Ocurrió el lunes 7 de julio, un poco antes de las siete de la tarde. El rótulo era conciso, perfecto para las pantallas de los bares, donde el ruido de la clientela gana al volumen de la tele: “El desengaño de Paco: ‘Juan Carlos solo me quería por mi dinero”. Resumamos y al turrón. Paco acudió a ver a Sonsoles Ónega porque, tras enviudar de Antonio —“se murió rotundamente”, dijo— comenzó una relación con Juan Carlos en el plató de un programa de televisión.
Desde el inicio asomaron las medias verdades, porque Juan Carlos mintió a su pareja cuando le dijo que era económicamente independiente y con propiedades en España y Portugal, cuando en realidad compartía piso con otras cuatro personas. “Que no pasa nada, que mucha gente en España vive de alquiler, pero que me lo hubiera dicho”, se lamentó.
Lo peor no fue que le gustara mucho “la grandeza” y la ropa de marca, sino que a Paco le pareció decepcionante que se rompiera uno de los acuerdos pactados desde el principio del romance. “Yo le dije que en mi casa no se hablaba de política porque yo no entiendo de nada ni me interesa entender. La política para los políticos. Pero él, cada vez que salía cierto político en televisión me lo ponía de aquella manera… y yo le decía: Juan Carlos, que hemos acordado que de eso no se habla, y estás en mi casa”, dijo contrariado.
Sonsoles, que es larguísima con los invitados, puso sonrisa coqueta, movió la cabeza así como con aires de despistada y respondió: “Yo sé que es cuando salía Pedro… Cuando salía Sánchez se ponía malo, porque yo ya lo vi cuando vino aquí…”. “Pues lo siento mucho, familia, yo he votado a Pedro Sánchez porque sacó lo de las parejas de hecho”, comentó Paco, esta vez con la voz entrecortada. “¡Eso es de Zapatero, Paco!”, respondió Ónega. “Bueno, pues Zapatero, pero gracias a él yo me casé con mi marido en 2005. Era tan educado, tan limpio…”.
Quizá aún estemos a tiempo y Moncloa pueda incluir en su resumen de prensa un apartado etiquetado como “Fruslerías que importan”. Quien dice Moncloa, dice cualquier gabinete de prensa que pretenda mirar más allá de su burbuja y de su ombligo. E incluiría en la mención con la que ningún asesor o estratega imaginó que contaría: Paco en Y ahora Sonsoles. Un guiño, un cariñito, una transfusión de sangre con la que el enfermo no contaba.