
Nada más lejos de los valores universitarios que los discursos de miedo y de odio, el ataque a los principios democráticos y la expansión de fake news. Una espiral de bulos y provocaciones que algunos se empeñan en exportar a los campus bajo una impostada invocación a la libertad de expresión que, en el fondo, solo se puede entender desde un ataque consciente y deliberado al rigor, al debate de ideas y al respeto a la pluralidad. Estamos ante una realidad que nos interpela a todas y todos y que nos exige reivindicar la Universidad como espacio crítico, plural y autónomo. No debemos olvidar que la ciencia, la innovación y los valores compartidos son el mejor instrumento no solo para garantizar el progreso económico, sino también, y no es una cuestión menor, para preservar el modelo social de convivencia.
Precisamente en este contexto, conviene recordar la voz del economista, profesor y humanista José Luis Sampedro, quien defendió con lucidez que la democracia solo sobrevive si la ciudadanía piensa libremente. Esto es lo que está en juego y aquí es donde las universidades tenemos un papel esencial.
Así, urge reforzar la formación universitaria integral, con visión ética y humanística; la investigación responsable y la transmisión de valores universitarios, como la igualdad, la inclusión y la tolerancia, con el fin de preservar nuestro modelo social de convivencia y contribuir en la construcción de sociedades más justas, sostenibles y resilientes. Ese es un reto permanente de la Universidad como institución de educación superior, y muy especialmente, el gran reto de la sociedad de nuestro tiempo.
Sin duda, hoy más que nunca, ante los acontecimientos de calado histórico a los que asistimos, quizá entre los más importantes de las dos últimas décadas, la generación de conocimiento constituye un puente hacia el espacio común del entendimiento. Por ello, frente a los bulos, la intolerancia y la provocación que atentan contra nuestra convivencia, necesitamos más Universidad.
Hay amenazas compartidas con la sociedad, como el aumento de la influencia de las redes sociales en la propagación de los discursos reaccionarios
La tarea no es sencilla y las amenazas no son pocas. Hay amenazas compartidas con la sociedad, como el aumento de la influencia de las redes sociales en la propagación de los discursos reaccionarios y su impacto en amplias capas sociales, especialmente entre los más jóvenes. En ese sentido, las universidades debemos mejorar la competencia digital y favorecer la alfabetización mediática para desarrollar la capacidad crítica en el entorno digital. Hay otras amenazas que son específicas de los campus, que van de la asfixia económica al ataque a la autonomía universitaria. Conviene recordar que la autonomía universitaria no es un privilegio, sino una garantía imprescindible para que la Universidad pueda cumplir con su misión al servicio del conocimiento, la formación y el progreso social. Dicho de otro modo, la libertad de cátedra y la independencia frente a intereses políticos o económicos son condiciones necesarias para que el conocimiento no se subordine al poder.
No hay duda que la Universidad es una institución que contribuye al progreso social a través de la generación de conocimiento, la formación en valores y el fomento del pensamiento crítico. También, y más en estos momentos, y por razones obvias, es una institución comprometida con los valores democráticos, los derechos cívicos y con el modelo social de convivencia del que nos hemos dotado, y que tanto ha costado construir. Los campus somos, y debemos seguir siendo, espacios de oportunidades, de igualdad y de respeto. Atacar estos principios es atacar la esencia de la Universidad como institución.
Frente a ello, es una responsabilidad compartida proteger la Universidad, y sobre todo nuestra capacidad de formar una ciudadanía crítica, libre, capaz de dialogar, debatir, razonar y convencer mediante el conocimiento, como nos recuerda la filósofa Adela Cortina. Es así como protegeremos la raíz misma de la democracia. Es así como garantizaremos la convivencia social.
