Joey King sigue haciendo uso, a sus 25, de su rostro aniñado para encarnar a Tally, una adolescente a punto de cumplir los 16 que ve cómo se acerca el día en el que, por fin, se someterá a la intervención con la que conseguirá un cuerpo increíble y la cara con la que siempre ha soñado. Unos meses antes, su mejor amigo pasa por quirófano y se va a la ciudad, el lugar en el que terminan todos los mayores de la mencionada edad una vez se someten al procedimiento. Fuera de los confines de una suerte de residencia de estudiantes donde aguardan a que llegue su momento. Pero no todo es tan inocente y hay una villana de aires mesiánicos, pero también gente buena. Tally se encuentra con la resistencia al régimen de Dr. Cable dentro de su propia escuela y descubre que todo lo que han metido en la cabeza a la fuerza está basado en una enorme mentira. Los feos podría estar bien, pero nada está bien en este thriller futurista en el que la historia se desarrolla de un modo excesivamente simple y el acabado visual del filme es pobre.
Es McG el que está detrás del proyecto. La niñera o Familia revuelta, dos de sus proyectos para Netflix, son auténticas obras maestras al lado de este largometraje que ni siquiera tiene un final. El filme deja su cierre en suspenso y da a entender que tendrá continuación. Son cuatro los libros que conforman la saga de Los feos así que no sería de extrañar que hubiera secuela de la cinta. Las críticas de la prensa especializada han sido demoledoras, pero eso nunca ha sido impedimento para que el servicio de streaming continúe explorando los universos de las historias que atraen a sus espectadores y, por el momento, parece que esta película ha conseguido eso, audiencia.
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