A menudo olvidada, pero tan delicada y conmovedora como cualquiera de las demás obras de Coppola, este íntimo drama familiar sigue la historia de Johnny (Stephen Dorff), un actor frustrado, y de Cleo (una angelical Elle Fanning), la hija que vuelve a su vida y lo saca de su paroxismo. Gracias a ella, poco a poco irá dejando atrás su recién asumida rutina destructiva –holgazanear medio borracho entre encuentros sexuales anónimos mientras se recupera de una muñeca rota en el Chateau Marmont de Los Ángeles– para volver al candelero y retomar sus responsabilidades. El estilismo, por su parte, combina desenfado californiano –trajes de baño pulidos, vestidos de lino, camisas y vaqueros– con lujo discreto, ejemplificado por la perfecta sencillez, tan absolutamente elegante, del look que elige Cleo para una entrega de premios.
The Bling Ring (2013)
A las nacidas en los 90, el look por excelencia de 2008 (maxigafas de sol de mosca a lo Rachel Zoe, leggings, ponchos de estampados gráficos, bolsos gigantes, chándales de Juicy Couture con Uggs) siempre nos hará tilín. Sin embargo, no se puede negar que Coppola también lo clava en esta deliciosa aventura criminal que dramatiza la historia real de aquel grupo de adolescentes obsesionados con la fama que cometieron una serie de robos de lujo en Hollywood Hills. Se enfocaron en víctimas cuyos estilos admiraban, desde Audrina Patridge y Rachel Bilson hasta Megan Fox, Lindsay Lohan y Miranda Kerr, y les sisaron Louboutins y Birkins de sus desbordantes vestidores para lucirlos en sus noches salvajes. La vacua Nicki que interpreta Emma Watson acapara toda la atención con sus vestidos de fiesta de encaje, sus beanies holgados y sus vaqueros, pero también arrasa su icono, la reina Y2K Paris Hilton, cuyo legado estilístico parece impreso en cada fotograma: de hecho, ella fue una de las víctimas más castigadas por la banda y aparece en un breve cameo, además de permitir a Coppola que filmara de arriba abajo su casa y sus armarios. Quizá sea el mejor retrato de esa época concreta.