Dentro de una psique sana y sin que la mejora estética se interprete de manera obsesiva, llevamos a cabo rituales como teñirnos el pelo, maquillarnos o cuidar el aspecto de nuestra piel. Podría decirse que la atención y mimo por el aspecto físico está absolutamente normalizada, pero, ¿está reñido querer verse bien con ser alguien con sentimientos e inquietudes profundas, o ya entramos directos a la categoría de superficiales? El problema de esta pregunta es que, por los constructos sociales que tenemos presentes, parece que hay que elegir ser una cosa u otra. Si nos damos cuenta, siempre es así. Un ejemplo fácil: son las 08:00 am y, de camino al trabajo, nuestro coche está detrás de un camión que va limpiando las calles. Nos encanta ver nuestro barrio limpio y también nos frustramos muchísimo por llegar tarde o tener que estar durante tiempo parados, todo al mismo tiempo. Y es que los seres humanos somos duales y complicados; no lo decimos nosotros, sino la historia de la filosofía desde hace cientos de años.
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Un cuarto de la población masculina ha recurrido ya a esta rama de la medicina, mientras que un 60% reconoce que estaría interesado en hacerlo en el futuro. ¿Es el ácido hialurónico el caballo de Troya de la medicina estética?
¿Podemos ser “profundos” y “superficiales” a la vez?
¿Qué piensan los psicólogos cuando preguntamos si podemos preocuparnos por nuestro aspecto físico y no por ello ser frívolos, sino personas con un mundo interior rico? Responde la psicóloga Saray Cáliz Aguilera, profesora de Psicología en la Universidad Europea de Madrid y psicoterapeuta en MindPlace: “la respuesta es un rotundo sí. Lo primero es que tendríamos que conceptualizar qué es para nosotros ser una persona profunda. Normalmente es fácil caer en tópicos y estereotipos «si te gusta la moda eres superficial y si te gusta la música clásica eres una persona profunda». Opino que no tiene que ser ni una cosa ni la otra. Nuestras aficiones no tienen por qué definir el nivel de introspección que tenemos, ni nuestra capacidad para reflexionar sobre la vida o sobre temas relevantes. De hecho, preocuparte por tu apariencia en muchos casos es una forma de autocuidado y la manera en la que nos vemos puede tener un impacto positivo en nuestra confianza y aumentar nuestro bienestar. Así que, sin ninguna duda, podemos preocuparnos de cuidar nuestro cuerpo y nuestra apariencia física y, a la vez, ser personas profundamente comprometidas, inteligentes y reflexivas”, comenta Saray Cáliz.
Nos queda claro que preocuparnos por nuestra apariencia (sin tener este ejemplo concreto que ver con la salud, sino que hablamos de la estética pura y dura) puede ser incluso una forma de autocuidado. Pero, ¿qué ocurre cuando vamos buscando mejorar nuestra autoestima dentro de una clínica estética? Porque es absolutamente habitual, lo vemos todos los días: gente que busca algo que va mucho más allá de lo estético: aceptación, amor o inclusión en ciertos grupos, ¿es ahí donde está el error?
La clave: dar a cada cosa su lugar correcto
A nadie en su sano juicio se le ocurriría ir a la panadería a comprar una lavadora, entonces, ¿cómo podemos pensar que a golpe de bisturí o de inyección se van a solucionar cuestiones internas complicadas como la falta de autoestima? Cierto es que nuestra imagen física puede mejorar o empeorar la percepción que tenemos de nosotros; los complejos físicos existen y es legítimo querer corregirlos para el que lo deseé. Pero el resultado o la satisfacción tienen un alcance: más armonía, belleza o lo que busquemos y sí, vernos mejor o sentirnos más atractivos. ¿No es imposible que lo que nos duele o vacía por dentro sea tan sencillo de arreglar, y más de manera física? La psicóloga Patricia Zori lo comenta: “lo que es un error es la medida en la que basamos toda nuestra autoestima en nuestra imagen corporal, ya que con ello aparece una focalización excesiva en las soluciones «mágicas». Más riesgo hay aún en tratamientos médico-estéticos, ya que pueden incrementar el riesgo de que aparezcan problemas de salud física y emocional e incluso trastornos como el dismórfico corporal o los problemas de conducta alimentaria. No obstante, habría que analizar caso por caso el riesgo que supone para la persona; de hecho, cada vez son más los centros de nutrición y estética que incorporan en sus equipos profesionales de la salud mental para valorar y apoyar los procesos de los pacientes”, dice Patricia. Una reflexión que nos invita a reflexionar sobre una necesidad que poco a poco se considera imprescindible: la valoración psicológica previa a hacerse cualquier tratamiento médico-estético o de cirugía.
Una necesidad urgente: valoraciones psicológicas previas a los tratamientos
Hablamos con la renombrada Dra. Natalia Ribé, directora del Institut Dra. Natalia Ribé y le preguntamos cómo afrontaría la situación si acude a su clínica un paciente que claramente quiere mejorar su baja autoestima a base de tratamientos o procedimientos de medicina estética. “Una buena historia clínica nos da información muy poderosa que nos permite filtrar lo que responde únicamente a un afán de querer verse mejor, lo cual no solo es lícito si no también necesario, ya que la autoestima también contempla el aspecto físico. A la más mínima sospecha, en el Institut contamos con el Servicio de Psicología liderado por la psicóloga Irene Giménez, donde se puede realizar ese diagnóstico diferencial con el fin de determinar si la causa responde más a factores psicológicos, y actuamos en consecuencia.
Siempre hay que identificar el estado de salud mental del paciente, porque lo ideal es que los tratamientos se realicen desde un autoconcepto y autoestima equilibrados, donde se anhele una mejora saludable y natural de nuestro físico o corregir algún defecto puntual. Pero bajo ningún concepto debemos realizar tratamientos cuando detectamos una distorsión de la imagen tanto física como corporal. Además, se lo comunico de manera honesta. Debo remarcar que casi siempre es bien recibida dicha honestidad por parte del paciente; sienten que te preocupas por la persona, más allá del negocio y de lo más superficial, y así debe ser”, cuenta la doctora.