Por una de esas carambolas del destino, Jesús Robles y María Sylveiro se vieron a principios de los 90 como responsables de la librería que ocupaba una de las dependencias de los cines Alphaville de Madrid, ahora conocidos como Golem. “Jesús era sociólogo de formación y había estudiado también políticas. Por aquel entonces era broker. Todo sucedió porque un amigo que llevaba la librería se quería marchar de Madrid y nos la ofreció. Como él sí podía compaginar con su trabajo porque solo se abría por la tarde, nos lo quedamos. Fue al principio un divertimento porque en realidad no sabíamos si íbamos a seguir cada uno con nuestro trabajo, pero cuando vimos que todo iba bien y nos gustaba, que hacíamos amistades dentro del mundo del cine, decidimos que seguíamos”, rememora Sylveiro frente a un café en el local situado justo enfrente de la mencionada sala de cine, la librería Ocho y Medio que regenta a día de hoy. Se mudaron –cruzaron la acera– en el 95. “Creo que abrimos a principios de año, en enero o febrero, pero no me acuerdo. Jesús era el que llevaba todo eso. Cuando inauguramos yo todavía trabajaba en otro sitio, en el British Council. Tardé dos años en unirme porque había que contratar a alguien y quién mejor que yo. Me quedé y después me fui otros siete años. Ya volví cuando él enfermó”, apunta. “El alma mater de la librería ha sido él. Yo siempre fui una enchufada”.
Treinta años en los que la Librería Ocho y Medio se ha convertido en referente para los cinéfilos y en una de las poquísimas especializadas en cine de todo el territorio español. “Nos gustaban mucho los libros. Hemos tenido muchos en casa y yo sigo leyendo, aunque Jesús lo hacía mucho más. También nos gustaba mucho el cine y el teatro, pero cuando digo mucho es mucho. Vimos la combinación perfecta”. Situada en el número 11 de la calle Martín de los Heros, al lado de los mencionados Golem y de dos de los establecimientos de la cadena Renoir, centrados en el cine en versión original, se ha ido adaptando a los tiempos hasta el presente, cuando María Silveiro dirige un establecimiento en el que trabajan algunos empleados apasionados del séptimo arte. Eso es lo que hay ahí: libros de historia del cine, de autores y películas, y también una pequeña mesa con novedades editoriales generalistas. A fin de cuentas, el comercio físico pierde fuerza cada año y hay que atraer a la clientela, motivo por el cual desde hace unos años disponen a un lado de una pequeña cafetería. “Los estudiantes compraban antes libros porque no había dónde buscarlos. Ahora no tiene nada que ver, es otro mundo”, explica la librera. “Durante un tiempo también tuvimos la Librería del Doré, pero decidimos que no se podían llevar dos sitios a la vez porque es un lío. Mejor hacerlo bien en un sitio que mal en dos. La gente se cree que con esto te forras y es mentira. Ni siquiera con el café porque la gente viene, se pide uno y se tira aquí la tarde entera”.