Lass Diarra, el futbolista que cambió el régimen de traspasos de la FIFA: “Infantino debería darme explicaciones. ¿No tienen vergüenza?” | Fútbol | Deportes

La sentencia del Tribunal de Justicia de la Unión Europea del 4 de octubre de 2024 culminó diez años de litigio de la FIFA contra “BZ”. La máxima autoridad judicial europea dio la razón al demandante, que sostuvo que el régimen de transferencia de futbolistas de la FIFA contraviene los artículos 45 y 101 del Tratado de la Unión Europea, relativos a la libertad de circulación de los trabajadores y la libre competencia. El golpe, que cuestiona la legalidad de un mercado de fichajes que en 2025 ha movido 14.200 millones de euros en todo el mundo, reúne suficientes megatones para provocar un terremoto en cualquier compañía. Pero apenas hizo temblar a la FIFA.

Un año después del dictamen, la organización que rige el fútbol mundial todavía da largas a “BZ”, nombre en clave administrativa del futbolista Lassana Diarra (París, 40 años), que no ha permanecido de brazos cruzados. Armado de la sentencia del TJUE, eso que en la industria ya se conoce como sentencia Diarra, ha acudido ahora a un tribunal ordinario para exigir a la FIFA el pago de 65 millones de euros de indemnización por daños y perjuicios. Hace una semana entró por la puerta de un gran hotel del Paseo de la Castellana, se sentó como si estuviera en su casa y pidió un expreso antes de explicar lo que espera de su nueva ofensiva, aunque prefirió no ser retratado por este diario.

“Espero tres cosas de la Justicia”, dice, con voz juvenil. “La primera, que diga en voz alta a los jugadores: ‘¡Pueden irse! Si están en un club y tienen un contrato, aquí están los criterios para liberarse’. Criterios objetivos que se recojan en un reglamento que todo el mundo pueda entender. Solo espero equilibrar el poder entre jugadores y clubes al 50%. Segunda cosa, que la FIFA diga: ‘Lo que pasó con Lassana nunca más va a ocurrir’. Y que me digan: ‘Lass, disculpa las molestias que te hemos ocasionado’. Y para terminar, que me devuelvan mi dinero. Existe un daño moral que tienen que compensar. La cifra (los 65 millones) fue calculada por la consultora independiente Compass Lexecon. La carrera de un jugador de fútbol son máximo 15 años. A mí la FIFA me impidió jugar durante 16 meses cuando tenía 29 años y estaba en mi plenitud. Si le restas este tiempo a 15 años, quitas un 15-20% del potencial económico de una carrera y estropeas lo que resta. ¿Cuánto son 11 años de gastos de abogado? ¿Y cuánto son los intereses de 11 millones euros, la multa que la FIFA y el TAS me obligaron a pagar en 2015? Porque si no pago, no puedo jugar. La justicia ordinaria ya les dijo que deben devolverme lo que pagué. La FIFA lo sabe. Pero les importa un comino. Hoy, son 65 millones. ¡En un año serán unos cuantos más! ¡El tiempo pasa!”.

Acompañado por los abogados Martin Hissel y Jean-Louis Dupont —el mismo Dupont que en 1995 precipitó la sentencia del TJUE que cristalizó en la Ley Bosman y abolió el cupo que limitaba los extranjeros de las plantillas de fútbol—, Lass ha vuelto al ataque con la tenacidad con que recorrió el mediocampo del Chelsea, el Arsenal y el Real Madrid hasta que con 29 años cometió el error de hacer lo que hicieron un puñado de estrellas en la segunda década del siglo XX y en 2012: se fue a buscar fortuna al horizonte prometedor de Rusia. Igual que ahora sucede con la liga de Arabia Saudí, la liga rusa gozaba entonces del auge dorado que caracteriza al fútbol de los países anfitriones con gobiernos autoritarios que dirigen sus economías nacionales hacia la organización de la Copa del Mundo, como pasaba con la de 2018.

Pregunta. Usted era titular de la selección de Francia cuando en el verano de 2014, dos años después de dejar el Real Madrid, comenzó un conflicto laboral con el Lokomotiv de Moscú que precipitó el final de su carrera. ¿Qué pasó? Según el TJUE, el Lokomotiv alegó que le despidió por su “mal comportamiento”, y que luego le demandó en la FIFA invocando el reglamento de traspaso de jugadores por “rescisión del contrato sin causa justificada”.

Respuesta. Yo nunca rescindí mi contrato. Al volver de las vacaciones me encontré con que me daban una carta de despido. La presidenta del Lokomotiv [Olga Smorodskaya] me dijo que no tenían medios para seguir pagándome el salario. Así es la vida. Lo acepté. Nos pusimos a buscar clubes para encontrar una salida. Pero como el Lokomotiv no obtuvo las ofertas que querían y que me convenían a mí, porque soy humano y tampoco estaba dispuesto a ir a cualquier lugar… comenzaron los problemas. Yo quería volver a Europa pero ellos tenían otros planes que no sé cuáles son. Pienso que detrás ya tenían todo preparado con la FIFA. Como la Copa del Mundo de 2018 se estaba organizando en Rusia, los clubes rusos tenían conexiones fuertes con la FIFA y eso les dio confianza. Porque en el mundo normal, lo que me hicieron no se hace. Es como si a Rodrygo el Madrid lo pone en venta y como no recibe ofertas lo despide y le dice: “Me debes 90 millones de euros”. A mí me hicieron eso con la ayuda procesal de la FIFA.

La primera cosa que espero de la Justicia es que diga en voz alta a los jugadores: ‘¡Pueden irse! Si están en un club y tienen un contrato, aquí están los criterios para liberarse’. Que se equilibre el poder entre jugadores y clubes al 50%.

P. ¿Cómo fue ese reencuentro con la presidenta del Lokomotiv?

R. Me dijeron que estaba despedido y que tenía prohibido entrenar con el equipo. Y que tenía que ir a una clínica a hacerme pruebas médicas para determinar si me drogaba o tomaba alguna cosa. Yo les advertí que iría a pedir ayuda a la embajada de Francia. Pensé que necesitaba la protección de mi país. Querían que renunciara al contrato. Durante un año solo me hablaron en inglés. Cuando regresé de las vacaciones solo hablan ruso. Me pidieron que firmara un montón de papeles. Yo dije: “yo no firmaré nada; esto está en ruso, yo soy francés. Quiero mi embajada a mi lado para que traduzcan”. Y ahí me dijeron: “dame tu pasaporte, te quedas aquí, no vas a irte”.

P. ¿Usted habría estado dispuesto a renunciar a los tres años de salario que le debían a cambio de quedarse libre?

R. ¡Sí! ¡Les dije que ok! ¡No hay problema! Pero ellos me respondieron que no. “Tú nos vas a dar 22 millones”. ¿Por qué? Porque en una ley rusa, que yo no conozco, que dice que tengo que pagar 22 millones. Me compraron al Anzhi pero nunca pagaron 22 millones por mí. Y la FIFA lo sabe. ¿Cómo la FIFA autorizó eso?

P. ¿Quién lo condenó a pagarle 11 millones de euros al Lokomotiv, y quién le impuso 16 meses de suspensión?

R. Cuando surge un conflicto, primero el club se dirige a la Cámara de Resolución de Disputas de FIFA, y en segunda instancia al Tribunal Arbitral del Deporte. Pero el TAS esta co-financiado por la FIFA. Ellos me condenaron de hecho a permanecer 16 meses sin club, pero a priori nunca me informaron del tiempo que estaría sin jugar. Era como estar en prisión sin saber cuándo me quedaba por cumplir. Esperé 16 meses y un día. Mientras tanto, nunca supe cuánto estaría sin club: tal vez 16 meses, tal vez tres años, o cuatro… Yo le he preguntado a la FIFA cuándo, en toda la historia del fútbol, hicieron vivir 16 meses sin club a un jugador y después, además, le impusieron una multa de 11 millones.

Yo le he preguntado a la FIFA cuándo, en toda la historia del fútbol, hicieron vivir 16 meses sin club a un jugador y después, además, le impusieron una multa de 11 millones

P. Sin el estímulo del entrenamiento en equipo y sin el estrés de la competición el cerebro pierde cualidades que se reflejan en el físico, en la reacción, en la adrenalina. Ningún futbolista de 29 años volvió nunca a competir al máximo nivel después de un año y medio aislado. ¿Cómo regresó?

R. Solo pensaba en entrenar y en dormir. Nunca trabajé tanto. Ni cuando jugaba en el Madrid. Entrenaba tres veces al día. Salía a correr por la calle, como Rambo, y por la noche hasta la madrugada hacía ejercicios de alta intensidad en un gimnasio. Es imposible equiparar eso a la competición. Me faltaban los partidos, los amigos, la competencia con los compañeros, la adrenalina, el entrenador… No es lo mismo porque los contactos no son iguales y el fútbol es un juego de contacto. Tienes que encontrar los recursos dentro de ti. Vi partidos antiguos míos para volver a tener confianza, ver qué era capaz de hacer. La Euro 2016, que se jugaba en mi país, era mi desafío personal. “¿Soy yo, Lassana, capaz de regresar a la selección francesa después de 16 meses sin jugar e ir a la Euro? Decían que no. Pero lo logré porque regresé con el Marsella en agosto, empecé a jugar y en octubre volví a la selección francesa. Deschamps me dijo: “¿qué has hecho para volver a jugar así?”. Construí certezas. Me convencí de que seguía siendo un buen jugador.

P. ¿En qué momento comenzó a pagar las consecuencias de haber vivido 16 meses de aislamiento sin competir?  

R. El primer año en el Marsella jugué 49 partidos, y a mitad de temporada empecé a tener problemas en una rodilla. Pero como el Marsella estaba en dificultades, había Europa League entre semana y una final de la Copa contra el PSG, y el entrenador me decía que por favor intentara aguantar… Justo antes de la Eurocopa, el 30 de mayo, me lesioné. Y todo porque después de 16 meses sin jugar el cuerpo no soporta hacer 49 partidos a tope en un año. Imposible. Me faltaba energía, pero no podía descansar porque la plantilla era muy joven. Eso crea desequilibrios en tu cuerpo. Primero una inflamación en una rodilla, después en la otra, luego una lesión en la espalda… De hecho, lo ideal el primer año habría sido jugar 20, 30 partidos. Pero no paré de jugar ni de ir a declarar ante el TAS.

P. La sentencia del TJUE se publicó el 4 de octubre del año pasado. ¿En todo este tiempo la FIFA no se ha puesto en contacto con usted?

R. Me contactaron exjugadores que trabajan para la FIFA pero yo les dije que el que tiene que hablar conmigo es su presidente, Gianni Infantino. Tiene que explicarme qué es lo que ha pasado. Y por supuesto que me van a devolver mi dinero. Es lo mínimo. Pero antes tienen que hacer un comunicado reconociendo que yo tengo razón. ¿No tienen vergüenza? ¿Cuál es el mensaje que envían a todos los demás jugadores? Todavía hoy siguen haciendo creer al mundo entero que yo rompí mi contrato en Moscú y que voy a pedir dinero. Todo lo que hicieron es premeditado y son cómplices. Hoy, ¿qué hace Rusia? ¿Cuál es su contexto? ¿Dónde empezaron mis problemas? Cuando los jueces quieren, saben muy bien decir la verdad. ¡No se trata de dinero en el fondo! ¡Es solo una cuestión de honestidad!

P. ¿Cómo firmó por el Marsella?

R. Me hicieron firmar un papel en el que decía que, si el Lokomotiv reclamaba 20 o 15 millones, yo me hacía responsable del pago. ¡Nadie hace eso en el fútbol! A mi todos me trataron como si fuera un delincuente cuando la FIFA sabía la verdad pero no quería decirla al mundo.

Si mañana tu club te bloquea, existirá la Ley Diarra: calculamos cuál es el verdadero daño que sufre el empleador, vamos a pagar eso y nos iremos. Si no quieres eso, pues nos iremos y tú irás a juicio. Te daremos tu transfer ¡y ya está!

P. Su conflicto con la FIFA deriva del hecho de que los futbolistas tienen un régimen laboral especial. Además de ser trabajadores que prestan un servicio forman parte del capital de la empresa-club. ¿Usted comprende el estatuto del jugador como capital del club o piensa que lo ideal es considerar al jugador como un empleado normal, que por lo tanto debe tener derecho a una movilidad total?

R. Pongamos un ejemplo que podría servir pata la mayoría de los clubes. Si Lamine dice que quiere irse del Barça, Laporta respondería que no. “Si te vas, tráeme mil millones, o lo que sea”. Lamine no puede hacer nada. Tiene que aceptar porque tiene un contrato. Ahora pensemos en Ansu Fati. Si Barcelona ya no te quiere y te dice que te vayas, y tú no quieres irte, ellos tienen el poder. Vas a entrenarte con el equipo B, tal vez no te dejen jugar, y es muy probable que trabajen con los medios de comunicación para hostigarte con mensajes. Te convertirán o no en El Villano dependiendo de tu valor de mercado. Si hay mucho dinero por recuperar, se tiene cuidado con lo que se dice, si no hay tanto dinero por recuperar, se actúa. Y hoy en día, después de la Sentencia Diarra, eso no debería existir. El jugador no puede irse gratis pero los clubes no pueden exigir indemnizaciones que no tiene nada que ver con el daño sufrido.

P. ¿Se siente responsable de una lucha en nombre de todos los futbolistas? Para alguien acostumbrado a la máxima competición, ¿vive su pleito como algo emocionante o simplemente lo siente como un proceso administrativo?

R. Tengo 40 años, estoy más tranquilo. Este proceso no es solo para mí. Yo sé que eso va a ayudar a muchos, muchos jugadores. Jugadores grandes y jugadores desconocidos en una posición de debilidad. Si mañana tienes la oportunidad de ir a un gran club o tu club te bloquea, existirá la Ley Diarra: calculamos cuál es el verdadero daño que sufre el empleador, vamos a pagar eso y nos iremos. Si no quieres eso, pues nos iremos y tú irás a juicio. Te daremos tu transfer, tu certificado para jugar, ¡y ya está! Yo he hecho más que mi parte. Ahora toca a otros. Estoy seguro de que en el futuro, FIFPRO Europe va a conseguir normas objetivas que garantizan un justo equilibrio entre los intereses de los jugadores y de sus clubes; y con respecto al pasado, la acción colectiva de la fundación Justice for Players, en Holanda, va a permitir a todos los jugadores y exjugadores, sometidos a las reglas FIFA declaradas ilegales por el TJUE conseguir una indemnización por haber sufrido esta ilegalidad desde 2003.

No mucha gente está preparada para quedarse sola. La gente te repite que cuando dejas el fútbol es la muerte. ¿La muerte de qué? ¿Sabes qué es la muerte? Venid conmigo a donde crecí de pequeño: eso es la muerte. Yo cumplí mi sueño. No estamos salvando a nadie. Es solo fútbol. Se lo digo a mi hijo: “Esto es solo fútbol, ¡tranquilo!”.

P. ¿Cómo fue su infancia?

R. Mi madre era limpiadora, y mi padre obrero, trabajaba con máquinas en la calle. Me dieron valores. Éramos siete hermanos y hermanas. La casa era pequeña pero yo era muy feliz. Teníamos para comer, estábamos juntos, y yo quería jugar al fútbol. Tengo salud, tengo hijos, no hay nada realmente grave en mi vida. Mira Gaza, mira Ucrania… Yo he tenido la suerte de que Dios me dio la profesión que quiero hacer. Por eso yo relativizo, porque un día vamos a morir. He ganado mucho dinero, pero ¿cuál es el mensaje que quiero trasladar? ¿Qué le digo a mis hijos? ¿Qué está pasando en Israel? ¿Qué les explico a los niños? “Papá, el fútbol… ¿es eso? ¿Por qué te suspendieron?” ¿Hablamos de 65 millones? Esa no es la imagen que yo quiero dejar. Podemos estar o no de acuerdo. He cometido errores, pero mi vida no ha sido la más fácil. Me fui de casa con 11 años. La primera vez que mis padres me vieron jugar fue en la televisión, cuando jugaba en Le Havre, en Ligue 1. Mis padres no tenían dinero para venir a verme. Es normal. Hay cosas más importantes. Había que pagar la casa, la comida. Es la vida de un montón de niños como yo. Por eso tengo una mentalidad diferente. El mundo de los famosos del fútbol me daba igual.

P. ¿Cuándo usted jugaba, le preocupaba la idea de la justicia?

R. La vida que he elegido no es justa. Sé, de hecho, que cuando quieres ser futbolista, debes saber que la vida de un futbolista es así. Tenemos una vida increíble, dinero, viajes por todo el mundo, aficionados que te reclaman… Cuando eres pequeño juegas por la pasión. Cuando creces hay otros parámetros que entran en juego, como un agente, un abogado, el dinero, el presidente del club, el marketing, los medios… Te pongo un ejemplo: tienes dos jugadores que juegan igual de mal. De uno dirán que no es bueno, y del otro dirán que está cansado. Pero eso no es grave. Es la vida que elegimos y ¡claro que muchos de nosotros cometemos errores! Yo lo hice todo solo. Florentino Pérez puede dar fe. Cuando me fui de Madrid fui yo quien habló con Florentino. Yo negocié solo. Tenía representante, ¡pero yo era mejor que él!

P. Hay futbolistas que se contentan con conservar una cuota de riqueza, poder y fama, a cambio de no tener que enfrentarse a las autoridades para reclamar derechos legítimos. ¿Por qué usted no hizo como ellos?

R. El 90% de las personas son así Y si tú estás en el 10% diferente, todo el mundo está en tu contra. No mucha gente tiene valores y se aferra a ellos. Pero el mundo de 2025 es Instagram, es estar en el estadio, es estar con presidentes, con gente… Incluso si te aplastan. No importa. Yo prefiero estar con la gente que quiero porque un día vamos a morir. Las personas con una verdadera personalidad no tienen mucho interés en estar rodeados de gente. Cuando no tienes miedo no necesitas hacer piña. No mucha gente está preparada para quedarse sola. Como eres futbolista te sientes Dios, pero no eres Dios. ¡Todo se acaba un día! La gente te repite que cuando dejas el fútbol es la muerte. ¿La muerte de qué? ¿Sabes qué es la muerte? Venid conmigo a donde crecí de pequeño: eso es la muerte. ¿Ahora? Ya he cumplido mi sueño y hay tiempo de hacer otra cosa. No estamos salvando a nadie. Es solo fútbol. Se lo digo a mi hijo: “Esto es solo fútbol, ¡tranquilo!”. Mi madre y mi padre tenían mucha, mucha más fuerza que yo. ¿Qué jugué en el mejor equipo del mundo? Vale, ¿y qué?  

El sindicato de futbolistas de España insiste: “Hay que cambiar la ley”

La sentencia del Tribunal de Justicia de la Unión Europea que dio la razón a Diarra hace un año y declaró que el Estatuto de Transferencia de Jugadores atentaba contra los principios de libertad de competencia y la libre circulación de trabajadores, forzó a la FIFA a abrir un debate para reformar la normativa. A partir de ahora, las indemnizaciones por rescisión unilateral de los contratos se determinarán en virtud de criterios objetivos, según la FIFA. El debate está abierto. María José López, directora del área institucional y jurídica del sindicato de referencia en España, la Asociación de Futbolistas Españoles (AFE), observa que “las cláusulas deben calcularse en virtud de la duración del contrato, la edad del futbolista, la remuneración, las fechas de la ventana de mercado en la que se produce la rescisión…”. 

“En España, de momento, nos regimos por el Real Decreto 1.006 de 1985 que regula la relación laboral especial de los deportistas profesionales”, señala la abogada de AFE. “Y hemos insistido al Ministerio de Trabajo que había que cambiarlo porque hay situaciones de vulnerabilidad de deportistas por estas cláusulas penalizantes por rescisión de contrato. El Artículo 16 dice que si el jugador se quiere ir tendrá que pagar la indemnización si no hay pacto. Lo que ocurre es que esos pactos en muchos casos son leoninos”. 

“Hemos tenido un juicio con el Rayo Vallecano, que hacía contratos a jugadores de la Segunda B que cobraban 400 euros al mes y tenían cláusulas de 25 y 50 millones”, observa la abogada. “En ese proceso nosotros hemos planteado la sentencia Diarra para saber si estas cláusulas van contra los Artículos 45 y 101 del Tratado de Funcionamiento de la UE. Los clubes argumentan que ellos tienen derecho a meter cláusulas indemnizatorias en los contratos con jóvenes porque así compensan los gastos de formación. ¿Pero, qué formación? ¿Le ha costado a usted 50 millones formar a un jugador que tiene 17 años?”.

“Los futbolistas no judicializan esto nunca de manera individual porque tienen miedo”, concluye María José López. “A los jugadores que van a la justicia ordinaria el mercado del fútbol los estigmatiza. Y esto lo permite el Artículo 16 del Real Decreto 1006. Pero si cambiamos el 16 y ponemos una serie de elementos de objetivización, ayudaríamos a esas personas que están en situación de indefensión respecto a un club y un mercado muy sectorial. Un deportista no tiene margen de maniobra: son 20 empresas. Y o juegas o juegas. Hay que protegerlos”.

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