Del amor solo echo de menos / las confesiones postcoitales. Por versos como estos merece la pena leer a Omar Castro Villalobos (Lima, 1992). Aunque la escritura es una práctica que le ha acompañado desde siempre, el peruano se considera, ante todo, artista visual. Por eso, además de recibir con emoción la noticia de haber ganado el Premio LOEWE de Poesía a la Creación Joven 2024 –dirigido a los menores de 33 años–, confiesa que el acontecimiento le supuso una gran sorpresa. “Habitación persona sola [la obra destacada] es mi primer poemario como tal. Este galardón es sin duda un impulso a varios niveles. Sobre todo, me pone ante una responsabilidad, ante un compromiso con mi trabajo y con seguir desarrollando más proyectos”, comenta a su paso por Madrid, donde este miércoles se ha hecho entrega del reconocimiento en una ceremonia en la que también se ha premiado, en la convocatoria absoluta, al tudelano Javier Velaza por su obra Las ignorancias.
Por su parte, el autor limeño ha obtenido 12.000 € y la publicación de su libro en la Colección Visor de Poesía. Todo ello, gracias a un trabajo que el jurado de esta 37º edición ha querido reconocer por “su visión particular de la ciudad de Lima, una crítica política y social pocas veces vista, donde el sexo no se disocia de la pobreza ni las inequidades de las preocupaciones generacionales”.
‘Habitación persona sola’ (2025), de Omar Castro Villalobos.Colección Visor de Poesía
Sobre la frase de Talking Heads escogida para abrir el poemario, ‘home is where I want to be / but I guess I’m already there’, ¿tenemos cierta imposibilidad para reconocer que, muchas veces, ya estamos en el lugar en el que idealmente querríamos estar?
This must be the place (naive melody) es una de mis canciones favoritas. Es una canción de amor que habla sobre el hecho de encontrar en la compañía de otra persona un lugar para estar. Fuera de ese contexto, esas dos líneas me sugerían no tanto pensar en el lugar en el que idealmente alguien querría estar, sino en lo que materialmente puede dificultar reconocer determinado espacio como una casa. Este poemario parte de mi experiencia en un periodo de sucesivas mudanzas, de una habitación a otra, con una dificultad para reconocer un espacio como propio, tanto porque las habitaciones que ocupaba eran parte de la casa de alguien más, como también porque las ocupaba por periodos cortos. De ahí, preguntas que aparecen sobre lo que supone habitar un espacio: una habitación, una casa, una ciudad o un país.
Hay también en el poemario una reflexión en clave política sobre el mercado de la vivienda en las grandes ciudades. Hablas de especulación inmobiliaria, alquileres cada vez más inasumibles para la clase media, carísimas a hipotecas a treinta años.
Sí, para mí era central dar perspectiva a una situación que partía de una experiencia personal, pero que es compartida con muchas otras personas. Incluso en otros países, como España. Me parece que hay mucho sobre lo cual discutir a nivel político al respecto y sin duda este poemario no lo agota. Lo que he intentado es hacer de la habitación un prisma a través del cual mirar el problema de la vivienda para jóvenes de clase media en Lima, como también otros asuntos relacionados con la crisis sistémica que actualmente atraviesa mi país, Perú, con personas asesinadas por fuerzas del orden en protestas. Es en esta superposición de modos de habitar un espacio, de cuestionar sus condiciones, sus distancias, que he encontrado esa tierra fértil, aunque compleja, para trabajar.
En algunas de mis últimas entrevistas he hablado de la casa como herramienta posibilitadora. Es decir, un lugar que, cuando es sinónimo de refugio y estabilidad, permite avanzar vitalmente y no quedarse congelado en una eterna ‘minoría de edad’. ¿Qué te sugiere este concepto?
Creo que es interesante que Habitación persona sola partió más bien de experimentar la casa como un refugio frágil, inestable, susceptible a su contexto. A mi modo de ver, con temas como la crisis ecosistémica que enfrentamos como humanidad (y particularmente como generación), en los últimos años esto se ha vuelto más palpable. Y a pesar de ello, este contexto pide sí “avanzar vitalmente”: dar lugar a pensar o imaginar salidas. “Este cristal aguarda ser sorbido”, dice César Vallejo.
La relación entre las habitaciones y el sexo puede ser bastante directa, pero, ¿qué saben las habitaciones del amor (y del desamor) en su versión más cotidiana?
En el poemario cito a Perec: “En la habitación están los cuerpos extenuados”. Algo similar leí de Michelle Perrot: que en las viviendas contemporáneas la habitación ha sido reducida a su función más elemental: el descanso. Esto tiene que ver con los costos elevados en el mercado inmobiliario, como también con que otras actividades que en otros momentos de la historia tenían lugar ahí, ahora han sido desplazadas a otros espacios, incluído el acto sexual. Algo que me interesó fue justamente pensar en cuestiones como el insomnio, el cansancio, el agotamiento después de una jornada extendida de trabajo. El tiempo “residual” respecto de otras actividades que mucha gente de clase trabajadora pasa en estas habitaciones.
Se ha elogiado la libertad con la que has hecho uso del lenguaje en el poemario. ¿Qué ha pesado en tu elección de versos breves y abundancia de tecnicismos?
Me interesa mucho trabajar con contrastes. El del espacio o experiencias íntimas con contextos sociales es uno. Otro tiene que ver con conjugar una escritura sencilla, cotidiana, algo que pueda ser dicho mientras se camina (“un acto de respiración y movimiento”), con un trabajo de transtextualidad, de sampleo, de citas a otros textos. Lo hago también como artista visual: me valgo, por ejemplo, de mapas, fotografía de prensa, imágenes que circulan en internet, entre otros, para pensar en qué nos dicen sobre lo que representan y cómo podemos reconfigurarlos o cuestionar ciertas nociones en torno a la ciudad, el paisaje y el territorio. Me gusta bastante una expresión que usa Verónica Gerber para describir su práctica: “artista visual que escribe”. Para mí, esto tiene que ver con una aproximación a la escritura sin tanto que responderle a la literatura con L mayúscula, en relación con estrategias artísticas. A mí lo que me interesa es componer y dialogar con otros registros (textuales o visuales) ya existentes. Me parece una aproximación más sincera: estamos siempre influidxs de distintos modos por otros textos e imágenes.
¿Hay relevo generacional en Perú en el terreno de la poesía?¿Quiénes son los talentos emergentes a los que les sigues la pista en tu país?¿Y fuera de él?
Ahora mismo no me siento en condiciones para responder lo primero porque vengo más bien del campo de las artes visuales. Sí sigo trayectorias de autores jóvenes peruanxs, como Valeria Román o Teresa Cabrera. Por otra parte, por el rumbo que están tomando mis próximos proyectos de escritura, recientemente estoy revisando propuestas de poesía documental, con autores peruanos como Jose Antonio Villarán o Giancarlo Huapaya; y otros latinoamericanos como Hugo García Manríquez, de México, o Carlos Soto Román, de Chile.
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