Bad Bunny dedica este disco -más que ningún otro- a su Puerto Rico natal. En este regreso al pasado, la salsa cumple un papel fundamental. El álbum comienza con ‘NUEVAYoL’, un tema que incorpora elementos de ‘Un Verano en Nueva York‘, uno de los éxitos que El Gran Combo de Puerto Rico y Andy Montañez lograron hacer sonar en Estados Unidos en los años 70. Y otra de sus cumbres es ‘BAILE INoLVIDABLE’, que referencia clásicos de salsa de Héctor Lavoe como ‘Juanito Alimaña‘ y ‘Periódico de Ayer‘. Para darle más cuerpo a estas canciones, Bad Bunny no ha recurrido a los músicos más experimentados de América, sino que ha preferido dar voz a chavales de entre 18 y 21 años de la Escuela Libre de Música Ernesto Ramos Antonini, ubicada en San Juan, Puerto Rico. También pone en el foco a la banda local Chuwi en ‘WELTiTA’ en lugar de recurrir a otra superestrella. De nuevo en la búsqueda de la autenticidad, tras la crisis exhibida en su anterior obra, ‘Nadie sabe lo que va a pasar mañana‘. Estas producciones de salsa son especialmente fiestas de tal tamaño, incluso a veces hablando de temas amargos, que desearías que todo el álbum hubiera seguido esa línea. Pero evidentemente el reggaeton también es parte del ADN de Puerto Rico y de Bad Bunny, por lo que también es parte de hits como ‘EoO’. Quizá se habla menos de la paleta electrónica que se asoma por las producciones de Bad Bunny, que en este disco puede ir de lo intimista de ‘BOKeTE’ a lo que parece un préstamo de Eurythmics en ‘KLOuFRENS’.
Residir en Praga durante 2022 sirvió a FKA twigs para dos cosas: 1) rodar la pésima ‘El cuervo’ y 2) enamorarse de la música tecno. Su experiencia en Praga, asistiendo a raves underground, permitió a Tahliah Barnett conectar con su cuerpo, “entrenar físicamente” y familiarizarse con nuevas “culturas y subculturas” que desconocía. Cuenta que le fascinó bailar en raves celebradas en almacenes abandonados de aspecto soviético y observar a los “techno kids” que acudían a aquellas juergas para simplemente ser ellos mismos. ‘EUSEXUA’, el nuevo álbum de FKA twigs, está inspirado en las vivencias de FKA twigs en aquellas raves ilegales, pero no es un disco de club. Ella ha sido clara explicando que la inspiración club está en el sentimiento de las canciones, no en sus ritmos. Aunque en ‘EUSEXUA’ hay mucho de club, también, en sus momentos más escapistas, el tercer disco de FKA twigs sobre todo equilibra accesibilidad y experimentación mejor que sus trabajos anteriores.
Las canciones de ‘DAISY’ transmiten la vulnerabilidad emocional de rusowsky, pero él la disimula tirando de autotune y falsete. Esto es evidente en las baladas, que muestran el gusto de Ruslán por la black music en sus diferentes facetas: la bonita ‘BBY ROMEO‘ con Ralphie Choo tiene el corazón glaseado como una balada de Justin Timberlake. Un disco posmoderno porque no le quedaba otra, ‘DAISY’ es lo que pasa cuando un músico de conservatorio se cría consumiendo memes y playlists de Spotify. Más una ampliación del abanico sonoro de rusowsky que una revolución de la estética de Rusia-IDK, y a pesar de que ya hace seis años que conocimos a Ruslán, ‘DAISY’ es el debut natural y confiado de un artista posicionado cómodamente entre el nicho y la popularidad masiva.
Una imagen de Guitarricadelafuente de espalda, descamisado, enseñando a través de sus pantalones bajados por debajo del ombligo, la parte superior de su hendidura interglútea, es la primera imagen que conocimos de su nueva era. Después, llegó el ‘Full time papi’. Este diálogo entre erotismo cotidiano, despreocupado, y humor marca el contenido de ‘Spanish Leather’, un disco absolutamente único. Como el benicense Álvaro Lafuente no había nadie tampoco cuando lanzó su primer disco, ‘La cantera‘. Su sentida forma de interpretar y su magistral manejo de la metáfora, le convertían en adalid del nuevo folk español. En ‘Spanish Leather’ su propuesta se abre a nuevos horizontes, mientras Lafuente continúa alimentando su propia mitología tirando de imaginería española, a partes iguales urbana y rural.
Como TiKtoK cuando convierte en megahit una canción desconocida que nunca fue single, ‘Addison’ se hace fuerte evocando los cuidados deep cuts de tus pop stars favoritas. ‘Headphones On’ reivindica el disco más olvidado de Madonna, ‘Bedtime Stories‘ (1994). La electro-R&B ‘High Fashion‘, basada en un arrastrado beat, recuerda a ‘Mood Ring’ de Spears. ‘Money is Everything’ es el típico trap-pop ligero que podría haber aparecido en ‘Clarity‘ (2019) de Kim Petras. ‘Times Like These’ nos lleva a la playa de All Saints. Pistas como ‘High Fashion’ o ‘Fame is a Gun’ presentan a una Addison cómoda jugando el juego de la celebridad, asumiendo un papel exagerado que todavía no la representa del todo. Pero el pop también es fantasía y ‘Addison’, de ella, va sobrado.
Más allá de algunos momentos de mayor oscuridad, Panda Bear propone un álbum muy centrado en la luz, pese a las adversidades. La amalgama de géneros y tonalidades que se manejan en cada canción son innumerables. A lo largo de sus 10 pistas, ‘Sinister Grift’ fluye con auténtica gracia, encontrando un difícil equilibrio entre la ligereza y la gravedad. Es, indudablemente, el trabajo de un gran músico que hacía tiempo que no brillaba con esta intensidad.
La muerte de la abuela de Amaia ha marcado profundamente a la artista, llevándola a mencionar su propio «cuerpo en descomposición» en la final ‘Ya está’, y dedicándole un tema llamado ‘Despedida’. No obstante, no ha optado por la vía lacrimógena y es esta una canción festiva («Tú siempre tan contenta / Quererte fue una fiesta»), con sus percusiones tribales y un punto psicodélico 60’s que podemos asociar a bandas de otros tiempos, como United States of America. Por su parte, ‘Ya está’ es un tema acompañado de arpas, por tanto más Sufjan Stevens o Joanna Newsom, en el que llega a manifestar «Yo, la verdad, no creo en Dios» o «tal vez me pueda reencarnar», de nuevo, sobre un fondo bellísimo. Estas canciones que ni siquiera han sido single, fantásticas en todos los sentidos, son el pilar del que es el mejor disco de Amaia hasta la fecha.
«Soy una zorra intensa» es el titular que Lorde dejaba hace un mes en Rolling Stone, pero lo mejor de todo es que no lo es en absoluto. Una «intensa» no construiría un estribillo brillante a base de «ohs» y «ahs», como sucede en ‘Hammer’. Ni un final tan bonito y orgásmico como el de ‘Shapeshifter’, esa preciosidad en la que canta «he estado en un pedestal pero esta noche quiero dejarme caer». Ni te metería de lleno en sus historias de cama como lo hace en ‘What Was That’ con frases tan sencillas como «nos besamos durante horas» o «fue el cigarro más importante de mi vida». Ni serviría coño –literal– en la edición física de ‘Virgin’. Ni haría reír en las entrevistas como lo está haciendo. Las emociones en ‘Virgin’ pueden ser eso -intensas-, están a flor de piel. Pero ella jamás será una pesada. Jamás lastre. Jamás «liability».
Dice PinkPantheress que el formato mixtape le permite crear más libremente que el formato álbum, siempre supeditado a decisiones ajenas. ‘Heaven Knows‘ (2023), su debut oficial, no igualaba la frescura del primer mixtape, pero ‘Fancy That!’ sí y lo hace evolucionando el sonido de la artista y productora británica. Estamos ante un homenaje a la cultura británica, desde su -fea- portada hasta su título, una expresión típicamente British que en español se podría traducir con un «¡no me digas!». El toque de ironía y humor de Victoria Beverly Walker vuelve a estar presente en las letras -aunque hablen de conflictos emocionales o secretos- o incluso en ciertos samples seleccionados, corroborando que el ánimo del disco sigue siendo ligero y despreocupado.
Todas las referencias en femenino de los textos, lo que incluye «tampax» y «ciclos menstruales», resuenan y dan sentido al título del disco, ‘Jesucrista superstar’, el cual nunca para de regodearse en su carácter musical, por ejemplo en los coros de ‘Amore Amore Amore’, en el giro en las melodías de ‘Aprenderás’ o en el paso de ‘Los milagros nunca ocurren al salir de un after’ a la muy Paloma San Basilio ‘Brindis!!!’. Una ida de olla como la de «Jesucristo superstar» solo se había consentido hasta ahora a un hombre. La visión de Rigoberta Bandini, como letrista, como madre que intenta conciliar, como objeto de críticas, era muy necesaria. Nos habla de «Paulas, y Laias, y Anas, y perras, y emperatrices». «Ni soy una inútil ni soy una crack», concluye en «Club de Xavalas Tristes». Ahora, a los hombres -también a los gays- nos toca escuchar.
La mejor noticia que deja el nuevo disco de Stereolab es que el sonido de la banda londinense sigue sorprendiendo 15 años después de ‘Chemical Chords‘ (2008). ‘Hologram On Metal Film’ es el disco de un grupo que sigue haciendo lo mejor que sabe hacer, y que lo hace con maestría. ‘Hologram On Metal Film’ también es una sólida colección de canciones: Stereolab están en un estupendo estado de forma. El disco recorre su mapa habitual de referencias krautrock, rock psicodélico, lounge, space age o cocktail jazz, y las cruza con nuevos destellos de música disco y electrónica lo-fi.
El tema del «cuerpo» va mucho más allá del corte homónimo en el nuevo disco de Valeria Castro. Esta palabra aparece en varias composiciones, reflexionando sobre cómo nos vemos a nosotros mismos o sobre cómo nos vemos afectados físicamente cuando sufrimos mal de amores. El tema más significativo es ‘tiene que ser más fácil’, en el que además de una referencia a Alejandro Sanz («corazón partido no se arregla buscando otra casa»), sobre todo hay un llamamiento a dejar de odiarnos cada vez que nos miramos en un espejo o en una foto: «tiene que ser más fácil el quererse / no puede el cuerpo ser tan cruel al verse».
La cultura rave atraviesa las canciones de ‘Louder, Please’ como si fuera su sangre: las producciones pueden dar tralla, como la de ‘Switch’, o relajarse, como la de ‘Tectonic’, que parece de Loreen, pero ‘Louder, Please’ se compromete con su concepto bailable y solo ofrece fiesta sin descanso. En ese sentido, el álbum deja sorpresas como ‘Everything Changes (But I Won’t)’. Una producción de dance-pop puntillista que no está producida por Koreless aunque lo parezca, sino por Sean Wasabi, y que está pasando de ser un simple “album track” a uno de los más populares en plataformas, en Spotify, exactamente el segundo solo por detrás de ‘Party People’. Habla muy favorablemente de un álbum de pop que su canción más improbable se convierta en una de las más aplaudidas. ‘Louder, Please’ es uno de esos discos en que, simplemente, cuesta elegir una favorita.
‘Todas las cosas buenas’ es el trabajo de un grupo que hace acopio de todo lo aprendido y escribe sus mejores composiciones. La virtuosidad de Rufus T. Firefly reside en su optimización de las ideas más simples: el mágico teclado de ‘Canción de paz’ eleva la canción con muy poco y, cuando el disco parece que va a decaer, ‘Ceci N’est Pas Une Pipe’ -cantada por Julia- llega armada con una melodía de sintetizador con la que Future Islands construirían un hit internacional. Víctor explica que, en ‘Todas las cosas buenas’, Rufus T. Firefly ha intentado volver a ser el grupo que era antes de ‘El largo mañana‘, su gran obra soul. ‘Todas las cosas buenas’ puede ser ‘El principio de todo’, pero también la consecución natural de toda su carrera, el ideal resumen de todas sus virtudes, el gran disco que este grupo iba a escribir tarde o temprano.
La música de Natalia Lafourcade no está hecha para el frenético ritmo que imponen la industria musical y nuestro propio estilo de vida. Su belleza trasciende más allá del frenesí diario, permeando paulatinamente en esa dura barrera impuesta que en muchas ocasiones nos impide parar, escuchar, sentir. ‘Cancionera’ no posee la placentera inmediatez a la que tanto nos hemos acostumbrado, pero un día cualquiera, en un momento cualquiera, te sorprenderás a ti mismo tarareando una de sus melodías o pensando en una de sus letras. Ahí es cuando uno comprende que lo que crea Natalia tiene sus propios tiempos, y que, a diferencia de la gran mayoría del arte que engullimos sin masticar, tiene el poder de las grandes obras: el poder de quedarse para siempre en algún rincón de nosotros.
‘Galore’ influyó a artistas de nueva hornada como Dora Jar, a la que le encantan las «nanas hyperpop» de Oklou. Nunca nadie ha descrito mejor el estilo de la autora de ‘The Rite of May‘ (2019) y, en ‘Choke Enough’, Oklou entrega un nuevo repertorio de canciones de cuna digitales, en su estilo tan personal e identificativo. Sus composiciones siguen siendo melódicamente ricas, tan inspiradas en la música clásica como denota la melodía ascendente de ‘ict’ («ice cream truck»). Y sus producciones conservan el líquido minimalismo de siempre, pero adoptando nuevas formas. Oklou brilla entregando un mundo paralelo en el que refugiarse. Un mundo a la vez familiar y tan futuro que es imposible imaginarlo. A menos que te llames Oklou.
El fuerte de estas canciones está precisamente en su simpleza. Es un regalo que Bon Iver haya decidido hacer un disco formado principalmente por canciones de pop sin rodeos, cuando él siempre se ha especializado en deconstruir este género con el objetivo de crear algo diferente. Si alguien puede hacer la mejor versión de este tipo de música, es él. En ‘SABLE, fABLE’ no hay trucos ni efectismo. Solo puro corazón. También se trata de un paso de testigo a dos de los artistas más prometedores de su generación, que se encargan de poner la guinda a dos de las mejores canciones del LP. Estos son Dijon, cuya voz brilla en la preciosa ‘Day One’, y mk.gee, con su ya icónica guitarra en ‘From’, plagada de melodías redondas y buen gusto. Ambos artistas contribuyen a una escucha amena y bella a partes iguales, que es de agradecer en los tiempos que transcurren. Es como un plato de cocido en un día helado. Un pequeño rayo de luz entre las tinieblas.
‘Por ahora para siempre’ se sostiene por sí mismo desde que se abre con ‘Guapo’, una canción que parece basarse en la máxima atribuida a Oscar Wilde «La belleza está en el ojo del espectador». La voz se le va a joseluis entonando, pero la toma se ha quedado aquí, abriendo, porque eso hace la grabación más hermosa todavía. ¿Cómo no va a serlo con toda esa honestidad rebosante y ese delicado arpegio de guitarras acústicas? Las eléctricas viran descaradamente hacia los 90 durante gran parte del minutaje. Pixies, Placebo, Smashing Pumpkins o PJ Harvey pueden venir a la mente en distintos momentos de ‘Accidente’ o ‘Fortuna‘, un tema que podían haber firmado Cala Vento. Sin embargo, joseluis se mira también en la grandiosidad de las cuerdas del Brit Pop: Bernard Butler podría haber estado detrás de los arreglos de la inmensa ‘La gravedad’ y de ‘Todo lo malo’, un corte a piano. Y es que al margen de comparaciones o inspiraciones, joseluis es un enorme creador de imágenes a través de letras originales llenas de ambigüedad.
Cada canción de ‘DIA’ está plagada de multitud de elementos emitidos por una gran variedad sintetizadores creados por la propia artista, que transitan tanto por zonas industriales (la excelente ‘ONWARDS’) como por paisajes bucólicos (‘ABRIR MONTE’). Sea cual sea el caso, todo siempre parece estar ambientado en un mundo al borde del apocalipsis. El sonido futurista y los desamparados versos sobre el final de los tiempos no impiden al álbum encontrar momentos de pura euforia. Con una mezcla explosiva entre techno y pop, temas como ‘QQQQ’, nos llevan directamente a la pista de baile -o más bien a una rave clandestina- y nos invitan a bailar como si el mundo fuera a acabarse. ‘I WANT TO BE BETTER’ recicla la onomatopeya de esa canción, añadiéndola a su recargada producción y logrando un efecto irresistible.
‘Mayhem’, el sexto álbum de Lady Gaga, es a la vez una respuesta a todos sus discos anteriores y una reafirmación. El viral de ‘Bloody Mary‘ parece el punto de partida del proyecto, el momento en que Gaga decide qué tipo de disco sus fans quieren de ella en este momento de su carrera. Pero ‘Mayhem’ también es una confirmación de que Gaga va a seguir haciendo las cosas a su manera y sorprendiendo. Las influencias de ‘Mayhem’ pueden llevar a los oyentes al glam de ‘The Fame’, a los sonidos industriales y rockeros de ‘Born this Way’ y a los diferentes coqueteos de Gaga con la música disco a lo largo de su carrera, pero Stefani Germanotta da a estas influencias ahora un trato muy rico a nivel de producción y, con la colaboración de Cirkut, Andrew Watt y Gesaffelstein, potencia sus composiciones con producciones que son absolutamente centrales en la propuesta del disco e interesantes.
El debut de Juanjo Bona se divide en tres partes: una primera que representa su infancia y su pueblo, una segunda que supone su encuentro con la gran ciudad al marchar a estudiar a Madrid, y una última que representa el amor. La intro se compone de tarareos de cosas que ha escuchado desde niño, las jotas y las melodías de la canción popular funcionan a modo de leit motiv a lo largo del álbum (ese cierre), y la instrumentación del tipo bandurrias tiene una inspiración reconocida en las bandas municipales. Ese apego al pueblo vincula este proyecto con otros tan queridos por aquí como los de la pionera Lorena Álvarez o Rodrigo Cuevas. Pero además, Marcel Bagès y David Soler le han empujado en varias direcciones, y canciones como ‘Moncayo’ o ‘Villano’ suenan ambiciosas. La primera tiene unos juegos vocales que parecen inspirados en ‘Medúlla’ de Björk, y la segunda, un punto de vals lisérgico que se aproxima a los territorios de Animal Collective. Poca broma.
El nuevo disco de la noruega Jenny Hval habla supuestamente sobre perfumes, pero lo que termina de convertir este ‘Iris Silver Mist’ en una obra única es la vinculación entre la muerte y la fama. Cómo se siente ella en el escenario es otro de los temas primordiales de un álbum aún marcado por la pandemia. Aunque el anterior trabajo de esta formidable autora, ‘Classic Objects‘ (2022), ya trataba el mismo tema, este no está agotado aún. Los escenarios vacíos la abruman especialmente en ‘The artist is absent’, que se sitúa en un escenario desierto y suena a puro David Lynch: «Que alguien me ayude ahora / Un escenario sin espectáculo / Una silueta borrosa / Alrededor de un espacio vacío / Un club sin club».
La música de ‘Music Can Hear Us’ bombea creatividad desde el primer segundo al último pasando por el afrobeat de tus sueños (‘Aruna’) o renovando la electrónica de los 90 en el drum n ‘bass de ‘Brushcutter’ o en el experimento futurista de ‘The Talented Mr. Tripley’. Los diseños de DJ Koze se enturbian y encuentran continuamente nuevas maneras de retorcerse y enriquecerse sin parar. ‘Music Can Hear Us’ no es el «breakthrough» accesible que era ‘Knock Knock’ porque su apuesta es menos discotequera y más global, la de un productor que solo absorberá influencias de todos los lugares del mundo para ofrecer a cambio algo absolutamente diferente, nuevo y revelador.
Pese a los excesos, a The Weeknd le ha salido otro muy buen álbum. El material a destacar es abundante, empezando por la épica pista inicial, ‘Wake Me Up’, que supuestamente samplea ‘Thriller’ de Michael Jackson -a la que recuerda mucho- y la banda sonora de ‘Scarface’ de Giorgio Moroder, en un disco que cuenta con la participación de Moroder, de manera criminal, en una de las peores pistas, ‘Big Sleep’. No, este disco no necesitaba durar 1 hora y 24 minutos. Pero The Weeknd quería despedirse a lo grande y, en sus mejores momentos, Tesfaye recuerda que no le falta el talento, del cual ‘Hurry Up Tomorrow’ vuelve a ir sobrado.
Zahara, Lento ternura
En su disco post-‘PUTA’, Zahara no ha encontrado singles tan certeros como en otras ocasiones -según ella misma, tampoco los ha buscado-. Lo que sí han aparecido de nuevo son composiciones que desarman, desplegadas sobre todo en la segunda mitad de ‘Lento ternura’. ‘La violencia’, que pasa de ser una anti-nana de Björk a un techno digno de «rave», plantea «qué poco espacio ocupo en mi historia, a veces parece la de otra persona» y revela de manera terrorífica que todos los exorcismos de ‘PUTA’ pudieron no servir para nada: «siento mi cuerpo, quizá, más desnudo, aún lleno de rabia e igual de inseguro». Algo que también aparece en el precioso «spoken word» de ‘La ternura’, que habla de la esclavitud del cuerpo, la inutilidad del sexo e inseguridad económica, pasando de las cuerdas del pop de cámara al reggaeton, como quien pasa del llanto a la euforia. «Qué más darán la belleza y la juventud, incluso el sexo, que tanto has perseguido, que has querido conservar, que has protegido. Qué más dará cuando lo que de verdad te ha conmovido, ha sido la ternura».