El miedo a fracasar puede ser debilitante y conducir, incluso, a la parálisis en algunos casos. En el terreno laboral, puede impedir que asumamos los riesgos necesarios para buscar nuevas oportunidades profesionales, lo que nos lleva a una inacción que se convierte en un obstáculo para crecer y avanzar en el trabajo. El miedo puede hacerte dudar de tus propias decisiones y erosionar la confianza en ti misma. Además, es muy probable que estas inseguridades sean percibidas por los demás, que te verán como alguien poco capaz. Conclusión: si evitas compartir ideas, asumir nuevas tareas y correr riesgos, si buscas constantemente la seguridad de quedarte donde estás es muy posible que te estés perdiendo magníficas oportunidades. También es posible que tengas la sensación de que algo va a salir mal o de que no eres lo suficientemente buena en algo, aunque no tengas motivos concretos para pensarlo. Quizá hayas caído en las redes de la profecía autocumplida, según la cual nuestras expectativas acerca de nosotros mismos y de los demás se convierten en realidad. Esto, en el ámbito profesional, puede convertirse en un ciclo sin fin. “La profecía autocumplida es un fenómeno psicológico que afirma que las creencias, tanto positivas como negativas, que tiene una persona sobre sí misma o sobre los demás influyen en su comportamiento de tal manera que acaban convirtiéndose en realidad. En el ámbito laboral, esto tiene un impacto significativo. Si un trabajador cree que no es competente, puede actuar con menos confianza, evitar asumir responsabilidades o no expresar sus ideas, lo que le lleva a no rendir lo suficiente y a una falta de reconocimiento y oportunidades de crecimiento. Además, las expectativas de los supervisores y compañeros también pueden influir, si se espera que un empleado no rinda bien, puede que reciba menos apoyo y oportunidades, lo que limitará a su vez su desarrollo y éxito profesional. Y en el otro extremo, si se tiene la creencia de que un trabajador es eficiente y colaborador es más probable que ese miembro reciba más apoyo y retroalimentación logrando que se cumplan las expectativas que se tienen sobre él”, explica la psicóloga laboral Virginia Girbés.
Este tipo de autopercepción negativa es como una sombra persistente que habita en el universo psicológico de muchas personas. Es la voz de la baja autoestima, el susurro que termina con propósitos de vida, proyectos y hasta relaciones. Además, es bastante más frecuente de lo que podemos llegar a pensar, al fin y al cabo todos hemos estado en ese territorio en algún momento de nuestra vida. “Estos pensamientos aparecen debido a diferentes factores psicológicos y sociales. La sociedad y la cultura a menudo imponen estándares y expectativas muy altos, lo que lleva a que nos estemos comparando constantemente con los demás lo que, inevitablemente, genera inseguridades. Además, la falta de retroalimentación positiva y el miedo a fracasar también juegan un papel importante, haciendo que las personas se cuestionen sus capacidades incluso cuando no hay razones objetivas para creerlo. Un fenómeno que explica estos pensamientos es el síndrome del impostor, que se da cuando, a pesar de tener pruebas de tus habilidades y conocimientos, sientes que no mereces tus logros y aparece el temor de ser expuesto como un ‘fraude’”, apunta la experta.