Existe cierto cariz que igual puede encontrarse entre los bordados de un vestido de alta costura que sobre la cresta de una ola. Se trata de la exclusividad más absoluta, obtenida de la certeza de que nadie más va a repetir esa experiencia única. Aunque dice que su estilo de vida en Portugal es más bien sencillo, la surfista Maya Gabeira (Río de Janeiro, 1987) es una de esas mujeres que se lanzan al mar a la caza de momentos irrepetibles: “Obtienes mucha energía y sensaciones que resultan difíciles de replicar, porque juegan factores como el agua, el viento, y el hecho de que esa ola jamás será montada de nuevo”. El lujo del que habla no es precisamente silencioso. Sobre la tabla, y en medio de un ruido oceánico atronador al que se siente conectada, esta brasileña ha conseguido batir dos récords mundiales. El último tuvo lugar en 2020, cuando surfeó una ola de 22,4 metros.
La gesta de Gabeira no radica solo en los hitos registrados, sino en todo el camino que hay detrás. La misma playa de Nazaré (Portugal) que la ha visto llegar hasta lo más alto también presenció su mayor caída al abismo. Sucedió en 2013, antes de hacer historia, cuando fue arrollada por una ola de 25 metros que casi acaba con su vida. Estuvo inconsciente y sin pulso, hasta que consiguieron reanimarla en la orilla. “Recuerdo abrir los ojos y darme cuenta de que estaba viva. Pensé que no podía ser más feliz por tomarme un café de nuevo”, confiesa, hablando de lo privilegiada que se siente y del valor que tomaron a partir de entonces placeres tan sencillos como un abrazo. Al mismo tiempo, hace balance de lo que supuso para ella a nivel profesional: “Esa experiencia me bloqueó durante un tiempo. Pero creo que al final hizo que las cosas valieran todavía más la pena”, sostiene. “Si no te rindes, no puedes decir que es un fracaso, porque sigues en el proceso”. La preparación para escalar esos grandes muros de agua es tan física como mental: “Los deportistas debemos estar muy conectados con nosotros mismos porque tenemos que saber estar abajo y levantarnos, a veces en el mismo día”, reconoce. “Solo cuando te enfrentas a tus miedos, a tus problemas y a quién eres, realmente puedes controlar un poco la mente”, sopesa. Gabeira reconoce que le diagnosticaron trastorno de ansiedad hace unos años y que aparte del tratamiento, la meditación también le ayuda. “Si me siento bien o mal, lo diré en voz alta. Incluso cuando tengo miedo del océano, dudas o inseguridades, aprendí a expresar todo eso”, añade.
Alineada con los valores de excelencia y espíritu deportivo de TAG Heuer, marca de la que es embajadora desde 2017, Gabeira se considera una luchadora. Así ha tenido que enfrentar la discriminación en un deporte marcado por la testosterona. Sin embargo, dice que el panorama en los últimos años ha evolucionado: “Cuando me caí en 2013 fui duramente criticada. Hoy nadie saldría a decir que no es lugar para una mujer”, cavila. Si antes no había ni competiciones ni récords mundiales liderados por referentes femeninos, ahora la aceptación en torno a las surstas ni se cuestiona. “Trabajas para hacerlo realidad, porque sabes que es posible”. A sus 37 años, uno de los retos radica en la motivación para continuar en lo que lleva haciendo desde hace dos décadas: “Puede ser un desafío estar en la cima otros siete años. Pero quiero intentarlo”. Y lo hace con base en Nazaré, concediéndose el lujo de tener “una vida más estable”.