El sector del cannabis ya no está tan arriba como antes. La lentitud de los ingresos y los incesantes golpes normativos han dejado al gran cannabis en una situación crónica. Las oportunidades en ciernes, como el floreciente mercado alemán, pueden hacer que algunos grupos norteamericanos se decidan a plantar una semilla extranjera. Sin embargo, es probable que en el futuro inmediato se mantenga el ánimo apaciguado y las valoraciones de las acciones infladas.
En 2021, el tan cacareado movimiento parecía cobrar vida. Casi 18 millones de estadounidenses admitían consumir cannabis a diario, superando a los cerca de 15 millones de bebedores diarios, según una encuesta publicada en la revista Addiction. Nueva York, Virginia, Connecticut y Nuevo México legalizaron el cannabis recreativo, al igual que Alabama para uso médico.
Abundaban las esperanzas de que el entonces presidente Joe Biden pudiera insuflar vida a la reforma federal, facilitando a las empresas el acceso a los servicios financieros y la gestión de inventarios más allá de las fronteras estatales. En febrero de 2021, el valor combinado de Curaleaf, Green Thumb Industries, Tilray Brands y Trulieve Cannabis alcanzó los 37.000 millones de dólares. El mismo cuarteto, cuyas operaciones abarcan desde el cultivo hasta el envasado y la venta de cannabis y productos relacionados, tenía en ese momento una valoración media de 15 veces las ventas futuras, según los cálculos de Breakingviews basados en cifras de LSEG Datastream.
Sin embargo, los sueños que se escondían tras esas cifras se han esfumado. Así se puso de manifiesto en una reunión del sector celebrada el mes pasado en el Barbican Centre de Londres, donde los principales inversores, consejeros delegados y banqueros analizaron sin rodeos los mayores riesgos y oportunidades del sector. Los asistentes a Cannabis Europa, que algunos con los ojos desorbitados tras vadear penachos de humo, escucharon que los Gobiernos de derechas de todo el mundo están bloqueando la apertura de nuevos mercados recreativos. Por otra parte, el endeudamiento de las empresas y los bajos múltiplos de valoración han dificultado su expansión. Se refleja en el mercado bursátil: Curaleaf, Green Thumb, Tilray y Trulieve valen ahora en conjunto apenas 4.000 millones de dólares, según datos de LSEG, con un múltiplo medio de ingresos futuros de poco más de uno.
En conjunto, registrarán pérdidas este año y el próximo, según las previsiones de los analistas recogidas por Visible Alpha. Uno de los problemas a largo plazo es que la legalización en Estados Unidos y Canadá desencadenó una avalancha de oferta, lo que provocó un exceso de marihuana y, por tanto, precios mucho más bajos en medio de una competencia feroz. En Nueva York, el número de dispensarios registrados se ha disparado desde la legalización en 2021 hasta los 300 actuales, según la Oficina de Gestión del Cannabis. Los precios medios al por menor en Estados Unidos han bajado un 32% en el mismo periodo, según Cannabis Benchmarks.
Las empresas también se enfrentan a la cruda realidad de un mercado total al que dirigirse que, en el mejor de los casos, parece estancado. A medida que las leyes estatales estadounidenses que penalizaban la planta caían como fichas de dominó, los inversores llegaron a pensar que otros países acabarían sucumbiendo también. Ahora parece una quimera. Ni un solo estado de Estados Unidos ha legalizado el cannabis recreativo este año o en 2024. Parece poco probable que el Ejecutivo del presidente Donald Trump haga mucho. La Administración para el Control de Drogas indicó el año pasado que podría rebajar la categoría del cannabis de la lista uno de la Ley de Sustancias Controladas a la lista tres, lo que podría aliviar algunas restricciones federales y hacer que más gastos sean deducibles de impuestos. Sin embargo, el proceso parece ahora estancado. En otros mercados, los avances se están frenando.
El mes pasado, Tailandia prohibió el consumo recreativo ante la preocupación por la adicción de los consumidores más jóvenes, después de haber retirado la droga de su lista de estupefacientes solo tres años antes. En medio de la confusión, los partidarios de la marihuana encuentran consuelo en un lugar poco probable. El año pasado, Alemania despenalizó la posesión de cannabis y su producción a pequeña escala, pero no llegó a permitir su cultivo al por mayor. Los banqueros e inversores presentes en la conferencia de Londres hablaron vertiginosamente de las perspectivas de fusiones y adquisiciones teutonas, ya que las empresas de EE.UU. y Canadá buscan aprovechar el crecimiento potencial de la mayor economía de Europa.
Las empresas privadas Demecan o Cannamedical podrían ser objetivos prioritarios. El mercado alemán de cannabis legal podría crecer un 14% cada año hasta 2030, según un informe de Research and Markets. Pero parte de una base baja. El año pasado, el mercado apenas alcanzó los 37 millones de dólares. Y hay otros obstáculos. Las licencias previstas para tiendas de marihuana y farmacias, por ejemplo, no se han materializado en medio de la preocupación de los líderes europeos por el aumento de las exportaciones ilegales.
Todo está muy lejos de los sueños multimillonarios de hace unos años. Pero no hay mucho más por lo que entusiasmarse. En medio de una sequía de optimismo, incluso los brotes menos prometedores pueden parecer la salvación.
Los autores son columnistas de Reuters Breakingviews. Las opiniones son suyas. La traducción, de Pierre Lomba, es responsabilidad de CincoDías.