No me tomé en serio mi salud intestinal hasta que cumplí los 30

«El cuerpo humano es increíblemente resistente, pero no olvida lo que le hiciste a los 20 y ahora, a a los 30, quiere vengarse«. Este fragmento olvidado de la sabiduría de Internet, que en su día rebotó sin rumbo por los servidores de mi memoria a largo plazo, me vuelve ahora a la mente mientras me encorvo sobre el lavabo, completamente agotada tras el cuarto intento de mi cuerpo de regurgitar lo que tiene dentro. De repente me viene a la cabeza la sesión de biryani de ayer por la noche y la bilis empieza a revolverse de nuevo. Feliz 30 cumpleaños, entona mi cerebro morosamente.

Después de toda una vida alimentando mi cuerpo con todo tipo de comida basura a horas intempestivas de la madrugada, es difícil no sentirse ofendida por esta repentina rebelión de mi cuerpo. Los estudios científicos prometían que a los 30 años alcanzaría mi plenitud cognitiva, que se desataría un nivel de satisfacción insospechado hasta entonces y que establecería vínculos más significativos. Pero en lugar de iniciar una nueva carrera como fantástica jugadora de ajedrez, toda mi energía estratégica y de resolución de problemas se dedica a encontrar el camino más rápido al lavabo tras engullir un chisporroteante plato de pollo frito después de acostarme.

Cómo cambia la salud intestinal a los 30 años

Cuando le cuento mis problemas al Dr. Mangesh Keshavrao Borkar, gastroenterólogo del Hospital de Manipal, no se sorprende. «La salud intestinal se altera significativamente cuando el cuerpo entra en la treintena debido a cambios metabólicos, fluctuaciones hormonales y factores relacionados con el estilo de vida», explica. Para empezar, el sistema digestivo empieza a ralentizarse, lo que afecta a la eficacia de la absorción de nutrientes. Al reducirse la producción de ácido estomacal y enzimas digestivas, resulta más difícil descomponer ciertos alimentos, como los lácteos y los alimentos ricos en grasas.

«Muchas personas que antes toleraban mejor los alimentos procesados, la cafeína y el alcohol ahora tienen una mayor sensibilidad hacia estas sustancias», advierte. ¿Cuál es el resultado? La hinchazón y los movimientos intestinales irregulares se instalan de forma indeseable en el cuerpo a largo plazo, ya que el revestimiento intestinal se vuelve más propenso a la inflamación.

La discriminación de género no perdona, ni siquiera a los problemas intestinales: la dietista clínica Ridhima Khamesra afirma que afectan más a las mujeres que a los hombres. «En general, se sabe que ellas producen menos ácido clorhídrico y enzimas digestivas. Esto afecta a la digestión de los alimentos y a la absorción de nutrientes», explica.

Cómo afrontar los cambios en la salud intestinal a los 30 años

Aunque estos cambios son algo nuevo para mí, parece que el mensaje ha calado ya entre mis amigas treintañeras. Cuando mi marido y yo nos acercamos a visitar a otra pareja de amigos, su botiquín estaba repleto de frascos de hierbas para la limpieza intestinal. Y uno de mis primos está pegado a un pódcast de tres horas sobre salud intestinal con la intensidad que antes reservábamos a los cliffhangers de nuestras series favoritas.

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