MARINA / Princess of Power – jenesaispop.com

La mejor parte de los discos de Marina es que nunca sonarán a nadie más que a ella misma. Que uno de los mayores éxitos comerciales del año pasado, ‘Good Luck Babe!‘ de Chappell Roan, despertara comparaciones con el trabajo de Diamandis demuestra que el estilo melódico de Marina se ha hecho un pequeño hueco en el imaginario de los fans del pop.

Hubo más revivalismo de Marina en 2024: Rolling Stone incluyóElectra Heart‘ en su lista de los mejores discos del siglo XXI. En 2022, ‘Teen Idle’, una canción de ese disco que no fue single, logró un Disco de Oro en Estados Unidos gracias a su viralidad en plataformas como TikTok. Es una de las canciones favoritas de Billie Eilish.

Marina no ha conseguido aprovechar este momento de revisionismo cultural para relanzar su carrera (opino que el mayor error que ha cometido ha sido mutilar su nombre artístico), pero sigue publicando discos cuidados, interesantes y entregados a la fantasía pop. Y, en ‘Princess of Power’, se crece entregando al menos tres de las mejores canciones de su carrera.

Butterfly‘ es todo lo majestuosa que puede ser una canción de Marina Diamandis, y el derroche de melodía de su minuto final es casi mejor que su curioso y juguetón estribillo, que parece inspirado en el pop japonés. ‘Cupid’s Girl‘ es ágil y veloz como ese Cupido que lanza su flecha a un amante y hace cosquillas incluyendo el sonido del crujido de un arco. Y ‘Cuntissimo‘ es el bombazo tecno-pop del disco, tan «jevi» que ha logrado superar los streams de los dos singles anteriores. Una sátira (o no tanto) sobre el estilo de vida de una mujer rica y madura -y encantada de ser ambas cosas- que convierte la frase «Salma Hayek tomando el sol» en un estribillo soberbio. Mereció ser su ‘Espresso‘.

El grueso del repertorio de ‘Princess of Power’ no iguala el nivel de los tres singles principales, pero mantiene un buen ritmo gracias al dinamismo de las melodías y a la creatividad de los conceptos, junto con la producción trabajada por Marina y el productor CJ Baran (ex-integrante de Play Push). El equilibrio entre variedad estilística y cohesión sónica es uno de los puntos fuertes de un disco que abre con el tecno-pop laminado de ‘Princess of Power’ y despliega luego un abanico de influencias en una serie de simpáticas composiciones que incluye el juguetón electro-disco de ‘I Love U’, con un homenaje evidente a ‘Vogue’ de Madonna; las percusiones de animadora de ‘Rollercoaster’, la tropical y reggae ‘Digital Fantasy’ o la muy francesa ‘Je ne sais quoi’.

‘Metallic Stallion’ es una de las pistas más originales, gracias a su fusión de cuerdas orquestales con el galope de un caballo, una idea que remite no a ‘Tocotó‘ (2024) de Amaia, sino a una canción anterior: ‘Wind in the Wires’ (2003) de Patrick Wolf. También son interesantes los imaginarios de ‘Final Boss’, que samplea sonidos de videojuego, y la -por otro lado intrascendente- balada ‘Hello Kitty’, que reflexiona con levedad y humor sobre el concepto misógino de “señora de los gatos”. Sin embargo, ninguna de estas composiciones se aproxima en impacto a las piezas más emocionales.

Aunque en ‘Princess of Power’ Marina reclama su independencia y poder —de forma simbólica pero también literal, al ser su primer disco publicado en su propio sello, Queenie Records—, en dos canciones ese empoderamiento llega a través de una vulnerabilidad muy desnuda y sincera. ‘Everybody Knows I’m Sad’ retrata la soledad crónica desde la perspectiva de alguien que, a sus 39 años, dice no haber encontrado aún a la pareja adecuada. Aunque la letra expresa una pena (“puede que no esté hecha para este tipo de conexión, puede que haya nacido para vivir mi vida sola”), la música transmite lo contrario. El estribillo podría ser mejor, pero el fondo prevalece. Por su parte, ‘Adult Girl’ es una bonita balada sobre alguien que perdió su adolescencia y hoy se siente desajustada, como “una niña y una mujer” al mismo tiempo. Muchas personas del colectivo LGBTQ+ se sentirán identificadas con su mensaje.

‘Princess of Power’ puede no ser el mejor disco de la carrera de Marina. Nunca lo será mientras ‘The Family Jewels’ (2010), ‘Electra Heart’ (2012) y ‘FROOT’ (2015) sigan formando una trifecta espectacular. Pero sí es mejor que ‘Love + Fear’ (2018) y ‘Ancient Dreams in a Modern Land’ (2021) porque rebosa personalidad, imaginación y consistencia. El mérito de haberlo producido de forma independiente tampoco debe pasarse por alto, pero Marina ya es una veterana de la industria y sabía que, en este momento de su carrera, necesitaba un disco que la reconciliara con sus seguidores. ‘Princess of Power’ es ese disco.

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Farándula y Moda

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