Las croquetas de jamón ibérico de Mazarino dejaron sin palabras a mi madre (y cuando unas croquetas consiguen ese efecto en una madre, poco más hay que añadir). Un rebozado crujiente y un interior cremoso (sin llegar a ser líquido), así como la calidad suprema del ingrediente principal son las claves de su elaboración. Consiguieron algo difícil: conseguir sorprendernos cuando creíamos que ya estaba todo inventado en este terreno. Aunque en este local emblemático del paseo de Eduardo Dato hay muchos más platos que merece la pena probar: desde los torreznos hasta los huevos rotos con carabinero y, por supuesto, sus callos a la madrileña o el escalope Mazarino.
Precio: Una ración (6 unidades), 12 €.
Dónde: Paseo de Eduardo Dato, 13.
Casa Julio
Si hay un templo de las croquetas en Madrid, es Casa Julio. Luis Torres pertenece a la tercera generación de hosteleros al cargo de este local, abierto en el centro de Madrid desde 1921. Ganó fama gracias a una sesión fotográfica de U2 en la fachada de su local; de hecho, si buscas Casa Julio en Google todos los resultados hacen referencia a las croquetas favoritas de Bono. Cuando pruebas cualquiera de las distintas versiones de su carta, entiendes la fama del local (más allá de la coletilla del grupo británico). Jamón, gorgonzola con pasas, picadillo, espinacas… imposible elegir un solo sabor.
Precio: Media ración (6 unidades), 6€; ración (12 unidades), 11€.
Dónde: Calle de la Madera, 37 (Malasaña).
Casa Macareno
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