En la trayectoria de Romero se alternan grandes instituciones con otras que se mueven en esferas más vanguardistas, una interesante mezcla que ella también pretende incorporar a la CND. “Cuando los coreógrafos son independientes y no están dentro de ese estándar comercial suelen tener una mirada interior mucho más profunda. Por eso me gustaría traer esas miradas. De hecho lo estoy haciendo ya”, reconoce. Otro de los aspectos clave para entender el devenir artístico de la murciana ha sido su compromiso con la búsqueda de la confluencia entre la danza y las nuevas tecnologías. En esa línea de exploración, en 2008 fundó el Instituto Stocos en Madrid junto al compositor Pablo Palacio, un proyecto transdisciplinar que combina danza, música, matemáticas, psicología experimental e inteligencia artificial. “El arte aporta mucho a la ciencia, más que la ciencia al arte. Después de pasar 15 años involucrada en varios proyectos europeos en los que se estudia la danza y el cuerpo, me he dado cuenta de que el bailarín está en boga. Mi abuelo era matemático, mi padre era físico y químico, y me gusta la ciencia y la investigación. O mejor dicho, me gusta la mezcla de disciplinas. Llegó un momento en mi carrera en que me cansé de trabajar en los teatros, de los bailarines, de los coreógrafos y tenía ganas de conocer más el mundo académico. Hablar con un biólogo o un ingeniero y encontrar un lenguaje común ha sido una experiencia muy enriquecedora. Y hoy en día estamos en la era de la inteligencia artificial, es lo que nos toca, y se abren nuevas oportunidades en cuanto a la creación de una tecnología para la amplificación del cuerpo –por ejemplo, esa que hace que un bailarín mueva una luz–; no una que nos limite, como el móvil”.
La CND estrena el próximo 27 de febrero Don Quijote en el Teatro Real de Madrid, una pieza que estaba programada por su antecesor en el cargo, Joaquín de Luz, con coreografía de José Carlos Martínez, que fue también director de la compañía y que actualmente lidera el ballet de la Ópera de París. “He traído a su asistente, Elna Matamoros, para que lo monte y lo afronto con mucha responsabilidad. Es una obra muy bella en la que se ha respetado mucho la coreografía de Marius Petipa pero dándole un toque más español”. Poco después vendrá la segunda pieza ideada por Romero –después de su puesta de largo en Murcia–: se trata de una obra en el marco del festival Ellas crean y que se representará en la sala de las musas del Museo del Prado el próximo 8 de marzo, coincidiendo con el Día Internacional de la Mujer. “Todo parte de una investigación que hice en la Real Academia de España en Roma en 2021. Aquella fue una experiencia maravillosa, estuve trabajando durante nueve meses rodeada de 21 artistas y mi proyecto trataba sobre la escultura. Soy una amante de esta disciplina y hay una cierta similitud a la hora de trabajar las perspectivas con respecto al espacio”. El título de la pieza, Decimos verdades que parecen mentiras, proviene de unos versos cantados por Las Musas del Helicón de la Teogonía de Hesíodo. “Trata sobre cómo el arte y laficción a veces mienten para decir una gran verdad”, apunta Romero. La obra es una producción para 24 bailarinas con una duración de 26 minutos con música electroacústica del compositor Pablo Palacio (colaborador de Romero desde hace años), vestuario de Bebé Espinoza y maquillaje de Dior.