Asegura que lleva meses preparándose. Y no es para menos. Después de ocho años de trayectoria y un largo periplo por escenarios españoles y europeos, la cantante lírica Natalia Labourdette (Madrid, 1992) se enfrenta a su primer papel protagonista en el Teatro Real. En la ópera Tejas verdes, una producción nueva de Jesús Torres que se estrena el 13 de febrero, la soprano interpretará a Colorina, una joven chilena víctima de la represión durante la dictadura de Pinochet.
De hecho, lo primero que destaca la soprano es la exigencia física de meterse en la piel de un personaje sometido a todo tipo de violencias en un centro de detención. “Tengo que moverme encorvada y temblorosa por el escenario, haciendo que me duele todo el cuerpo. Pero claro, después de las largas jornadas de ensayo, el resultado es que, efectivamente, me duele todo el cuerpo”, dice entre risas, antes de matizar que, aun así, está encantada con con todos los planteamientos creativos que rodean esta ópera, cuya puesta en escena se hará de manera conjunta con La vida breve de Manuel de Falla –un drama que se representó por primera vez en Niza en 1913 y a día de hoy sigue gozando de una recepción excelente por parte del público–.
Tejas verdes está basada en una obra de teatro homónima de Fermín Cabal (también autor del libreto). En esta ocasión, se presenta con poemas intercalados procedentes del Cancionero y romancero de ausencias de Miguel Hernández. “Me gusta la música de nueva creación. Los libretos suelen ser más interesantes y me suelo sentir más cercana a las historias que se cuentan. La complejidad de los roles femeninos te permite investigar, hacerte más preguntas sobre sus motivaciones. Además, me parece muy atrayente poder tener ese diálogo con el compositor en persona. Saber o no si perdurará. Porque lo difícil no es estrenar una ópera, lo difícil es que se reponga”, introduce Labourdette, una soprano que se aleja de divismos y no se ajusta a ningún estereotipo preconcebido. Es vegana, aficionada a la escalada de pared y simpatizante del reguetón.
Hablando de dificultades, ¿cuál consideras que es el principal problema al que se enfrenta la ópera en la actualidad?
La capacidad de atracción de público. Muchas veces, se me afirma que la ópera es muy elitista. Y no. La ópera no es elitista. El otro día, por ejemplo, fui a un scape room. Cinco personas pagamos 95 euros. Depende de muchos factores, pero se pueden encontrar entradas de ópera desde unos 18 euros. Para jóvenes, además, hay un montón de ofertas. Yo entiendo que quizá no es el plan que más te animes a hacer si no te resulta nada conocido. Asistir a un concierto de Beyoncé cuesta mucho más que ir a la ópera. Pero, claro, sabes que vas a ver a esa pedazo de diosa. En la ópera, sin embargo, no conoces a los cantantes, no conoces la música, no sabes lo que es. Aunque te cueste un cuarto de lo que cuesta ir a ver a Beyoncé, no sale de ti destinar ese dinero a algo que no sabes si te va a gustar, siquiera. Así que no sé cómo se soluciona este problema. Lo único que puedo decir es que la mayoría de personas que han venido a verme, mis amigos y conocidos, y coincidía que era la primera ópera a la que asistían, han salido encantados. Muchos, han repetido.