El producto que utilizo como prebase de maquillaje no es un primer, pero prepara la piel como tal
Sólo el 35% de los españoles se muestra muy satisfecho con el estado actual de su piel, según el ‘Estudio de la piel en España’ publicado por IMR, centro de dermatología de vanguardia, realizado a una muestra de más de 1.200 personas representativas de la población española de entre 20 y 65 años. Conclusión: la media nacional está en un 6,7. En mi caso y aún cuidando y mimando exhaustivamente mi piel cada día, nunca he formado parte de este afortunado 35%; es más, hasta hace pocos años, mi autoimagen no llegaba tampoco a ese casi notable del groso de la población. La cosa comenzó a cambiar (spoiler: a mejor) cuando, tras mucho investigar y beneficiarme de las bondades de limpiadores, sérums, cremas y demás fórmulas en las que de verdad confío y a las que debo un cambio sustancial en el estado de mi piel, mi concepción de la calidad de esta mejoró y mucho. Un upgrade que no evita la impronta que dejaron los estragos del exceso de sol adolescente y otras tantas rutinas nada recomendables de esos años.
Así, en mi incansable búsqueda de nuevos activos y formulaciones que perfeccionasen el aspecto de mi cutis, descubrí el producto al que hoy dedico este artículo. No es un primer ni una prebase de maquillaje, pero difumina los poros; tampoco es maquillaje, pero minimiza visiblemente las imperfecciones y unifica el tono, y mucho menos hablo de un exfoliante, pero mejora la textura de mi piel antes del maquillaje. ¿La realidad? Es un protector solar. Un protector solar 50+ con color, de textura mousse, que aporta un efecto terciopelo sobre el cual la base de maquillaje se asienta a la perfección. Es más, diría que incluso no es necesario utilizar base de maquillaje después de su aplicación.
Además, este nuevo imprescindible en mi rutina diaria no solo perfecciona la tez y protege frente al daño solar, también actúa contra el estrés oxidativo. “El mecanismo es sencillo: la contaminación se deposita sobre nuestra piel y la oxida, de una forma parecida al humo del tabaco. Por eso, existen activos anti-polución que basan su acción en prevenir que esta se adhiera al cutis”, explica Lena de Pons, farmacéutica experta en dermofarmacia, y continúa: “La oxidación provoca el envejecimiento prematuro de la piel por reacciones a nivel molecular. Tal y como su nombre indica, las estructuras moleculares de la piel se oxidan, y una piel sometida a esa oxidación de manera sostenida se percibe con un tono apagado e irregular, con presencia de un tipo de arrugas muy características, manchada… Utilizar SPF a diario es fundamental para evitarlo”.
Imprescindible, sí, pero lo cierto es que por mucho que hayamos interiorizado la importancia de utilizar SPF cada día (independientemente de que haga sol o no), lo cierto es que hasta hace bien poco no resultaba el paso más atractivo de nuestra rutina. Quizá por el recuerdo de esas texturas densas, untuosas y blanquecinas de las cremas de nuestra niñez, o puede que por la falsa y extendida creencia de que, de usarlas, seremos susceptibles de tener déficit de vitamina D —aun cuando los estudios clínicos nunca demostraron que el uso diario de protector solar provoque esta deficiencia—. El caso es que el panorama ha cambiado, y los laboratorios armonizan cada vez más y mejores fórmulas como reflejo de la toma de conciencia sobre la prevención del daño solar. Eso sí: esta, sin duda, se lleva la palma.