“Simplemente echo mucho de menos a Robbi. Y , punto”,.
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Así Martin Scorsese habla de una relación profesional y personal con Robbie Robertson que duró 47 años.
“La amistad, el trabajo, las historias que contó, todo ”.
El cineasta ya ha declarado sus intenciones de rodar un nuevo proyecto en 2024, una adaptación de “A Life of Jesus” del fallecido autor japonés Shūsaku Endō, Scorsese todavía tiene la cabeza muy centrada en su oscuramente poética “ Killers of the Flower Moon”. ”y el difunto gran colaborador musical y amigo que compuso su inquietante partitura.
“Significó mucho para ambos que hiciéramos este proyecto juntos. “‘Killers of the Flower Moon’ fue una especie de culminación” de toda su relación laboral conmigo.”
Si bien Scorsese y Robertson no se habían conocido antes de que este último llamara al primero seis semanas antes de la fecha prevista del canto del cisne de la banda filmado en San Francisco, que fue documentado como “El último vals”, la pareja se hizo amiga rápidamente después del concierto de 1976..
Con Scorsese interpretando a Jack Kerouac para Neal Cassady de Robertson, los dos se embarcaron en una fantástica amistad colaborativa que comenzó con “Raging Bull” de 1980. Con ese crudo drama de boxeo vino una “selección de música para esa película junto con la creación de música nueva para algunas escenas en las que necesitábamos algo”, dice Scorsese.
Desde “Raging Bull” en adelante, Robertson asumió el papel dmúsico cinematográfico de Scorsese como supervisor musical,por ejemplo, “Shutter Island”, “El lobo de Wall Street”, “Silence”), como productor y compositor (como en “The King of Comedy”, “Between Trains”, o con “The Color of Money”, que presenta la partitura de Roberston y su coescritura en “It’s in the Way That You Use It” de Eric Clapton) y el compositor (en “The Irishman”, así como su proyecto final).
Después de filmar “El último vals”, Scorsese y Robertson formaron un vínculo emocional, espiritual y estético.
“Él vivía su música. Viví mis películas. Y cuando Robbie y yo compartíamos una casa en Hollywood, él me ponía música, le mostraba películas y nunca dejamos de compartir nuestras sugerencias, pensamientos, impresiones y pasiones y de ponerlo todo en el trabajo. En realidad no fue algo consciente. Ahora que lo pienso en retrospectiva, me doy cuenta de que sucedió espontáneamente entre nosotros. Podría haber sido tan simple como que cada uno de nosotros buscara inspiración”.
“Quería que él fuera a donde sabía que quería y necesitaba ir: profundamente en su propia herencia, su alma, y sacarla a la luz. Y eso es lo que hizo”.
Centrarse en los temas musicales audazmente evocadores que recorren “Killers of the Flower Moon” comienza con un conjunto de sonidos espectrales que normalmente no connotarían con epifanía, a pesar de sus indicios de presentimiento: las guitarras sarnosas de tono fuzztone cuando los Osage descubren petróleo cerca del inicio de la película.
“Quería algo que expresara su absoluta euforia y éxtasis (de los Osage) cuando encontraron petróleo por primera vez; tenía que ser algo explosivo, orgásmico. Eso es lo que me dio Robbie. El sonido de la guitarra ‘grito de lobo’… un chorro de sonido que armonizaba con el chorro de aceite”. Era único.
