Si a los invitados les pides flores, es lo que van a ofrecer, ni más ni menos. La Met Gala 2024 ha vuelto a poner de manifiesto que la literalidad es el ejercicio más habitual a la hora de escoger look para la que quizá sea la alfombra roja más comentada del año. La oda a la naturaleza que se pretendía con Sleeping Beauties: Reawakening Fashion se ha convertido en un despliegue de estilismos con referencias botánicas de todo tipo: de los bordados del vestido de Gigi Hadid a las flores negras de Cardi B y Rosalía o las uvas de Zendaya.
Las mariposas, que el Costume Institute referencia con el icónico diseño de 2011 de McQueen, también aparecen en detalles de Ariana Grande o Iris Law, vestida de Versace. Las apuestas masculinas siguen la misma tendencia. Hablamos de trajes con determinadas licencias florales, como han hecho Jonathan Bailey, Usher o Tyler Mitchell. Los más discretos son prendidos a la solapa, al puro estilo Oscar Wilde, que van in crescendo a capas y chaquetas bordadas con esa forma, como la del estilista Law Roach.
Llámalo quizá efecto Galliano, pero el que ha sido el desfile de Alta Costura más viral en años sigue teniendo su largo eco en esta edición de la Met Gala. No solamente porque Maison Margiela es una de las elecciones más reiteradas entre acólitas como Gwendoline Christie o Kim Kardashian, también porque apela a una de las siluetas absolutas de la noche. Los ceñidísimos corsés que el diseñador gibraltareño presentó bajo el puente Alexandre III de París reverberan en creaciones como el diseño de Marc Jacobs con el que Karol G ha hecho su debut en este evento. Resulta imposible separar a Galliano del historicismo, y aunque es fiel a él desde sus orígenes, su etapa en Dior no hizo sino reafirmar esa obsesión por entallar cintura y dar volumen a las caderas. Casualidades o no, el modisto francés que revolucionó la moda de posguerra convirtiendo el cuerpo femenino en una flor gigante se pasó los diez años de su fugaz carrera ideando vestidos y líneas con alusiones botánicas. La primigenia, la corola, tuvo una impronta en el Hollywood dorado que hoy se traduce en las voluminosas faldas de Quannah Chasinghorse o Sydney Sweeney. El retorno al “arte de agradar”, como lo llamaba Christian Dior, pone en el mismo plano el talle de una mujer y un bouquet floral. Una imagen romántica que, dependiendo del contexto, puede perpetuarse o revisitarse, como ponen de manifiesto muchas de las elecciones estilísticas que hemos visto esta madrugada. Con Galliano a la cabeza.
Al él no solamente recurrimos en materia de corsés. El suyo es un ejemplo más del onirismo propio de los creadores británicos que resulta más acorde que nunca con la materia de la exposición y la gala. Galliano no es el único que ha convertido la alfombra roja en un auténtico jardín inglés con sus estilismos. Ahí tenemos a Richard Quinn o a JW Anderson para poner de manifiesto que la campiña inglesa es la mejor inspiración. Loewe, que es patrocinador del evento, es otra de las marcas con mayor representación tanto en la muestra como en los estilismos de los asistentes. La Met Gala 2024 ha resultado ser un vergel más literal que literario, a pesar de ser quizá la edición con el código de vestimenta más específico de los últimos años.