Manden ambulancias, no reporteros | Televisión

He llorado de risa unas dos mil veces con los vídeos de Javier Cárdenas entrevistando al supuesto vidente Carlos Jesús, aquel señor que salía con una túnica morada diciendo que iban a venir varios millones de naves a nuestro planeta desde Raticulín y Antercherán y que era capaz de ser uno y trino, puesto que además de Carlos Jesús se desdoblaba en Cristofer y Micael. La precuela del tuitero. Eran los años del programa Al ataque, de Alfonso Arús, que yo grababa en cintas de VHS para echar las tardes en casa a lágrima viva. Imagino lo que están pensando, pero me consuela pensar que hay planes peores.

Donde entonces yo veía humor ahora detecto mofa y escarnio hacia alguien que no está bien. No estar bien, que es la manera elegante de no jugar a ser psicólogos o psiquiatra poniéndole nombre a las cosas. En tiempos en los que por fin la salud mental forma parte de la conversación pública, a quién se le va a ocurrir meter el tobillo en semejante charco.

Es agosto de 2024, y ante la falta de culebrones de verano, Mediaset disfruta como gorrino en maizal con la actitud de Maite Galdeano, madre de la concursante de realities Sofía Suescun. Maite es una mujer divertida, que fue conductora de autobuses en Pamplona, que se jacta de no abrir la cartera y que de la noche a la mañana se ha puesto a grabar vídeos en su perfil de Instagram diciendo que Suescun y el novio de esta la han echado de casa, que su yerno es escoria, una rata mala y que manipula a su criatura. Opiniones que quizá tengan ustedes de alguno de sus hijos políticos, aunque no se graben vídeos vestidas con una toalla de baño a horas intempestivas como sí ha hecho Galdeano.

Otra mujer que no está bien, y así lo repiten de manera constante en los programas, mientras gozan lo más grande enviando reporteros a las puertas de la casa de La Manga del Mar Menor, no vaya a ser que quiera contarnos algo o podamos ser testigos de su siguiente brote. Maite envía compulsivamente mensajes a los colaboradores, haciéndoles el agosto y haciéndose a sí misma una terrible faena. Hay que mandarle una ambulancia, no un joven con un micrófono. No está bien, repiten. Pero ahí están.

Como están para cubrir el asesinato de Mateo, de 11 años, en Mocejón (Toledo). Como están para entrevistar a un vecino del pueblo que les contará que el detenido tenía problemas, claro. “Autismo, esquizofrenia, algo de eso”, dirá. Otro que no está bien.

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