Así es como Melania Trump ha cambiado su estilo como primera dama en 2025
Todos los ojos están puestos en Estados Unidos y, por supuesto, también en Melania Trump. El recién comenzado segundo mandato de su marido al frente de la Casa Blanca ha provocado un revuelo político (y también mediático) que ha dejado patente la influencia del país norteamericano en el resto del mundo. Por descontado, su autoridad y la constante toma de nuevas decisiones se traducen en una expectación persistente, alimentada por la transformación directa que llega desde Washington. Una ruptura con la tónica anterior, no exenta de polémica, cuyo relevo ya se percibe en cuestión de moda. El retrato institucional de la primera dama es la prueba oficial de ello.
“Dos estilos, dos maneras de hacer política”, escribía Anitta Ruiz en su cuenta de Instagram junto a una fotografía de Jill Biden y Melania Trump. La consultora de moda, divulgadora y periodista ponía de manifiesto las diferencias entre ambos fondos de armario y por extensión, todo lo que estos representan. Para el ojo experto, se trata de un lenguaje silencioso que marca distancia entre los respectivos gobiernos a los que pertenecen. La toma de posesión de 2025 daba algunas pistas sobre ello a través de la costura: un apoyo a marcas locales, en este caso de la mano del diseñador independiente Adam Lippes, con el que formalizaba una silueta mucho más pulida y regia que la que vistió durante la inauguración de 2017.
Este giro de timón estilístico no ha pasado desapercibido, al contrastar con algunas de sus elecciones de vestuario anteriores, donde predominaba el color, así como la unión entre lo tradicional y lo moderno. Sin embargo, la sobriedad y los cortes sartoriales se han convertido en la pauta actual. Desde el abrigo de Dior que lució en la ceremonia de colocación de coronas en la Tumba del Soldado Desconocido de Arlington, al sombrero de ala ancha de Eric Javits, pasando por el minimalista vestido de Hervé Pierre en blanco y negro. Todos ellos son looks contenidos y sin un ápice de excentricidad, que han construido una nueva imagen de la ex modelo eslovena a lo largo de los últimos días y actos institucionales. Alejada de colores brillantes o estampados, el ‘power dressing’ se ha convertido en la fórmula que seguir, con elementos como hombreras, blazers y conjuntos de dos piezas que dejan atrás la estela híper femenina con la que se la relacionaba anteriormente.
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Con un vestido ‘ladylike’ de flores, en 2017. Un look en las antípodas al esmoquin masculino de su retrato oficial.Anadolu/Getty Images
En colores ácidos a contraste, en 2019.Karwai Tang
Melania Trump con un traje estampado en Mar-a-Lago en 2020.Noam Galai/Getty Images
La confirmación de este cambio ha llegado con su retrato institucional, en blanco y negro y con la capital estadounidense de fondo. “Se trata de una imagen súper potente en todos los sentidos. Apoyada en la mesa, con una pose de trabajo e inclinada hacia delante, hace que sea muy llamativa”, comenta para esta cabecera Anitta Ruiz. “Hace frente a las fotografías anteriores de las primeras damas e incluso a la suya propia, que eran retratos posados, sin movimiento”. Aunque lo que más destaca del look de Melania para esta consultora es el diseño con el que aparece. “Ha elegido una prenda masculina, que en realidad no deja de ser un esmoquin. En conjunto, con unas líneas muy rectas y sólidas. Incluso podemos ver el fajín”.
Cortesía de Dior
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Una imagen que califica de “muy poderosa” y que, además, da pistas sobre cuál será el papel de la primera dama durante los próximos años. “Transmite mucha acción, una actitud activa y un mensaje que podría traducirse como “aquí estoy yo y no voy a ser solo un figurín durante la presidencia de mi marido””, afirma. Se trata de una lectura con la que concuerda Raúl Ruda, estilista de celebrities y programas como ‘Zapeando’, de La Sexta TV. “Evidentemente quiere quitarse de encima esa imagen pública frívola con la que se la asocia. Creo que esta es una nueva etapa para ella y quiere transmitir una imagen de mujer poderosa, trabajadora, elegante y minimalista”, apunta, mientras destaca su ausencia de complementos. “No lleva joyas y ha preferido optar por un estilo simple, con referencias a la sastrería. Me recuerda a las primeras propuestas de Yves Saint Laurent, con el esmoquin acompañado de una camisa blanca y un fajín”.
Sumada a esta alusión al diseñador francés, en las redes sociales no han tardado en surgir comparaciones que relacionan sus outfits con los de Robin Wright en House of Cards: una apuesta similar en cuanto a su tono y silueta, mayoritariamente masculina, angulosa y, como no podía ser de otro modo, con hombreras poderosas. Ambas, unidas por el Despacho Oval y un puesto en común que no deja a nadie indiferente, tal y como mostraba Diet Prada en Instagram.