En Mad Men, el hábito hace al monje
Como señala Mona Chollet en su ensayo Beauté Fatale, siete de los nueve guionistas de Mad Men eran mujeres. Una mayoría tan poco frecuente en televisión que es importante destacarla, sobre todo porque el guion de la serie habría sido sin duda muy diferente sin esta presencia. Porque más allá del imponente personaje de Don Draper, Mad Men es una serie sobre mujeres, sus historias, sus experiencias, en un momento en el que nacían los medios de comunicación de masas y el capitalismo de la imagen. En definitiva, una serie sobre mujeres, en un momento en el que el reinado de la apariencia se dispone a colonizar el mundo. Y en este sentido, quizá nada cobra más importancia que el vestuario de la serie, diseñado por la genial Jane Bryant. En noviembre de 2010, The Guardian acuñó el término «madmenalaria» para describir la obsesión que adquirieron algunas personas de vestirse y peinarse como en la serie. Obviamente, esto incluye a Don Draper y su innegable buen gusto para la sastrería. Pero también salpicado de excentricidades propias, como el beis, los estampados (a menudo de cuadros) e incluso los conjuntos desparejados, un estilo inspirado en gran medida en los números de la época de la revista GQ. Mona Chollet, por su parte, analiza la fascinación por los años 50 que generó la serie tras su estreno, como una respuesta inesperada a la invasión de corpiños, vestidos de tubo y pintalabios rojos que conforman la identidad visual de Mad Men.
Y sin embargo, en Mad Men, la ropa tiene una función mucho más profunda que un simple sesgo estético, ya que ayuda a redondear la evolución psicológica de los personajes. Tomemos como ejemplo a Betty, la mujer de Don Draper en la primera temporada. En la quinta, engorda, una experiencia vivida como una tragedia para la antigua miss de belleza y aspirante a modelo: «Betty Draper representa la perfección. Pero también es un personaje cambiante, y eso se nota en su forma de vestir», abordó la diseñadora de vestuario en una entrevista para la revista Firstluxe. «La paleta de Betty es muy sofisticada y tiende a centrarse en tonos fríos de gris, azul y blanco. Cuando se viste con colores cálidos y brillantes, significa que se siente feliz y realizada».