“La verdadera realeza no posee el ojo de halcón de la realeza de Hollywood”, escribió su hija Maria Riva. “Yo comprendía las objeciones de mi madre: la ejecución dejaba mucho que desear. Los diseños eran maravillosos, pero la realización sólo era válida para tomas a distancia; porque, “en la vida real”, las cosas siempre se veían a distancia. Pero mi madre no consideraba que aquellas prendas fueran indumentaria para uso particular, aunque eso no podían saberlo aquellas desesperadas señoras francesas”.
La perfección técnica que ofrecía Christian Dior debió impresionarla. También la oportunidad de reconstruirse a sí misma a través de los característicos rellenos del modisto, una práctica que más adelante se convertiría en su mejor secreto: cuando recorrió el mundo con su legendario show de cabaret durante los sesenta y setenta, sus vestidos desnudos de pedrería sugerían una silueta inmutable, eternamente perfecta; el cuerpo de la Dietrich no parecía decaer pero, como todo en su vida, era una ilusión, sostenida en este caso por un ajustado mono de goma que le garantizaba poder reírse del tiempo a ojos del público. La inmortalidad fue siempre su mayor obra, y el New Look fue el primer paso.
PÁNICO EN ESCENA
Cuando Jack Warner consideró que Tallulah Bankhead había dejado de ser una estrella, Alfred Hitchcock llamó a Marlene Dietrich para protagonizar la que sería su última película en Reino Unido en veinte años: ‘Stage Fright’. Pero Dietrich, que acababa de convertirse en abuela a los 47 años, estaba más recelosa de su imagen pública que nunca. Por eso, a lo largo de la producción tomó el control sobre dos aspectos clave.
El primero fue la luz. Dietrich está extraordinariamente fotografiada en todas sus escenas porque después de aprender de cine en siete películas con Von Sternberg, que la hizo una diosa a base de sombras, se había convertido en una experta en iluminarse a sí misma. Hitchcock, metódico y controlador en sus producciones, era consciente de ello. Y, por respeto a actriz y mentor, optó por no interponerse en su camino. “La señorita Dietrich lo ha organizado todo”, le explicó el director a la prensa. “Les ha dicho exactamente dónde colocar las luces y cómo fotografiarla”.