Los fondos de capital riesgo buscan soluciones para salvar un atasco histórico en las operaciones | Empresas

Los fondos de capital riesgo, dedicados a invertir de manera oportunista con el fin de obtener altas rentabilidades para sus inversores, están sufriendo una crisis generalizada. Fuentes del sector señalan que la imposibilidad de vender aquellos activos que compraron hace unos años y completar así su objetivo de retornar el capital con plusvalías está siendo el tema más comentado en la cumbre mundial del private equity que se ha celebrado esta semana en París.

Desde el International Private Equity Market (IPEM), donde participan las principales firmas del mundo, como BlackRock, Blackstone, KKR, Goldman Sachs y una larga lista de gestoras globales, subrayan que se están encontrando atrapadas en inversiones hechas antes de la pandemia, que actualmente son incapaces de vender a las rentabilidades que les es exigido.

En aquel entonces, explican las mismas fuentes, las valoraciones eran muy elevadas, dado que los tipos de interés eran próximos a cero o incluso negativos dado que el escenario era deflacionario, lo que les permitía captar deuda a un coste muy bajo y hacer transacciones a altos precios.

Sin embargo, el escenario ha cambiado radicalmente. Primero, la pandemia supuso un golpe para muchas empresas del que algunas aún no se han recuperado. Posteriormente y sin solución de continuidad, la invasión de Rusia sobre Ucrania desató una crisis global energética que posteriormente se tradujo en un fuerte repunte de la inflación, lo que llevó a los principales bancos centrales del mundo a elevar los tipos de interés de manera abrupta para contener la escalada de precios, que ha limitado el poder adquisitivo de la ciudadanía.

Y ahora, la situación dista mucho de haberse estabilizado. De hecho, la inestabilidad geopolítica marcada por la Administración Trump fue una de las mesas de análisis celebradas en el Palacio de Congresos de la capital de Francia, a escasos metros del Arco del Triunfo del París que corona los Campos Elíseos y no muy lejos de La Defense, su ciudad financiera.

En los pasillos de IPEM, entre infinidad de obsequios para promocionar las marcas, se producen reuniones entre gestoras, fondos y agentes de la industria financiera de forma hiperactiva. Apenas hay tiempo para comer un sandwich y un café a la una de la tarde del jueves inaugural. Todos buscan levantar capital para continuar con el ciclo de comprar empresas para venderlas años más tarde y retornar el capital a los inversores con altas rentabilidades.

Pero el conocido como fundrasing cuesta. Sobre todo cuando estás atascado en anteriores inversiones que no eres capaz de vender. Los dueños del capital quieren resultados y ahora los gestores no pasan por su mejor momento.

Un gestor independiente que trabajó en el pasado para firmas de primer orden como Goldman Sachs o Morgan Stanley señala que el atasco se produce sobre todo en las operaciones más grandes, que en el conocido como midmarket no están tan atrapados.

Esta crisis global también tiene su reflejo en España. Es cierto que el levantamiento de capital no es tan complicado gracias al apoyo público. El Instituto de Crédito Oficial (ICO) está entrando con dinero de las arcas del estado en los fondos para ayudarles a completar las rondas de financiación. Pero en lo que respecta a las operaciones, la tónica también es de preocupación. Los fondos de capital riesgo habitualmente tienen unos ciclos de permanencia en las empresas en las que venden de unos cinco años. Y actualmente ese ciclo se está alargando. Primero, por la pandemia, y luego por las guerras.

En el sector cada vez es más habitual encontrar lo que se conoce como fondos de continuación. Es decir, que aquellas gestoras que no encuentran compradores para sus compañías lo que hacen es levantar nuevos fondos en los que ofrecen a sus inversores seguir con la inversión. Pasar la compañía al fondo que denominan secundario. Es pedirle a los que ya pediste dinero una segunda oportunidad, a ver si las condiciones de mercado cambian y se puede vender por más dinero de lo que se ofrece ahora.

Esa es una industria al alza cada vez más sofisticada. En IPEM también se encuentran especialistas en sustituir a aquellos inversores que no pueden dar una segunda oportunidad o no aguantan más. Son los denominados Limited Partners (LPs). Son los que ganaron mucho en la década pasada y ahora no están teniendo la misma suerte y para colmo empieza a aflorar cuitas con Hacienda que pone a todos los key managers de los fondos en jaque.

También tratan de surfear la ola. Otra de las tendencias de IPEM es la búsqueda de inversores en defensa. En España, fondos como Nazca han hecho de la necesidad virtud con el bum del gasto militar que se avecina.

Pero el problema continúa. Fuentes del sector esperaban que el cuarto trimestre mejoraran las cosas, pero algunos ya miran a 2026. Las extravagancias de Trump, sumado a la crisis geopolítica mundial no dan tregua en los mercados. Al menos no dan tregua en el mercado de private equity. Esta semana se ha conocido que la inversión extranjera en España, sin Entidades de Tenencia de Valores Extranjeros (ETVE), ha caído un 60,4% en los primeros seis meses de 2025 en comparación al mismo periodo del año pasado, y ha alcanzado un volumen de 8.476 millones de euros, según el Registro de Inversiones Extranjeras DataInvex de la Secretaría de Estado de Comercio, recogido por Europa Press. En el primer trimestre de 2025 se cerraron 22 operaciones, frente a las 54 transacciones del mismo periodo de 2024, lo que supone un retroceso del 60%, según los datos recopilados por DC Advisory, tal y como avanzó este medio.

La confianza de los capitales foráneos ha retrocedido un 13%, según el Índice Kearney de Confianza para la Inversión Extranjera Directa en 2025, lo que hace al país caer del top 10 de destinos inversores más atractivos. La cuestión no es baladí para uno de los países más abiertos a la inversión foránea del mundo. Los mandatos multimillonarios de venta como Urbaser, Grifols, las alianzas de fibra de Vodafone y Telefónica o la búsqueda de socio de Celsa y el desbloqueo accionarial de Naturgy no se acaban de materializar. Tampoco el cambio de control de Talgo, la venta de parte o del todo de Minsait (Indra), o los diversos procesos de renovables que tenían pendientes Iberdrola, Repsol o Cúbico. Y cuando se produce la transacción, como este verano hizo Acciona, las valoraciones distan mucho de las expectativas iniciales, pero a veces la necesidad de desapalancamiento manda. Ni siquiera está claro que BBVA acabe comprando Sabadell.

El sector del retail también sufre. Así lo demuestra la paradigmática inversión de L Catterton (Luis Vuitton) en Goiko Grill desvelada por El Confidencial. Todo apunta a que el acreedor (Capza) se tendrá que comer la firma de hamburguesas. La pandemia primero y la pérdida de poder adquisitivo de la ciudadanía por la inflación después explican su crisis.

Los fondos más especuladores, conocidos como gestoras distress o directamente fondos buitre, afilan las garras. Su pronóstico, compartido por uno de sus gestores esta misma semana, es que el alto volumen de vencimientos de deuda del próximo año será pasto de restructuraciones cuando no directamente procesos de quiebra. Los buitres tienen hambre. El problema es que cuando no encuentran carroña -en parte por el alto crecimiento del PIB- se vuelven depredadores.

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Sáb Sep 27 , 2025
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