Siempre he sido más de vacaciones en la ciudad que de playa, de recorrer museos y realizar actividades en vez de dejarme llevar por el dolce far niente. Sin embargo, un fin de semana en La Zambra fue suficiente para convencerme de que hay lugares en los que bajarse del mundo es el mejor plan. Ubicado en la Costa del Sol, concretamente a las afueras de Mijas (Málaga), este resort de lujo me enseñó lo que era realmente la desconexión total. Y con una variada oferta de restauración, relajación y ocio, me demostró que poner un pie fuera del paraíso está sobrevalorado. ¿Mi mayor preocupación durante mi estancia? Acordarme de reaplicar el protector solar.
Cortesía de La Zambra
Emplazado en lo que en otro tiempo fue el legendario Hotel Byblos (uno de los destinos más prestigiosos entre los 80 y los 90) y reabierto en 2022 como La Zambra, una de las cosas más especiales de este resort es que, a pesar de haber sido totalmente renovado, conserva muchos elementos arquitectónicos del original. Sus patios con fuentes, sus balcones y la silueta de sus edificios te acercan a otra era, creando esa ilusión de haberte transportado a otro lugar, uno en el que los problemas no existen. Pasar la tarde tomando el sol en sus varias piscinas es, sin duda, EL plan, mientras te pones al día con tus lecturas de verano, te pides un cóctel e, idealmente, te olvidas de tu teléfono y de las redes sociales. Pero lo mejor es que la propuesta del hotel no se limita a esto.
Cortesía de La Zambra
Cortesía de La Zambra
Uno de los grandes atractivos es su gran oferta gastronómica, que va desde lo más casual en el restaurante Palmito, donde tomarte algo al lado de la piscina, hasta la terraza del Bamboleo, donde tomar un cóctel de autor mientras disfrutas de un atardecer de película. Pero, sin duda, el restaurante Picador es el gran imprescindible: digamos que todo estaba tan delicioso, tan cuidado y con un servicio tan excepcional que merecería la pena una visita al resort aunque solo fuese por probar su nutrida carta. ¿Algunos imprescindibles? Alguno de los quesos con maridaje de su extensa oferta degustación, el gambón con porra cítrica de zanahoria morada (simplemente wow), el tartar de solomillo de vaca vieja sobre pan brioche (quizá el mejor tartar que haya probado nunca), la lubina sobre porra de piparra o el sorprendente bikini de oreja confitada. Y aunque, literalmente, ni mi acompañante ni yo podíamos más, no nos arrepentimos de atrevernos a probar uno de sus postres: el profiterol de mango.
El restaurante Picador en La ZambraCortesía de La Zambra
La terraza de Bamboleo en La ZambraCortesía de La Zambra
El restaurante Picador en La ZambraCortesía de La Zambra