¿Qué pasa si te decimos que sólo son necesarios 60 segundos de tu tiempo para notar una mejoría notable en la piel? Sí, basta con un minuto para conseguir un cutis más limpio, luminoso e hidratado. Así lo explica Lena de Pons, farmacéutica, experta en dermofarmacia y divulgadora de belleza en redes sociales (@lenadepons), que recomienda a los clientes de su pequeña farmacia en Martinet en La Cerdanya, Lérida, cronometrar el proceso de limpieza facial durante sesenta segundos. Y es que a todos nos sonará aquello de cepillar nuestros dientes durante al menos dos minutos —30 segundos en cada cuadrante de la boca—, o nuestro cabello entre 1 y 2 minutos, dependiendo de su largo y volumen; consejos de lo más sencillos, a la par que efectivos (y, además, gratis). Porque en materia de cuidado facial, bucal o capilar, el tiempo cuenta y mucho.
¿Cómo funciona la ‘regla del minuto’?
De Pons nos lo explica de la siguiente forma: “Un limpiador, cuanto más detergente, menos tarda en limpiar. Piensa en un jabón lavavajillas: limpia, desengrasa y desincrusta prácticamente en lo que tarda el jabón en pasar por la vajilla, emulsionarse con la ayuda de un estropajo y ser aclarado con agua. Esto se debe a que en el caso del jabón para los platos, los tensioactivos —los ingredientes que encapsulan la suciedad y la arrastran— son muy potentes, por eso actúan rápidamente, pero sabemos que en la piel no es recomendable usar tensioactivos fuertes, sino más bien suaves”, comienza explicando, y prosigue: «Volviendo al ejemplo del jabón lavavajillas: ¿cómo quedan las manos después de fregar los platos? Secas y tirantes. Los tensioactivos fuertes retiran toda la suciedad y la grasa con la que se cruzan, ¡incluso la nuestra! Dicho de otra forma: en la superficie de la piel tenemos el manto hidrolipídico, que es una mezcla de agua y grasas producida por nuestra piel que la mantiene hidratada, además de desarrollar muchas otras funciones. Cuando usamos jabones demasiado detergentes retiramos la suciedad, sí, pero también el manto hidrolipídico, dejando la piel al descubierto». De ahí la sensación de sequedad, tirantez e, incluso en algunos casos, descamación y rojeces, indicativos de que la piel está pidiendo auxilio.
La solución es utilizar sería utilizar un limpiador suave pero, en palabras de Pons, “incluso las rosas tienen espinas”: Usando limpiadores suaves no retiraremos el manto hidrolipídico de la piel, pero tardaremos más en retirar la suciedad. De ahí la efectividad de la ‘regla del minuto’. “Cuando usamos limpiadores adecuados para la limpieza facial, debemos darles tiempo para que limpien bien la piel. Puede que no notes sensación de detergencia al terminar tu limpieza porque no das tiempo suficiente a los tensioactivos para emulsionar y arrastrar toda la suciedad que hay en el cutis. Por eso, siempre recomiendo que se invierta un minuto en masajear y emulsionar bien el jabón con el agua antes de aclararlo”. Y es que a veces no se trata de probar nuevas rutinas o hacernos con productos con un coste elevado, basta con invertir el tiempo suficiente en aplicar correctamente los productos que ya conocemos.
60 segundos de autocuidado (por dentro y por fuera)
Porque dedicar 60 segundos a una misma y nuestro skincare puede, ademas, ayudar a nuestro bienestar mental y emocional. “Muchas de mis pacientes aprovechan los 60 segundos de la limpieza facial para hacer otras actividades de selfcare que requieren de tempos parecidos; ejercicios de mindfulness, ejercicios de Kegel para fortalecer el suelo pélvico… Al final, asociar la rutina cosmética a otras actividades que generen bienestar aumentará la adherencia a ambas actividades”, y continúa: “Puede que el minuto de limpieza facial inicialmente te suponga un mundo, pero tómatelo como un rato contigo misma; un momento de pausa en un espacio seguro, un tiempo de reflexión, de autocuidado…”.
¡Al agua patos!
“Un jabón sin agua es una cerilla sin fósforo. Para que el jabón desarrolle bien su mecanismo debes aportarle muchísima agua, ¡nunca sobra! Piensa en un baño de espuma: por mucho que añadas agua, el jabón no dejará de hacer espuma. Por eso, siempre recomiendo aplicar el limpiador con la cara y las manos húmedas«, cuenta Lena. «El proceso es bien sencillo: Dispensa el jabón en la mano y ponla en forma de cuenco, luego, rellénala con más agua. Fricciona las manos enérgicamente para crear una espuma que aplicarás por todo el rostro con movimientos circulares. Sigue masajeando el producto durante esos 60 segundos, y no temas añadir más agua a la mezcla en caso de que lo necesites. Finalmente, aclara con agua abundante (¡siempre templada!) y seca el rostro con una toalla limpia a toques suaves”.
¿Qué debemos tener en cuenta a la hora de elegir nuestro limpiador?
“Que cubra tus gustos, necesidades y objetivos en función de tu tipo de piel. Si no tienes claras tus necesidades, mi consejo es que te decantes por fórmulas que reivindiquen ser para pieles sensibles: al final llevan lo justo y necesario para limpiar la piel, a la vez que la calman”, aconseja la farmacéutica. Consejo al que añade algunos de sus limpiadores de cabecera. “Mis favoritos y los que más recomiendo en la farmacia son la ‘Limpiadora Espumosa Recuperadora’ de Arturo Alba para pieles normales a secas, el ‘GH 5 Gel Limpiador’ para pieles mixtas a grasas, y el ‘Gentle Cleansing Mousse’ de Sensilis para pieles sensibles. Como alternativa low cost, los limpiadores de CeraVe también son un acierto”, concluye.