Será a partir del 31 de enero cuando se puedan ver en Netflix los capítulos que conforman la segunda entrega de La chica de nieve. La historia cambia de nuevo Nueva York por Málaga para narrar una investigación de Miren y su nuevo compañero, Jaime, en un colegio elitista y conservador donde han desaparecido dos de sus alumnas. A los ya de sobra conocidos Milena Smit, Aixa Villagrán y Marco Cáceres, se une Miki Esparbé, quien interpreta a un periodista que se traslada desde Madrid para trabajar en la sección de Sucesos del periódico Sur. “Encontrarme con él ha sido un absoluto regalo, aprovecho para decirte esto ahora que no está aquí”, comenta entre risas la actriz. “Ha sido la pieza clave en esta temporada, tanto para Miren como para mí, Milena. Cada día de rodaje me encontraba a un compañero de verdad que me apoyaba, tanto en los días buenos como en los días malos”, concede. “Al no haber tenido yo formación actoral, la gran escuela son los trabajos que voy haciendo y los compañeros con los que me voy encontrando en el camino. Por eso soy una esponjita y he aprendido todo lo que puedo de él porque es un actor impresionante”. ¿Lo más importante? La naturaleza de ese encuentro. “Me encanta la relación entre Miren y Jaime. Lejos de caer en tópicos o hacer que esperemos una relación romántica al final, es algo real. Te lo crees y a él te lo comes”.
Curtida en mil batallas con periodistas, portada de prácticamente todas las revistas españolas y actriz mediática donde las haya –hace solo unas horas posaba ante los medios en el desfile de Saint Laurent de la Semana de la Moda de París– , es esta la segunda ocasión en la que encarna a una redactora. “Como Miren se salta todas las normas, tampoco me he querido contaminar con lo que es la ética periodística de verdad. Miren es periodista, pero le mueve más la herida que tiene. Es un instinto, un impulso y lo que quiere es defender y proteger a la víctima. Eso muchas veces le fastidia también a Jaime y se juega incluso su carrera”, explica. “Puedo ver la mirada irresponsable de Miren. No se hace cargo de las consecuencias, pero eso es algo que también admiro”.
La actriz se dio a conocer al público con No matarás y el gran salto le llegó con Madres paralelas, la película de Pedro Almodóvar con la que debutó en el Festival de Venecia. Empezó muy joven, pero presenta esta El juego del alma con 28 años y el interpretar a una mujer profesional que no se amilana ante nada da lugar a una curiosa situación con los alumnos del colegio en el que Miren investiga. Vamos, que un chaval se dirige a ella tratándola de señora. “Recuerdo perfectamente un día en un avión. Por protocolo, hubo un malentendido con la azafata y me llamaron de usted. Me di la vuelta y le dije que de señora nada, señorita. No me acostumbro a eso, soy joven y estoy lejos de ser una señora. Cuando lo sea, me sentiré muy orgullosa”, comparte entre carcajadas. “No anhelo nada la eterna juventud ni esa sensación de no querer que pase el tiempo. Todo lo contrario. El paso del tiempo para mí supone adquirir más sabiduría, aprendizaje, lecciones y lo que me depare la vida. No me he casado, así que sigo siendo señorita”.