Laura de Grinyo, ceramista: «Creo que, como colectivo, estamos recuperando los materiales físicos a medida que la sociedad se vuelve más virtual e influida por la tecnología”

Hay lugares que son una invitación a la creación artística. Y la casa-taller de Laura de Grinyo (Ibiza, 1989), ubicada en el interior de la isla pitiusa y enmarcada en una suerte de paraíso vegetal, es uno de ellos. “Al cabo de dos años viviendo aquí instalé también mi estudio. Fue a raíz de la pandemia. Al principio tenía un torno, una mesa con caballetes y una estantería de IKEA. Con el tiempo he ido ampliándolo: ahora se compone de un lavadero, una zona para el horno y espacio para tenerlo todo organizado. He aprendido que la cerámica demanda mucho orden, el tópico del creativo caótico no funciona. Aquí se necesita método”, cuenta desde la sede de Ladio Ceramics, un proyecto de vida que ha ido evolucionando y, todavía hoy, se sigue redefiniendo.

Laura de Grinyo ceramista Creo que como colectivo estamos recuperando los materiales físicos a medida que la sociedad...

Silvia Retana

La cerámica llegó a la vida de Laura hace apenas seis años, aunque su carrera siempre estuvo ligada a la artesanía. Estudió diseño de moda en Barcelona y, al terminar la carrera, tocó casi todos los palos: trabajó como ayudante de fotografía, vídeo y estilismo, lideró proyectos para pequeñas marcas de amigas, hasta que lanzó Ladio –aunque, en aquel momento, era una iniciativa enfocada en la creación textil–. “Empecé con turbantes y pequeñas piezas que teñía a mano y podía vender en la isla. Luego pasé a hacer vestidos de algodón que cosían unas señoras locales y también lancé una colección de biquinis”, recuerda. Pero, tras varios contratiempos, decidió parar la máquina, salir de las redes sociales y con- cederse un tiempo para buscar la verdadera vocación de la enseña. Fue entonces cuando apareció el barro.

Laura de Grinyo ceramista Creo que como colectivo estamos recuperando los materiales físicos a medida que la sociedad...

Silvia Retana

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Silvia Retana

«Mi hermana Rosa me habló de un taller de alfarería tradicional –que resultó ser el más antiguo de la isla–. Conocí al dueño, Adrián, y me matriculé en un curso de 20 días. Cuando acabó, decidí quedarme. Cada vez pasaba más horas y casi sin darme cuenta empecé a formar parte del lugar. Conecté muchísimo con su familia, me quedaba por las tardes trabajando en el torno cuando el estudio cerraba y su padre se quedaba conmigo, comiéndose un bocadillo, mientras hablábamos de la vida”, narra emocionada. Así, esbozó un proyecto vacío de pretensión, con el objetivo de crear algo para sí misma con una materia prima plagada de connotaciones: “Puede parecer humilde, pero es el material primigenio. Todos nacemos de la tierra y volvemos a ella, es como nuestra madre, y trabajar con el barro es una forma de honrar todo eso”. Fue entonces cuando decidió relanzar la marca bajo el nombre de Ladio Ceramics y mostrar sus creaciones al mundo.

Al principio puso el foco en piezas decorativas y objetos funcionales que Laura fabricaba bajo pedido para clientes directos e interioristas –confiaron en ella nombres como Carmen Straatsma o Isabel López-Quesada. Poco a poco, se fue lanzando a diseños de mayor tamaño y, también, con un carácter cada vez más escultórico: “Ahora estoy explorando una línea de la arcilla mucho más salvaje, desde un respeto muy elevado, haciendo una producción muy pequeña de objetos únicos, pero muy bien trabajados. Siento que necesitan encontrar su dueño, y no al revés”.

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Farándula y Moda

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