Neil Hannon es un gran conversador, da gusto hablar con él. Lo hemos comprobado más veces, como aquella que nos dejó tremendo titular sobre Christina Aguilera o también en esos fantásticos conciertos en los que presenta siempre canciones nuevas y grandes clásicos de Divine Comedy como ‘Tonight We Fly’.
Este otoño está presentando un notable nuevo álbum, ‘Rainy Sunday Afternoon‘, que versa sobre la muerte de su padre, la independencia de su hija, el paso del tiempo o la cutrez de la clase política estadounidense. Charlamos sobre todo ello en un hotel de Madrid en una visita promocional. En concierto podremos verle el 5 de marzo en la Sala Apolo de Barcelona y el 7 de marzo en Teatro Eslava de Madrid. No se lo pierdan.
Este disco es sobre el paso del tiempo. Hay un tema sobre tu padre, otro sobre tu hija. ¿Cómo te sientes respecto a eso?
No muy bien (risas) Es lo que tiene el tiempo: que sigue pasando. Yo no estoy por encima de eso. Anoche estaba viendo el documental de Billy Joel y pensaba: «Eso es lo que pasa. Llegas a los 45, a los 50… y piensas: «¿Sobre qué voy a escribir ahora?»». Y él simplemente paró, lo cual me parece admirable en cierto modo. Yo no puedo parar, pero claro, no soy ni de lejos tan famoso como Billy Joel. No puedo permitirme parar (risas).
Mi visión de la mortalidad ha ido cambiando. De adolescente me daba mucho miedo la muerte, pero a medida que me hago mayor entiendo la indiferencia que le manifestaba alguno de mis abuelos.
Es verdad. Creo que todo el mundo se va encontrando con eso. Supongo que tiene mucho que ver con cuánto disfrutas de la vida. Debo admitir que a los 20 pensaba cosas como: «No me dejes morir en este avión ni en este coche porque soy casi una estrella del pop». Aquello fue divertido. También, una vez que has procreado, tienes que compartir toda la sabiduría que tengas con tu descendencia. Entonces empiezas a preguntarte: «¿Para qué estoy aquí?». Y es una pregunta interesante, que todavía no he resuelto del todo. Supongo que la vida para mí ha sido como una gran escalada, intentando mantenerme en la ladera de la montaña y no caerme. Y ahora que he llegado a esta especie de remanso, voy a extender esta metáfora todo lo que pueda (risas) Es una meseta agradable y no sé si me voy a molestar en subir al siguiente tramo.
Muchos artistas, como David Bowie o Leonard Cohen, han ido escribiendo muchísimo sobre sí mismos, sobre su fama, sobre lo que ha significado ser esas personalidades, a medida que cumplían 60, 70, 80 años… ¿Te ves escribiendo sobre tu lugar en el mundo como artista?
Dado que soy Neil Hannon, cuando escribo, escribo sobre mí. Pero sé lo que quieres decir. Es interesante, pero no porque yo me sienta famoso en absoluto. Y no me enfada no ser más famoso. Hago mi vida normal en el condado de Kildare, en Irlanda, sin que nadie me reconozca ni remotamente, a nadie le importa. Si alguien me reconoce, desde luego no me dice nada. Y no se asombran. Cuando empujo mi carrito por el Tesco, lo hago como si fuera una estrella del pop (risas) Y me resulta divertidísimo llevar una especie de doble vida. Porque cuando voy a un concierto de pop en Dublín, ahí la gente sí me reconoce porque estoy en otro contexto. Pero no fuera de ahí.
«No reconocería a Drake en una cola»
Bueno, para mí siempre serás un grande de los 90. Además, en los 90 no había tantísimos artistas como ahora… Alguien puede tener millones de streams y yo no saber quién es. Y me dedico a esto.
No sé mucho sobre estrellas contemporáneas, pero no reconocería a Drake en una cola. No sé cómo es su cara. Y ha vendido miles de millones. Es increíble. Pero no soy su target…
Has dicho algo así como «fui casi famoso». ¿Cómo viviste aquellos tiempos?
Me encantaba la idea de ser una estrella del pop. De verdad. Me esforcé al máximo por convertirme en una. Pasé unos 20 años practicando. Eso sí, nunca a costa de la música. Siempre fue bajo mis propios términos, pensando que era bueno en lo que hacía, así que lo siguiente que conseguiría a cambio sería el estrellato pop. No me importaba el dinero. Solo quería las guirnaldas y las chicas (risas) ¡Qué tiempos aquellos! Luego, ya sabes, en los 2000, tuve que encontrar una forma completamente diferente de motivarme. Y después de un tiempo, simplemente pensé: «De verdad te gusta hacer música». O sea, eso es lo que hay por encima de todas las cosas superficiales. Simplemente amas la música. «Así que simplemente sé feliz haciendo música». Me preparé para que a la gente no le importara y dejara de comprar mi música. No me importaba. Me divertía un poco la pobreza (risas). Pero resulta que, si esperas el tiempo suficiente y te concentras en la calidad del material, la gente vuelve a ti. Es bonito.
«Si esperas el tiempo suficiente y te concentras en la calidad del material, la gente vuelve a ti»
¿Qué piensas de tu situación actual?
Me siento inmensamente feliz. Me siento increíblemente afortunado de haber logrado crear un nicho que no creo que nadie más tenga. Si sí, no me he enterado.
He ido a tus conciertos, mi sensación es que siempre te ha ido bien. La gente canta, se ríe, siempre llenas. ¿Hay un punto en el que no te fue tan bien y no me he enterado? Nunca has estado en una situación tipo Lawrence, ¿no?
Felt eran brillantes… Y no… Siempre me fue bien. Y siempre tuve otras cosas, como la televisión, el teatro y cosas así. Podría haber ido más por ahí. Sería rico si lo hubiera hecho. Pero necesito a Divine Comedy porque soy yo, ¿sabes? Necesito hacer estos álbumes de vez en cuando, porque nadie más me dice cómo hacer un álbum de Divine Comedy. No se atreverían.
«Sería rico si hubiera hecho más televisión o teatro, pero necesito a Divine Comedy porque soy yo»
¿Qué piensas de que Oasis sigan siendo así de grandes? Porque para mí, Divine Comedy estabais en el mismo círculo…
No, no, no… Ellos vendieron millones y millones de discos. Actuaban en Knebworth… Una anécdota curiosa. Cuando estábamos grabando el disco de The Duckworth Lewis Method, el del críquet, Thomas (Walsh) y yo estábamos en los Premios Ivor Novello en Londres. Y luego, en el pub donde iba todo el mundo, estaba Noel Gallagher. Y Thomas Walsh me dijo: «¡Preséntamelo!». Y yo: «pero si es que no lo he visto como en 20 años». Y Thomas: «¡que me lo presentes!». Me acerqué y Noel me dijo: «Te has metido con mi banda». Y yo como: «¿Qué??». Y Noel: «Le faltaste el respeto a Oasis». Y yo: «¿De verdad?». Y Noel respondió: «Sección de singles del Melody Maker. 1997». Pensé: «¡Dios mío! ¡Este tipo se las guarda!». Y le dije: «Lo siento mucho, pero ya sabes cómo era entonces. Te pedían que hicieras reseñas en el periódico y solo decías: «Puto Oasis, puto Pulp, puto Blur»». Eran solo celos. Pero nos reímos.
¿Había muchos celos?
No te imaginas la cantidad de celos que hay en la música. Es un mundo totalmente malévolo.
«Noel Gallagher nunca olvidó que critiqué un single de Oasis en 1997. No te imaginas la cantidad de celos que hay en la música»
Por otro lado, es muy fuerte lo diferentes que erais las bandas del Brit Pop. Es que realmente no tenías nada que ver con ninguno de esos grupos.
En realidad, lo que nos unía a todos era que éramos bandas indies, pero que, en cierto modo, habíamos llegado a las listas de éxito. Y por eso el Brit Pop era popular, porque eso no suele ocurrir, que ese tipo de música alternativa entre en las listas constantemente. Creo que ese es el único factor que realmente nos unía. Eso, y cierto respeto por el pop británico clásico de los 60 y 70, era una característica de todas estas bandas, incluyéndome a mí.
Volviendo a tu disco, hay un tema para tu padre, que murió de alzhéimer. Estoy familiarizado con la enfermedad por un familiar, y me ha sorprendido ver lo importante que es la música y el cine, la cultura para los enfermos. Se están haciendo muchos talleres de musicoterapia, porque la gente se olvida de sus hijos, pero no de sus canciones favoritas…
No creo que la residencia de ancianos de mi padre en Irlanda del Norte fuera tan avanzada como la de tu familiar. Lo único que les ponían era ‘Antiques Roadshow’ en la televisión. Pero es verdad que mi padre reaccionaba a la música que conocía muy, muy vívidamente. Aunque hacia el final, en el último año o dos, dejó de escuchar música. Simplemente se negaba. Me decía que la quitara, lo cual era extraño. Para ser sincero, odio recordar esa época (sonríe). Es muy duro para mí.
En verdad, me fascina que ni a pesar de eso, tu disco suene triste. Si hubiera un disco de Divine Comedy triste, ¿cuál sería?
Encuentro ‘Regeneration’ bastante triste. Igual no es la palabra adecuada, pero contiene un ligero aire de desesperación. Probablemente sea porque de repente pensé: «Mmm, puede que me haya casado con la persona equivocada». No tengo problema con Orla. Seguimos siendo muy buenos amigos. Pero no había pasado mucho tiempo cuando empezamos a notar las grietas, y fue aquella época.
¿Tienes un disco favorito o infravalorado?
Si me obligaran a sentarme a escuchar uno de mis álbumes, sería difícil elegir, porque todos tienen un poco demasiado de mí. Es como repasar viejos álbumes familiares y todo es muy… difícil. Probablemente escucharía ‘Promenade’ porque es de hace tanto tiempo que no me acuerdo bien y es bastante bonito.
¿Cómo definirías el sonido del nuevo disco?
Se ajusta más o menos a la típica balada pop orquestal de los 60 y 70 que he hecho mía. Pero creo que lo principal es que quería hacer algo que sonara realmente suntuoso, que sonara genial en vinilo, que tuviera un toque amaderado. Como un hombre fumando en pipa sentado en una bonita silla antigua. Por eso lo llamé ‘Rainy Sunday Afternoon’, porque quería que fuera el tipo de disco ideal para escuchar mientras te tomas una taza de chocolate caliente envuelto en una manta bonita.
«Quería que el disco sonara a madera. Como un hombre fumando en pipa sentado en una bonita silla antigua»
Eso tiene algo que ver con la portada del álbum. Tienes que explicarnos algo sobre ella.
Me gusta Pinterest, es una debilidad que tengo. Encontré fotos preciosas de gente genial de los 50 y 60 en bares de París, siendo simplemente geniales. Había una que me gustaba especialmente de Marcel Marceau, el famoso mimo. No iba todo blanco ni nada, solo con una pajarita. Me gustó la forma en que sostenía el vaso en la mano. Pensé: «Es como la portada del álbum». Pero obviamente no puede ser él, tengo que ser yo. Así que… Conozco al fotógrafo Kevin Westenberg desde hace décadas. Es buenísimo. Le conté mi idea a grandes rasgos. Encontramos un pequeño café encantador en el norte de Londres. Frente al Forum, el local. Y lo montamos todo allí. Es completamente falso. No es real. Hubo luces y extras.
Está esta canción del ‘Mar a Lago by the Sea’, no sé si es un bolero, medio latina… ¿a qué te suena?
Sí a eso, suena como estas bandas de cabaret de dos o tres personas tocando en la esquina de un resort. Y como estoy retratando la casa de Donald Trump, quería que sonara vulgar y nauseabundo. Le imagino en una celda de la cárcel, sintiéndose nostálgico por su bonito hogar perdido. Desafortunadamente, no se ha hecho realidad.
Quizá con el tiempo.
No va a pasar. Asumámoslo.
«Trump es tan malo que me hace creer en el diablo»
¿Estás tan asustado como yo de lo que pueda pasar en los próximos 5 o 10 años?
Por supuesto. Parte de lo terrible del régimen de Trump es que están revirtiendo cada legislación sobre el cambio climático que se han encontrado. Se estaban construyendo fuentes de energía renovable y simplemente lo detuvieron, lo cerraron. Y eso va a hacer que la gente pierda sus trabajos. Y solo lo hace para fastidiar a los liberales. Es increíble. Es tan malo que casi me hace creer en el diablo. El diablo ha visto esta oportunidad en Estados Unidos para algo así como: «voy a conseguir que esta persona sea mi portavoz. Y voy a elevarlo al poder político». Y luego van a desmantelar toda la sociedad. Es increíble. ¿Te puedes creer que ha llegado el día en que no puedes ir a Estados Unidos? Bien, no puedo ir a Estados Unidos. Es demasiado arriesgado. Es increíble. Sí.
Espero que en 5 años o así haya una reacción.
Bueno, es que puede que no haya ni elecciones. ¿Cómo va a haber una reacción? Es deprimente.
¿Escuchas música de fuera de UK o Irlanda? Me da la sensación de que sí.
Mucha música británica e irlandesa se inclina hacia Estados Unidos, siempre lo ha hecho. Y Europa también. Pero me gusta muchísimo la música europea. No sé por qué, pero la chanson y el folclore español son increíbles. El fado portugués. Toda la música latina que hizo Italia en los 50 es increíble. Incluso puedo soportar un poco del schlager alemán. Y luego está toda esa música pop increíble que es el italo disco y todas esas otras cosas cuyo género no puedo identificar. En cierto modo, me transmite algo que mucha música estadounidense no. No me interesa mucho la música country del oeste.
«El «meet and greet» es convertirte en mercancía. Eso no está bien»
Hay una frase en el disco sobre conocer a tus héroes, ¿es muy decepcionante?
Siempre dudo mucho de conocer a mis héroes. De hecho, he conocido a bastantes. Siempre es bonito haberlo dicho, pero te deja frío. No aporta nada. O sea, si la gente me dice que es una gran experiencia conocerme, es como muy loco. Solo soy un hombre de 54 años con mala dentadura.
Yo te veo increíble.
Eres muy amable. Lo único que quiero que la gente experimente es lo que pongo en los discos, porque eso es lo que hago. No soy yo lo interesante, eso es lo interesante. Hablo también de cómo funciona la industria musical: mucha gente vende todo lo que puede para ganarse la vida. Y parte de ello es vender ese momento cuando el fan conoce al artista. Para mí, eso es malo. Es como convertirte en una mercancía, eso no está bien.
«Odio ver a artistas jóvenes dedicándose todo el tiempo a grabar vídeos de sí mismos en el estudio: deberían estar concentrándose en la música»
¿Qué piensas de la industria musical a día de hoy?
Es basura. Está todo mal. Son todo putas empresas de tecnología con sus estúpidas tecnologías haciendo muchísimo dinero pero sin ayudar a nadie.
¿Quieres decir el streaming? ¿Las redes sociales?
Sí, «marque todas las anteriores».
¿Es mucho peor que en los 90?
Era mucho más fácil en los 90 si eras bueno. Había un sistema. Y todo el mundo preguntaba: «¿Cómo consigues que una discográfica te contrate?», que era como el Santo Grial. Siendo sincero, eso fue lo fácil. Lo difícil vino después. Pero había un sistema, y las discográficas tenían relaciones con las distribuidoras, la prensa y todo eso. Pero ahora, es como si el artista tuviera que encargarse de toda la promoción en redes sociales. Y odio ver a artistas jóvenes dedicándose todo el tiempo a grabar vídeos de sí mismos en el estudio: deberían estar concentrándose en la música. No deberías tener que hacer todo eso. Eso es lo que de verdad odio.
«La industria musical son putas empresas de tecnología con sus estúpidas tecnologías haciendo muchísimo dinero pero sin ayudar a nadie»
Bueno, tú no tienes que hacer eso…
Me niego.
Supongo que vives de los directos, ¿te gusta tocar?
Sí, se vuelve físicamente un poco más agotador con la edad, pero es divertido subirse a un autobús con todos tus viejos amigos. Es un trabajo duro, aunque me encantaría hacer un disco sin pensar en tocarlo para la gente. Probablemente ni me molestaría en hacer el álbum porque para qué.