Hubo un tiempo en que todas las novias llegaban al altar con el taconazo de las sandalias Azia color champán de Jimmy Choo, disuadidas por las tendencias de Hollywood. Luego vinieron las chicas Hangisi de Manolo Blahnik, emulando el chic de Carrie Bradshaw. Los tacones «Wifey for Lifey» de Sophia Webster eran los más vendidos de la firma antes de que Amina Muaddi bailara el vals con los salones ‘de cristal’ Begum, avalados también por Rihanna. Pero si antes había opciones claras a la hora de elegir los zapatos de novia, ahora la tendencia en calzado nupcial es salirse de la línea y comprar –¡sorpresa!– zapatos que las recién casadas puedan volver a usar en un futuro.
Como siempre, todos los caminos conducen a Miuccia Prada. Cuando las bailarinas de satén de Miu Miu arrasaron en la industria en el verano de 2022, las futuras novias tomaron nota mentalmente de que sus bailarinas angelicales y nacaradas podrían ser la solución perfecta para los dedos apretados de las recepciones. «De repente me visualicé tropezando con los tacones», cuenta Tish Weinstock, que combinó sus tres espectaculares vestidos de novia vintage con zapatillas de ballet de Miu Miu en su enlace en Halloween “con altas dosis de drama”. «Me sentí mucho más segura con ellas». La relaciones públicas de moda Laura Linden, exdirectora del equipo de marketing de Molly Goddard en Londres, también priorizó la pista de baile a los centímetros y combinó su espumosa confección de Molly Goddard con unas dulces bailarinas de Miu Miu de color rosa empolvado para su boda de verano en un lago canadiense. «Como guiño a mi pasión por el ballet, caminé hacia el altar con una canción de El Cascanueces, cogida del brazo de mis padres», recuerda Linden. «Con suerte, fue una actuación más elegante que aquellos primeros recitales que tuvieron que presenciar».
Los zapatos destalonados de red rosa de Gucci, de tacón kitten y salpicados de logos GG de cristales, también se han convertido en favoritos de las novias más expertas en moda, gracias, en gran parte, a Chioma Nnadi de Vogue, que envió un par a su amiga Sara El Dabi para que los luciera con su vestido ‘de princesa Disney’ –inspirado en el que compró su madre en los extintos almacenes Biba– para una boda londinense por excelencia. “Una parte de mí siempre amará el RnB de finales de los 90 y principios de los 2000, y el logotipo brillante de la doble G me pareció muy de ese rollo”, dice la ex DJ. “Quería brillantitos sí o sí”. La florista Christie Leigh Corbally, que no es la típica novia de Pinterest que creció fantaseando con el vestido ideal, eligió unos mules brillantes de Gucci para complementar su look de Cecilie Bahnsen y no se arrepintió ni de una sola cuenta de pedrería mientras bailaba al ritmo de la banda local de Hampshire The Old Gits en su bucólica celebración.
Las virales merceditas con tachuelas de Alaïa irrumpieron en el desayuno nupcial de la escritora y comisaria Lou Stoppard, nada menos que junto a los plisados de Issey Miyake. Después la novia se cambió a un exquisito diseño e Simone Rocha cargado de perlas, combinado con unas coquetas bailarinas con lazos, para casarse con el diseñador de objetos preciosos Jamie Shaw en la capilla londinense de Fitzrovia. Para los creativos, que quisieron dedicar su enlace tanto a su hija Clark como su unión como pareja, la moda práctica con detalles de fantasía encajaba a la perfección con el tono “bonito pero interesante” que quisieron imprimir a su gran día, celebrado en el Café Cecilia de Londres (cuyo propietario y director es, por cierto, el hermano de Simone, Max).
Los zapatos de tacón de colores también están ganando popularidad. Para su boda en Brixton, la directora de cine Raine Allen-Miller eligió unos zapatos de tacón cuadrado color chartreuse de Amina Muaddi, que cambió más tarde por unas zapatillas Adidas X Wales Bonner con estampado de leopardo para complementar el vestido de volantes de Cawley Studio. Por su parte, la artista Rose Electra Harris se hizo con el último par de mules rojos de Giuseppe Zanotti con detalle de corazón (aunque eran una talla más pequeña) para la primera parte de su boda con el agente literario Ben Lyttleton. Los Louboutin rosas tenían asignada la segunda parte, hasta que empezaron a hundirse en la hierba y tuvo que cambiarlos por unos zapatos negros chunky de Simone Rocha, mucho más apropiados para la clase magistral de baile sincronizado que la novia, vestida de Molly Goddard, había organizado para sus seres más queridos.
Incluso los tradicionales Jimmy Choo se están viendo en looks de novia que están a años luz de los convencionales vestidos de Jenny Packham y Elie Saab de antaño. Por ejemplo, el minivestido (super mini) de Annie’s Ibiza que llevó Katherine Ormerod en su recepción nupcial en Palm Spring, que combinó con las plataformas Sacaria con aplicaciones de perlas. O los Choos con tiras de cristales de Phoebe Thompson y Noelle Nikkhah, que resaltaban los adornos de sus vestidos de novia de Chanel de la época de Karl Lagerfeld: «Las dos somos bastante tradicionales, así que queríamos que los looks de novia tuvieran un aire clásico pero con elementos modernos; lo tuve en cuenta a la hora de elegir los accesorios», nos cuenta Phoebe, estilista de profesión, que ya está planeando otros looks para una boda más grande después de su boda relámpago en Nueva York. Como demuestran todas estas novias, siempre hay sitio para un par más.
Este artículo se publicó originalmente en Vogue.co.uk
