Las nuevas colecciones Bird On A Rock de Tiffany & Co. alzan el vuelo

La colección de joyería fina, por su parte, incluye anillos, pendientes (que se llevan hasta de cuatro formas distintas), pulseras y collares, todos ellos diseñados con texturas orgánicas para evocar el movimiento del plumaje, el propio pájaro palpitando en el deslumbrante corazón de las piezas. Los anillos, apilables, se entrelazan igualmente como las plumas de un ala.

Verdeille, de 49 años –graduada en la prestigiosa Haute École de Joaillerie de París para después trabajar en Cartier, Chaumet y, desde 2021, Tiffany– no tuvo que recorrer Central Park en busca de inspiración: en su lugar, investigó a fondo el enorme archivo de la firma, con la cacatúa amarilla de Schlumberger como principal referente.

“Él era… ¿cuál es el pájaro que colecciona cosas? Era una urraca”, dice Santo Domingo. “Viajaba por todo el mundo en busca de nuevas técnicas, materiales y artesanías, y atesoraba objetos hermosos”. “Intentamos recrear la sensación de levitar”, comenta Verdeille, “para que parezca que el ave está en vuelo. Considerada en su conjunto, la colección es prácticamente poesía”.

Para el diseño de cada pájaro, recurrió, por supuesto, a distintas clases de diamantes –en tamaño, forma y color– y en proporción variable, con unos 20 o 30 de ellos engastados solo en las cabezas (el collar de tanzanita, por ejemplo, contiene 594 diamantes y requirió casi 350 horas de trabajo). “Cada pieza cambia según cómo la lleves”, explica la diseñadora. “Cuando la usas, le das una nueva dimensión”.

Más allá de actualizar la visión de Schlumberger, el objetivo de la directora artística era nada menos que transformar la casa Tiffany. “¿Cómo podemos jugar con su ADN histórico y, al mismo tiempo, modernizar el pájaro y la casa?”, se planteó. La respuesta: añadiendo movimiento y fluidez. “Lo que se hacía antiguamente en París era estudiar el movimiento de los animales en el zoológico”, continúa Verdeille. “Así fue como dimos forma a esta nueva ave: el ala, la cola”.

Más aún, fiel a su espíritu innovador, surgió también otra pregunta: ¿por qué tenía que ser una cacatúa… o incluso un pájaro, llegado el caso? “Antes de decidirnos por la cacatúa –recapitula la creadora– hicimos unos cuantos búhos, pavos reales y… ¿cómo se dice? Algunas palomas”. “Palomas bravías”, interviene Santo Domingo, “suena, sin duda, mucho más bonito”.

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Farándula y Moda

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Mar Sep 30 , 2025
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