Pasé 30 días sin beber café y esto es lo que ocurrió (espóiler: ayuda a sentirse mejor y ser más feliz)

Pensamos que no podemos vivir sin al menos una taza de café, que no podemos afrontar el día. Lo cierto es que a menudo confundimos hábito con necesidad, actuando únicamente por automatismo y olvidando nuestros deseos. Al margen de gustos y momentos de socialización y convivencia, el café, si se consume con moderación, puede tener beneficios para la salud. Sin embargo, 30 días sin café pueden ser un nuevo e interesante desafío para eliminar o incluso limitar el consumo de esta bebida. He aquí lo que cambia física y mentalmente.

¿Qué le ocurre al cuerpo y a la mente cuando prescindimos de la cafeína?

Empecemos por un poco de etimología: del «café» proviene la palabra cafeína, nombre que se dio a una sustancia natural perteneciente a la familia de los alcaloides que estimula el sistema nervioso central y que está muy presente en el café pero también en el té o el cacao. El consumo excesivo de cafeína puede provocar varios efectos negativos, como insomnio o dificultad para dormir, ansiedad, irritabilidad y, en algunos casos, incluso taquicardia. Puede irritar el estómago y provocar acidez o reflujo gastroesofágico. Los beneficios que se aprecian tras unos días sin café son inmediatos y sorprendentes, sobre todo si se ha «abusado» especialmente de esta bebida en el periodo anterior.

¿Se duerme mejor?

El primer beneficiado es el sueño, más tranquilo y profundo. La noche se vuelve más uniforme y los despertares repentinos (y sin sentido) en el transcurso de la misma desaparecen progresivamente. Además, eliminar el café ayuda a reducir la ansiedad y el nerviosismo, lo que lleva a muchas personas a experimentar una mayor estabilidad emocional. El consumo excesivo de esta bebida puede, como hemos visto, irritar el sistema digestivo, contribuyendo a trastornos como la acidez y la inflamación intestinal. Al eliminar el café, se puede observar una mejora de la digestión y una reducción de la hinchazón abdominal.

Tomárselo con calma (incluso dejarlo)

Como con cualquier cambio importante, es esencial dar pequeños pasos y no tomar decisiones precipitadas. La cafeína es adictiva y, para evitar sobresaltos físicos y emocionales, debe reducirse gradualmente. Para los bebedores compulsivos de café, un consejo podría ser intentar limitar la bebida, empezando por el ejercicio mental que he mencionado antes. Habla contigo mismo y pregúntate si realmente necesitas ese café. Eliminar la taza caliente de por la mañana mientras lees el periódico, o después de comer, quizá acompañada de una pequeña chocolatina, puede resultar difícil. Así que no te fuerces, date la oportunidad de escuchar tus necesidades y respetarlas.

Menos café calma los nervios… ¿o no?

Después de los primeros 7 días, tu estado de ánimo puede ser inestable y tu energía escasa. Puede que experimentes dolores de cabeza, irritabilidad y cansancio. No te asustes, es normal. El cuerpo necesita acostumbrarse poco a poco a esta nueva rutina. Si consigues mantener el reto y aguantar 30 días sin beber café, notará inmediatamente los beneficios. Los niveles de energía volverán a aumentar de forma natural, sin la ingesta de ninguna ayuda.

El café ‘deshidrata’

La cafeína también tiene un efecto diurético, que puede favorecer la pérdida de líquidos. De modo que, sin café, el cuerpo procesará mejor el agua, promoviendo una mejor hidratación y salud de la piel. El cuerpo también podrá asimilar mejor los minerales esenciales, como el calcio, el hierro y el magnesio, favoreciendo unos huesos más fuertes y una mejor salud general.

¿Qué bebidas alternativas al café conviene tomar?

‘30 días sin café’: una frase que muchos ni siquiera quieren pronunciar, asustados con al sola idea de prescindir de esta sustancia que salva los días más largos y agotadores. Lo cierto es que no estamos obsesionados con el café como tal, sino con esos pequeños rituales que hemos construido a su alrededor y de los que ahora no podemos desprendernos. ≪¿Empezar el día sin una taza de café? Imposible≫, me dice siempre una mi amiga, que no habla con nadie por la mañana sin antes ingerir su dosis de cafeína. Sin embargo, pasar 30 días sin café pueden ser una oportunidad para descubrir alternativas satisfactorias y definitivamente más sanas (para el cuerpo y la mente). En su lugar, podemos recurrir al té en sus múltiples variedades. Con propiedades antioxidantes y antiestrés, su contenido en cafeína (llamada teína en su caso) no solo es menor, sino que se libera más lentamente en el organismo, por lo que sigue teniendo un efecto energizante pero más gradual y prolongado. Dicho esto, quizá la achicoria sea la solución perfecta para los más adictos al café: puede prepararse en la cafetera (manteniendo el ritual), no contiene cafeína ni teína, tiene un sabor ligeramente amargo muy parecido al café y, además, es rica en inulina, un probiótico natural que favorece la digestión y ayuda a estabilizar los niveles de azúcar en sangre. En la misma línea, el café de cereales (como el clásico Eko) es otro café que no lo es, pero lo parece. Combina muy bien con leche o bebidas vegetales, no provoca inflamación abdominal y, gracias a su alto contenido en fibra, tiene un gran poder saciante.

Este artículo se publicó originalmente en Vogue.it

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