La técnica rápida de las expertas en orden con la que tengo la casa organizada (y el cerebro en calma)

La técnica rápida de las expertas en orden con la que tengo la casa organizada

La de paseos que me puedo dar cuando me pongo a recoger mi casa e intento poner cada cosa en su sitio. Por mucho que intente aplicar el minimalismo y reducir el número de objetos materiales, en una casa (sobre todo con niños) es realmente difícil no tener bastantes cosas. Y para mas inri, cosas pequeñas, de esas que llenan tu espacio visual, lo cargan y en mi caso me hacen pasar de 0 a 100 en cuestión de segundos. Cuantas más cosas a la vista (y desordenadas), más estrés acumulo. Antes solía enfadarme, quejarme y estresarme por ver los lápices de mis hijas en el salón, el juguete de turno en el suelo de la entrada o el cepillo del pelo en mi habitación, no solo por el caos que provoca en mi cerebro la imagen, sino por el tiempo que perdía yendo de un sitio a otro colando todo otra vez (sabiendo que en poco tiempo volvería a estar fuera de su lugar). Sin embargo, he reducido el proceso de enfado/queja/estrés por tener que darme paseos de un lado a otro –entiéndase la ironía– practicando una técnica sencilla que las expertas en orden practican de forma habitual en sus casas. Se llama cesting o truco de la cesta y consiste en algo tan sencillo (y eficaz) como hacerse con una cesta grande (puede ser la de la colada o una plegable) y, mientras se está haciendo la limpieza diaria, coger esa cesta y llevarla de habitación en habitación, metiendo los objetos que no están donde deberían estar. Así lo explica Leticia Pérez Serrano en su libro Orden tu casa, tu mente y tu vida (Alienta editorial). “Ve dejándolos cuando pases por su sitio correspondiente. Por ejemplo, imagina que estás en el salón y ves un cepillo de pelo, lo cogerías y lo meterías en la cesta junto al resto de cosas que vas encontrando. Sigue con tu rutina de limpieza y, cuando toca el baño ves en el suelo un juguete de tu hijo. En ese momento, sacas de la cesta el cepillo de pelo que pertenecía al baño y guardas el juguete para colocarlo en su sitio cuando llegues al cuarto de tu hijo”. Y así sucesivamente.

Es el mismo truco que ya nos explicó Alicia Martínez y que ella pone en práctica para recoger las cosas que están fuera de su lugar y colocarlas “sin apenas esfuerzo y perder el tiempo”, decía. De hecho, otra vertiente de este método, sobre todo antes de salir de casa (y para evitar el drama y el estrés al volver y verlo todo desordenado) es usar la cesta para recoger todo lo que está por medio antes de salir, para que a la vista se vea un espacio ordenado, y así la vuelta con calma, ir depositando cada cosa en su sitio. “Cada cosa en su lugar”, que dirían los Cantajuegos (entiéndase otra vez la ironía). Porque como dice Pérez Serrano, el caos se compone de microcaos, y son esas cosas que no parecen mucho pero que se van añadiendo al desorden general de la casa y que se van sumando hasta formar el caos absoluto.

El silencio visual calma el cerebro

Aunque todo lo anterior tiene una vertiente tremendamente práctica, la realidad es que los espacios despejados de cosas, incluso de muebles altos, calman el cerebro. Pero por una cuestión puramente física. “La corteza visual de una persona se ve abrumada por objetos que no están relacionados con una tarea en particular, hacen más difícil la concentración y la finalización de proyectos de manera eficiente. Para el cerebro el desorden representa un asunto inacabado y esta falta de integridad a veces resulta muy estresante para ciertas personas. Por tanto, el desorden o suciedad de los hogares es un factor que puede provocar una disminución de la concentración, la confusión y la tensión”, nos explicaba la psicóloga Pilar Guerra cuando hablábamos con ella de los beneficios del orden.

La línea del horizonte para encontrar el bienestar

De hecho, la arquitecta Ana Latorre Izquierdo, de Espacia Proyectos de Arquitectura, también recuerda la conveniencia de evitar el efecto pecera en las casas para tener una mayor sensación de bienestar. “Cuando buscamos equilibrio y armonía para conseguir sensaciones de bienestar la clave es disponer los muebles pensando en la posición que vamos a tener cuando usemos ese espacio. Es decir, no colocar los muebles por encima de nuestra línea visual del horizonte”, dice. Y aunque es cierto que la organización en vertical puede ahorrar espacio, al mismo tiempo cargará visualmente y provocará una menor sensación de bienestar .

El tamaño no es tan importante, la amplitud sí

Al hilo de todo lo anterior y cuando podría parecer que una casa grande es un seguro para no tender a acumular ruido visual, la realidad es que lo que importa es la amplitud que genera el orden y no tanto el tamaño. Así lo explica Meik Wikking, director del Instituto para la Búsqueda de la Felicidad de Copenhague, que llevó a cabo un estudio para observar los cambios de bienestar tras la pandemia y uno de los puntos tuvo que ver con cómo afectaba el espacio a la felicidad. Y precisamente comprobaron algo que para los amantes del orden puede parecer obvio (pero no tanto para los que no creen en los beneficios del orden): cuanto más abarrotado estuviera un espacio, menos satisfechos se sentían los inquilinos encuestados con la vida. Y precisamente, señala el experto, la percepción del espacio es tres veces más importante que el tamaño real del mismo. Y es ahí cuando entra en juego el orden y el silencio visual que favorecen esa amplitud.



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Farándula y Moda

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