Protegerse de los ladrones de tiempo
A veces resulta complicado saber dónde ha ido a parar el tiempo. Aunque hayamos comenzado la jornada laboral con buen pie –con tan solo una reunión agendada y varias entregas fáciles de cumplir-, al salir del trabajo descubrimos con sorpresa que aún nos quedan tareas pendientes por cumplir. Sin saber cómo, hemos perdido minutos, puede que incluso horas, que deberemos recuperar en algún momento. No hace falta que busques culpables, lo tienes delante de ti, frente al espejo: eres tú quien ha consentido que los distractores, tanto esperados como inesperados, interfieran en tu desempeño. Ladrones que consumen tu tiempo y tu energía sin ofrecer apenas recompensa o beneficio.
Los ladrones del tiempo son esas tareas no esenciales que nos distraen, agujeros negros laborales en los que solemos caer ya sea por inercia, por no saber poner límites, por no ser capaces de priorizar o, sencillamente, por apatía o desinterés hacia nuestras funciones. Distractores que pueden mermar nuestra productividad, pues interrumpen nuestro flujo de trabajo y dificultan la finalización de las tareas de manera eficiente y efectiva.
“Algunos, los más típicos y evidentes son el móvil, las RRSS, las llamadas inesperadas, pero en el ámbito laboral existen otros muchos que quizás pasen desapercibidos, como las interrupciones, las reuniones ineficientes, sin planificar y espontáneas, una incorrecta delegación de funciones, la falta de objetivos o de plazos o el exceso de charlas de pasillo o rumorología”, explica la entrenadora laboral Mayte García Caneiro.
El tiempo es vida
“El tiempo es vida y la vida es tiempo. Lo primero que quizás deberíamos hacer sería una reflexión sobre la manera en la que nos hablamos con respecto al tiempo. Las palabras crean realidad y por eso cuando decimos ‘No tengo tiempo’, en relación a lo anterior, estaríamos de algún modo diciendo ‘No tengo vida’”, asegura la coach en desarrollo profesional, quien nos insta a hacernos una pregunta: ¿No tengo tiempo o no sé gestionar mi tiempo?
A partir de esa respuesta, estaríamos preparados para realizar un primer diagnóstico y así ser conscientes de qué es exactamente lo que hacemos con nuestro tiempo, cómo lo distribuimos, en qué lo invertimos y en qué lo desperdiciamos. “Aquí es donde aparecen los famosos ladrones del tiempo, como si fuesen cosas ajenas a nosotros mismos, como si nosotros no tuviésemos nada que ver con esos personajes que se disfrazan de llamadas inesperadas, emails, redes sociales, y nos roban lo más valioso que tenemos sin que podamos hacer nada”, prosigue la autora del libro Cambiar mi vida a los 40, sí quiero. “Llegan y se llevan nuestro preciado tiempo. Me vais a perdonar, pero lo primero que deberíamos hacer es asumir que esos ladrones son muchas veces nuestras propias excusas o la incapacidad para hacerles frente”.