Lila Moss confirma el retorno de la rebeldía de los 90
Si Kate Moss se erige como un icono estilístico que ha marcado décadas y aún lo sigue haciendo, su hija, Lila Moss, ha saltado a la escena como su perfecta sucesora. La modelo ha sido vista en paseando por parís con un look que encapsula a la perfección la esencia de la moda de los años 90 y demostraba que las tendencias más icónicas de aquella década están de vuelta, y con mucha fuerza. Tales son las referencias visuales a esta época que es prácticamente imposible no recordar algunos editoriales icónicos imaginados por Carine Roitfeld o el gran Tom Ford durante su época en Gucci. El estilismo de Lila pudiere haber sido un look de un desfiles del último muy aplaudido por la primera.
Vayamos al grano. Lo que llama la atención en primer lugar es su americana por el estampado que la protagoniza: el leopardo, un emblema absoluto de la estética rebelde y decadente que dominó las colecciones de los 90. El leopardo dejaba de ser un símbolo vulgar para convertirse en el epítome del lujo y la sensualidad –a día de hoy podemos verlo en colecciones de Ganni o Dolce & Gabbana–. Lila Moss retomaba esta narrativa con una cazadora con solapas de corte clásico y con los hombros marcados haciendo del animal print el hilo conductor. Este estampado propiciaba la relajación del resto de piezas al equilibra con la sobriedad de los tonos neutros de las otras prendas del look.
Debajo de la chaqueta, Lila apostaba por una blusa de encaje en color negro y tejido transparente que remitía directamente a las icónicas campañas de finales de los 90, con Carine Roitfeld y Mario Testino detrás de las imágenes más provocadoras y sugerentes de la época. El encaje negro, cargado de connotaciones y de sofisticación creaba contraste entre la piel que asomaba bajo las transparencias y el sujetador en forma de triángulo que reforzaba esa dualidad entre lo refinado y lo subversivo.
Los microshorts de cuero negro, ajustados y de tiro medio que elegía la pequeña Moss, evocaban directamente las piezas fetiche que Ford introdujo en sus colecciones para Gucci y que volvía a poner en escena Sabato de Sarno antes de dejar la dirección creativa de la marca italiana. Este tipo de prenda, símbolo de poder y actitud a través de su tejido en efecto piel se vincula con la estética grunge y hedonista de los 90, cuando modelos como Kate Moss, Carolyn Murphy o Amber Valletta desfilaban con prendas que hablaban por sí solas. Lila combinaba los shorts con medias negras translúcidas, otro guiño al heroin chic que marcó la época. Los tacones de infarto en forma de stilettos y un bolso de hombro en negro supusieron la guinda del pastel del look que querremos replicar sí o sí –la que escribe estas palabras, sin duda alguna–.
