que Shakespeare puso en boca del rey Ricardo II demuestran que el sentimiento de aislamiento de quien está en los escalones más altos de la jerarquía viene de muy lejos. Y es que no es raro que, tras la imagen de seguridad, firmeza y solidez del líder, lo que se esconda sea una persona que duda, que teme y que anhela, y que solo se muestra cuando cierra la puerta de su despacho. Así lo refleja la encuesta que la compañía CTO Craft realizó en 2023 en la que el 97% de los líderes reconocían haber experimentado el sentimiento de soledad alguna vez.
El día a día en estos puestos enfrenta al directivo a multitud de retos profesionales y de gran complejidad que generalmente no se pueden compartir, porque no se lo permite ni el protagonista ni el entorno. Y es que se podría decir que la soledad de los directivos a estos niveles está subestimada y sepultada bajo la idea de que los conflictos van con el puesto y que se compensan con el sueldo. Pero, si ya de por sí tomar decisiones es difícil, más lo será cuando se sabe de antemano que las consecuencias recairán sobre una sola persona, que es la responsable.
A la problemática anterior hay que sumarle el aspecto social. Es decir, asumir un puesto directivo requiere saber gestionar equipos y saber relacionarse con sus integrantes. En estos casos es habitual que los subordinados no se comporten de una forma sincera por temor o por el interés de querer llevarse bien con ‘el jefe’. Al mismo tiempo, la persona directiva tampoco podrá confiar sus preocupaciones o problemas porque lo podrían percibir como una debilidad. Como tampoco lo hará con los superiores, que esperan una plena demostración de confianza y seguridad por su parte. De esta forma se da un aislamiento total de la persona, motivado por la falta de comunicación sincera a un nivel bidireccional.
Todas estas situaciones crearán una incomodidad y serán el caldo de cultivo perfecto para que surjan el estrés, la ansiedad o el agotamiento emocional. Estados que se reflejarán en el rendimiento profesional o en la forma de comunicarse y motivar al equipo. Consecuencias sobre el desempeño laboral que según Harvard Business Review experimentan el 61% de los CEO. Así, el sistema nervioso simpático se activa y los mecanismos neurológicos comienzan a trabajar para que la persona se encierre cada vez más en sí misma.
Lidiar con la soledad todos los días
Inspirados por Sócrates y su “Conócete a ti mismo”, el punto de partida para enfrentar este problema (y todos) es aprender a mirarse. Porque, como defiende José Aguilar, autor de La soledad del directivo junto a Javier Fernández Aguado: “Solo quien tiene un diálogo enriquecedor consigo mismo puede tener después conversaciones interesantes con los demás”. Esto es, mirarse para mirar a los demás y así analizar la situación de forma clara, madura y efectiva.