Te propongo un juego: si digo a Martha Stewart, ¿qué es lo primer que te viene a la cabeza? ¿Su improbable amistad con Snoop Dogg? ¿Una tradwife antes de la tendencia #tradwife? ¿Una estrella de la televisión diurna que estuvo en la cárcel? ¿Sabías que fue la primera mujer multimillonaria hecha a sí misma? El nuevo documental de R.J. Cutler, Soy Martha Stewart (disponible ya en Netflix) busca arrojar luz sobre todas esas identidades.
El filme comienza con Stewart, incansable a sus 83 años, recorriendo los terrenos de su propiedad de 62 hectáreas en Bedford, Nueva York, en lo que parece ser un carrito de golf, revisando sus jardines y huertos mientras los jardineros los preparan para el invierno. Estas inspecciones le permiten asegurarse de que todo está bien hecho, de que su jardín sea una fuente perenne de alegría.
Ya sentada con Cutler (el documentalista detrás de Vogue, el número de septiembre), lo explica con un proverbio holandés: “Si quieres ser feliz un día, emborráchate. Si quieres ser feliz un año, cásate. Pero si quieres ser feliz siempre, planta un jardín”. Aunque seguiremos escuchando en off los testimonios de sus socios y familiares, la propia Stewart es la única entrevistada que aparece en pantalla, su conversación con Cutler sincopada con abundantes imágenes de una vida y una carrera que han dado lugar a cuatro programas de televisión, dos revistas y más de 100 libros.
Y Soy Martha Stewart no duda en escarbar donde más duele. Cutler pregunta a Stewart sobre su vida personal, el escrutinio público y su trayectoria hasta pasar cinco meses en la prisión federal de Alderson, en Virginia Occidental (en 2004, Stewart fue declarada culpable de conspiración, obstrucción a la justicia y de dar testimonios falsos a investigadores federales en relación con la venta de acciones de ImClone Systems a finales de 2001). También, la cinta trata de ser imparcial. En medio de los recuerdos de Stewart sobre la infidelidad de su marido, Cutler le recuerda que ella también tuvo algún desliz, y que lo hizo primero. El toma y daca resultante es muy divertido.
Stewart habla de su infancia en una familia de clase trabajadora de Nutley, Nueva Jersey, donde su dominante padre, un vendedor de la industria de la confección, animaba a sus hijos a trabajar en la huerta para ayudarles a llevar comida a la mesa, aunque la buena apariencia de Stewart acabaría llevándola a trabajar como modelo con sueldos más elevados. Sin embargo, Stewart cita esas agotadoras horas en el huerto como la base de su famosa tenacidad y ética de trabajo.
Cortesía de Netflix
Cortesía de Netflix
Después de estudiar en Barnard y trabajar dos años como bróker de bolsa en Benton & Company –una de las primeras mujeres en la profesión–, Stewart y su primer marido se mudaron a Turkey Hill, una granja de estilo colonial en Westport, Connecticut, que serviría de sede a su empresa de catering. Subió peldaño a peldaño su propia escalera hasta pasar de ser una simple proveedora local a una visionaria gastronómica muy demandada en las fiestas millonarias, autora de libros de cocina, personalidad mediática, presentadora de televisión de un magazine diurno (Martha Stewart Living), editora de revistas (también tituladas Martha Stewart Living), diseñadora de producto para Kmart y, por último, directora general de Martha Stewart Living Omnimedia.