¿Podrían la microbiota, las bacterias y las levaduras que anidan en el corazón de la flora intestinal convertirse en nuestro mejor aliado para el bienestar? Gracias a la reciente secuenciación de genes, los investigadores conocen mejor esta sorprendente población bacteriana que, según el científico y farmacéutico-biólogo André Burckel, puede «enviar mensajes al cerebro e impactar en los neurotransmisores que actúan sobre el estado de ánimo «.
¿Cómo podemos optimizar nuestra microbiota?
1) Consumir los alimentos adecuados
Los efectos de la microbiota van mucho más allá de los intestinos y la digestión: influye directamente sobre el humor, el sueño, el aparato locomotor, el sistema circulatorio y las defensas, de ahí la importancia de cuidarla al máximo para sentirnos bien. En su libro Le régime Burckel, pour la santé du microbiote, André Burckel recomienda incluir en la dieta diaria lo siguiente: almidones resistentes (trigo, judías, plátanos) para nutrir nuestras bacterias intestinales buenas; betaglucano (avena, cebada) que aumenta el número de bacterias buenas en detrimento de las malas; fructanos (espárragos, achicoria, melón) que aumentan el número de bacterias buenas en detrimento de las malas y contribuyen a equilibrar la microbiota; fibra (col rizada, higo, almendra), que estimula su motilidad, y polifenoles (dátil, té, especias, cacao), que la enriquecen y protegen.
2. Comer crudo
Es un hecho: nuestro estilo de vida agitado y estresado, la alimentación industrial y los tratamientos antibióticos regulares ponen a dura prueba el funcionamiento de la microbiota. Ahora sabemos que la disbiosis intestinal puede provocar patologías autoinmunes, enfermedades degenerativas o incluso depresión… ¿La buena noticia? Podemos prevenir estas dolencias y optimizar el funcionamiento de la microbiota con la ayuda de los prebióticos. «Se trata de nutrientes y fibras que se encuentran en frutas, verduras y hierbas frescas… ¡crudas! O al menos cocinadas a menos de 42 °C, porque el calor las destruye «, explica Marie-Sophie L., cocinera de alimentos crudos. En su libro L’Alimentation crue da su lista de alimentos «amigos» para adoptar a diario: frutos secos (coco, anacardos, macadamia), semillas (chía, cáñamo, trigo sarraceno, etc.) y verduras en todas sus formas, en zumo, batido o sopa. Y también manzanas: ingeridas en un tratamiento de dos o tres días, dan un respiro al organismo y desintoxican el hígado, restableciendo su equilibrio.
3. Incorpora probióticos a tu dieta
¿Puedes enriquecer tu microbiota con probióticos? Sí, aunque algunos médicos dicen que no tiene sentido tomarlos indiscriminadamente: hay que ajustarlos en función de la propia flora o del desequilibrio de cada momento. Por eso, la doctora Valérie Leduc, especialista en medicina antienvejecimiento, es una gran partidaria del análisis del ADN de la microbiota. “Este análisis, que pronto estará disponible, me permitirá elaborar recetas mucho más específicas y personalizadas de probióticos y complementos alimenticios”. A por ello.
Este artículo se publicó originalmente en Vogue.com. Traducción y adaptación: Carmen Cocina.
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